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Julieta Cardona

17/08/2015 - 12:00 am

Pinche Facebook: vampiro y manipulador

Me llamo Julieta y soy milénica, adjetivo mejor conocido y sustantivado a «una millennial». millennial. m y f. Dícese del integrante de la generación Y que, probablemente, busque contraer matrimonio con el Internet. De cierto os digo que vengo del futuro cercano para informarles que Facebook está a punto de ejecutar el algoritmo que comenzó […]

Foto: Tomada de Internet
Foto: Tomada de Internet

Me llamo Julieta y soy milénica, adjetivo mejor conocido y sustantivado a «una millennial».

millennial.

  • m y f. Dícese del integrante de la generación Y que, probablemente, busque contraer matrimonio con el Internet.
  • De cierto os digo que vengo del futuro cercano para informarles que Facebook está a punto de ejecutar el algoritmo que comenzó a desarrollar hace años: tú tendrás que elegir entre una realidad virtual creada por ellos mismos o una realidad física. ¿Qué significa esto? Que, cuando te sientas más cansado de lo normal, podrás meter tu cabeza en un casco que te transporta a una realidad virtual. Esto no me sorprende, pues desde siempre, los humanos nos hemos inventado mundos virtuales buscando escapar de este planeta real y cabrón: ya saben: la Biblia, la televisión, Facebook.

    Pero, entremos en perspectiva: el futuro, según el sentido común, es predecible; es decir, todos, en cierta medida, podemos verlo. Por ejemplo: imagina que avientas un vaso de vidrio contra la pared. ¿Qué crees que sucederá? Exacto: se romperá en pedazos y, según la fuerza invertida, los fragmentos quedarán a ciertas distancias.

    El futuro –a plazo más o menos mediano– de Facebook, según Zuckerberg, estará apegado a la última tecnología de comunicación; dice, será una plataforma telepática. Y, reconociendo la inclinación de las masas a engordar el banco de datos privados que es el Caralibro y a utilizar la plataforma –en su mayoría– como contenido audiovisual (no olvidemos que diario se comparten más de 4 000 millones de videos), además de observar los avances tecnológicos, no me parece, para nada descabellado –y no por eso no profundamente intrusivo– que el estatus de “Leyendo la mente del otro”, se encuentre en coming soon.

    Qué aburrido el home, qué cíclico. Será que soy el TL que leo o que Facebook controla lo que veo. O serán las dos cosas. Gatitos. Perritos. Un perrito que trata mal a un gatito. Un lacayo de +Kota que trató mal a un perrito. Una boda. El ultrasonido de los cinco meses de los gemelos de María. Donald Trump. Un meme de Donald Trump. Un perrito que baila salsa. La pareja gay por fin afuera del clóset. La selfie de Casandra con su abuelita, misma que salió mirando a otro lado porque está ciega. Otra boda, pero esta vez de Leti Villarreal. El vecino con una foto de Peña Nieto. Tu novio con el oso de peluche gigante que te regaló el Día de San Valentín. El lugar bajo el que se utiliza, falsamente, la bandera de libertad para reflejar una vida social, los intereses, las quejas y opiniones que se tienen de la vida en general y en donde se utiliza la misma bandera libertadora como un derecho universal para agredir al resto.

    Hoy escribo como uno de los más de 1490 millones de usuarios de Facebook, pero se me antoja, mañana mismo, renunciar a este vampiro de datos y constructor de falsas identidades, convertirme en otra de las personas que, cansadas de sentirse un producto, abandonaron la plataforma y fueron a descargarse en We’re quitting Facebook.

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