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Sanjuana Martínez

17/09/2012 - 12:02 am

La sonrisa de Salinas

Su rostro ha sido durante años la representación de repudio, hartazgo, protesta, inconformidad. Aún nos seguimos encontrando su máscara en manifestaciones, protestas, reivindicaciones de derechos maltratados, ultrajados. Su cara es sinónimo de corrupción, expolio, transa, sucios pactos, mafia… Nadie como él concentra en su efigie todos los males del mexicano: impunidad, antidemocracia, autoritarismo, saqueo, cinismo, […]

Su rostro ha sido durante años la representación de repudio, hartazgo, protesta, inconformidad. Aún nos seguimos encontrando su máscara en manifestaciones, protestas, reivindicaciones de derechos maltratados, ultrajados. Su cara es sinónimo de corrupción, expolio, transa, sucios pactos, mafia…

Nadie como él concentra en su efigie todos los males del mexicano: impunidad, antidemocracia, autoritarismo, saqueo, cinismo, perversión, indecencia, inmoralidad, enriquecimiento ilícito, relaciones criminales.

Su control del sistema político mexicano ha sido tal, que no hay partido ni asociación delictuosa unida a la política, que se le resista. Por algo, la connotación de uno de sus múltiples apodos es: El Padrino.

Carlos Salinas de Gortari se ríe y dice que ni una cirugía plástica podrá erradicar ese rictus de alegría de su cara. De hecho, se ha reído con vocación los últimos 20 años. Y tiene motivos para reír. Su risa es transparente, lógica, natural.

Salinas se ríe de los mexicanos, particularmente de todos aquellos que votaron por el PRI. Se ríe de los que creyeron en la democracia. Se ríe de las instituciones. Se ríe del engranaje de simulación en torno a las elecciones de República Bananera que seguimos padeciendo. Se ríe de la torpeza de los panistas. Se ríe de la ingenuidad de los perredistas. Se ríe de los “nuevos” priístas.

Salinas se ríe del servilismo rastrero de Leonardo Valdés Zurita. Se ríe del entreguismo obsceno de Alejandro Luna Ramos. Se ríe de la ceguera descarada de los Consejeros del IFE. Se ríe de los siete magistrados inútiles del TEPJF. Se ríe de la simulación de las instituciones de mentira. Se ríe de la mediocridad fratricida de Felipe Calderón. Se ríe de la complicidad ostentosa de Gustavo Madero Muñoz. Se ríe del tránsfuga delirante Vicente Fox. Se ríe del amigo mafioso Diego Fernández de Cevallos. Se ríe de la estupidez de Ernesto Cordero. Se ríe de la obediencia sumisa de Josefina Vázquez Mota. Se ríe de los ideales de Manuel Gómez Morín. Se ríe de la autodestrucción del PAN.

Y es que Salinas tiene muchos motivos para reír. Se ríe de la abyección de Jesús Ortega. Se ríe del camaleonismo de Marcelo Ebrard. Se ríe de la falsa candidez de Jesús Zambrano. Se ríe de la cortesana Rosario Robles. Se ríe del autócrata Alberto Anaya. Se ríe del envilecimiento de los Bejaranos. Se ríe de los gárrulos Juanitos. Se ríe del bufón Porfirio Muñoz Ledo. Se ríe del supuesto estratega Manuel Camacho Solís. Se ríe de la soberbia narcisista de Cuauhtémoc Cárdenas. Se ríe del noble quijotismo de Andrés Manuel López Obrador. Se ríe de la utopía de Lázaro Cárdenas. Se ríe de la endémica desunión de la izquierda.

La capacidad de gozo de Salinas es ilimitada. También se ríe de los suyos. De los que le pertenecen. Se ríe de los hilos que sujetan a la marioneta Enrique Peña Nieto. Se ríe del pillo Arturo Montiel. Se ríe de la misoginia de Beatriz Paredes. Se ríe de la sombra de la pederastia de Emilio Gamboa Patrón. Se ríe de la sorna del Gober Precioso. Se ríe la desvergüenza de Ulises Ruiz. Se ríe del oscuro Fidel Herrera. Se ríe de la ineptitud de Rodrigo Medina. Se ríe del encarcelamiento de su hermano Raúl, el nuevo empresario. Se ríe del magnicidio de Luis Donaldo Colosio. Se ríe del “accidente” que mató a Manuel J. Clouthier. Se ríe del asesinato de su cuñado José Francisco Ruiz Massieu. Se ríe de la Interpol que investigó la “muerte” de su hermano Enrique Salinas de Gortari. Se ríe del disparo que mató a su sirvienta el 17 de diciembre de 1951. Se ríe de los crímenes de lesa humanidad de Luis Echeverría. Se ríe de los nexos con el narcotráfico de Tomás Yarrington y tantos otros gobernadores y ex gobernadores. Se ríe de Don Beltrone. Se ríe de los nuevos pactos para repartir del territorio a los cárteles.

El guiñol democrático de México es digno de risa para Salinas. No es para menos. Ser ríe de la gran fortuna de Carlos Slim. Se ríe del millonario líder charro del Sindicato de Pemex, Carlos Romero Deschamps. Antes, se río de Joaquín Hernández Galicia, la Quina y de Jorge Díaz Serrano. También se ríe del honesto y democrático líder de la CTM, Joaquín Gamboa Pascoe. Y del honorable y decente líder sindical de los trabajadores de Telmex, Joaquín Hernández Juárez. Asimismo se ríe del prófugo y limpio líder de los mineros Napoléon Gómez Urrutia. Se ríe de los satélites organizaciones charras CNOP y CROC. Y por supuesto, se ríe de la esperpéntica vitalicia Elba Esther Gordillo.

La tragicomedia de México ofrece muchas razones para que Salinas siga sonriendo, para que ni una cirugía plástica le borre su sonrisa angelical. Se ríe frente a los 300 mil desaparecidos, 100 mil muertos y el millón y medio de desplazados de la guerra delirante de Calderón, cifras que seguramente crecerán en el sexenio del Señor Peña. Se ríe de los Derechos Humanos, por eso nos colocó en el equipo de transición a su sobrina Claudia Ruiz Massieu Salinas, como Coordinadora de Derechos Humanos y Transparencia, dos disciplinas que para él, experto en el tema, van unidas. ¿Qué sabe la señora Claudia de Derechos Humanos? Quizá, fue elegida porque asesinaron a su padre. Pero ¿quién asesinó a su padre?, ¿qué significa la dignidad para esta gente?.

La risa de Carlos Salinas de Gortari retumba en los 70 millones de pobres, en los 28 millones que padecen hambre, en la depresión post electoral de muchos que ingenuamente creyeron en el sistema, en la ilusión de la anhelada democracia que no llega, en quienes siguen esperando un cambio de rumbo, en los románticos que aún creen que México será otro país, en los que luchamos día a día por un mundo mejor.

Salinas seguirá riéndose de todos. De usted y de mi. No desaparecerá la sonrisa de su rostro hasta que lo paremos; hasta que le recordemos con hechos y acciones que el cambio es posible desde abajo.

Recuerde señor Guasón, quién ríe al último, ríe mejor.

Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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