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Gustavo De la Rosa

17/07/2018 - 12:01 am

La lucha contra la corrupción

Aunque es una prioridad combatir el árbol de la corrupción que ha crecido bajo el régimen que agoniza, también lo es prevenir que surja otro árbol que pueda llegar a ser tan frondoso; los fronterizos del norte hemos convivido tanto tiempo con prácticas corruptas que ya nos parecen normales y hasta legítimas.

El tránsito de norte a sur tiene una vía de 25 metros de ancho, ¡imagínense todo lo que cabe! Foto: Cuartoscuro

Aunque es una prioridad combatir el árbol de la corrupción que ha crecido bajo el régimen que agoniza, también lo es prevenir que surja otro árbol que pueda llegar a ser tan frondoso; los fronterizos del norte hemos convivido tanto tiempo con prácticas corruptas que ya nos parecen normales y hasta legítimas.

Nadie duda que las aduanas mexicanas se mueven bajo el impulso de la corrupción, tanto así que muchas frases y consejos populares expresan su cotidianeidad y utilidad en el transporte de mercancías: “A México puede entrar todo lo que quepa por el puente”, presumen los que ofrecen servicios de importación. El tránsito de norte a sur tiene una vía de 25 metros de ancho, ¡imagínense todo lo que cabe!

En el ámbito de seguridad, los fronterizos temen más a la Policía federal que a los sicarios conocidos, porque mientras los segundos “van por los movidos”, los primeros “van por los bien vestidos”. Los actos de terror y corrupción que protagonizó esta dependencia afectaron a muchos juarenses, la PGR llegó a establecer una especie de tabulador por carro, arma o paquete de droga que se evitara consignar ante el juez, y los abogados que tramitan estas defensas primero dicen “yo litigo en materia federal”.

La oficina que controla los flujos migratorios tiene retenes anticonstitucionales ubicados en las entradas al interior del país de la ciudad para interceptar centroamericanos, mientras que en los puentes internacionales a los güeros no les pide ni siquiera una identificación; los delegados federales son desconocidos y “sólo sirven para tolerar lo prohibido”, se dice comúnmente.

Así, y peor, es el problema de la corrupción en un territorio controlado a través de convenios entre los tres órdenes de Gobierno, donde a la autoridad federal lo que más le conviene es nadar de muertito.

La tarea de limpiar la corrupción en estos rincones del país va a ser difícil, complicada y va a necesitar que los ciudadanos nos sintamos apoyados y escuchados cuando nos esforcemos por el cambio profundo. Ojalá sirvan los delegados generales de la Federación y de las secretarías especializadas.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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