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Adela Navarro Bello

17/07/2012 - 12:01 am

El ignominioso camino del PAN: de la derrota a la comparsa política

Recoger los pedazos del Partido Acción Nacional después de la derrota del 1 de julio no es cosa fácil, y definitivamente no está representando un asunto menor para su aún presidente Gustavo Madero Muñoz; al tiempo que se enfrenta a la calificación de la traición de Vicente Fox Quesada y la dimisión de otros llamados […]

Recoger los pedazos del Partido Acción Nacional después de la derrota del 1 de julio no es cosa fácil, y definitivamente no está representando un asunto menor para su aún presidente Gustavo Madero Muñoz; al tiempo que se enfrenta a la calificación de la traición de Vicente Fox Quesada y la dimisión de otros llamados liderazgos, prepara a su partido a la transición política en México acercando su franca mano al partido que los derrotó, y alejándose de las voces que desde la otra oposición y parte de la sociedad hacen un llamado a la revisión de las condiciones del desarrollo de la elección en la etapa de campaña, señaladas como irregulares debido a la compra de votos –que del propio PAN en su momento denunciaron– y de la pestilencia que ello encierra.

Faltaba una semana para el 1 de julio cuando Roberto Gil Zuarth entonces coordinador general de la campaña a la Presidencia de la República de Josefina Vázquez Mota y hoy senador en espera de tomar posesión, anunció con dos tarjetas “Sí vale” como muestra, una operación irregular del PRI y la institución financiera Monex para pagar cientos de millones de pesos a operadores en tierra del Revolucionario Institucional para favorecer la campaña del hoy virtual presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Aquel día, Gil incluso hizo sumas que lo dejaron helado. Depósitos de 60 mil pesos mensuales –durante el periodo de campaña– a 300 delegados priístas en el país; 17 mil 500 pesos a 19 mil 490 representantes sectoriales más un bono de 2 mil 500 pesos una vez ganada la elección, y 600 pesos para cada uno de los 143 mil 151 representantes de casilla de aquel partido. La denuncia del coordinador de campaña de la Vázquez la cerró en 700 millones de pesos en pagos varios; entonces no señaló directamente la compra de votos, pero sí el rebase del tope de campaña para candidatos a la Presidencia, fijado por el IFE en poco más de 300 millones de pesos.

De aquel PAN denunciador los mexicanos han visto la transición a un PAN conciliador con el instituto que en el pasado reciente –y antiguo– señaló, precisamente el Revolucionario Institucional y su candidato Enrique Peña Nieto. Este PAN, el que va de la derrota a la comparsa, lo es en tanto no sostiene lo que a finales de junio denunció y que hoy es parte importante de un juicio del representante de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador para solicitar la nulidad de las elecciones del 1 de julio.

En lugar de sostener aquello que señalaron públicamente los panistas a partir de Gil, y que sustenta y amplía el coordinador de la campaña de López, Ricardo Monreal, en el PAN optaron por hacerse a un lado. Por criticar un proceso electoral sucio pero reconocer el resultado final, el popularmente cuestionado triunfo de Peña por más de 18 millones de votos. Gustavo Madero incluso declaró en Chihuahua que el PRI había ganado la elección a la Presidencia de la República por regalar dinero y no por la voluntad de los ciudadanos; pero lo que dice con tanta ligereza el líder del PAN no lo prueba, ni lo sostiene ni lo imputa a nombre de los candidatos de su partido que fueron derrotados, de los panistas activos y adherentes, de los más de 12 millones de mexicanos que confiaron en su candidata para votar por ella en la elección reciente. Cosa contraria, el dirigente nacional del albiazul adelanta que los legisladores electos de su partido trabajaran en apoyo a la toma de posesión de Enrique Peña Nieto –en caso de que la elección sea validada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación– y que pondrán de su parte y su voto para sacar adelante las reformas estructurales que el virtual presidente prometió sacar adelante para beneficio del desarrollo de México.

Esta actitud de los panistas, que van de la derrota a la comparsa política, está dividiendo más a los miembros de ese partido. Primero están los que se aislaron después de perder, empezando por la candidata que dejó solos a sus seguidores y no ha hecho intento alguno por apoyar la denuncia de la otra oposición para la invalidez de la elección o por lo menos, dar seguimiento a la denuncia que hizo una semana antes del 1 de julio sobre el abuso del PRI con dineros privados para la militancia activa. Quienes la ubican a ella o a Margarita Zavala de Calderón como probables sucesoras de Madero en la dirigencia nacional, bien podrían descartarlas o bien recomendarles comenzar la lucha que iniciaron por la democracia mexicana, abonando a la limpieza de las elecciones. En este mismo grupo de aislados está quien hizo personalmente la denuncia. El taciturno Roberto Gil quien destapó a Ernesto Cordero para coordinar la bancada del PAN en el próximo Senado en lugar de rematar la irregularidad que inició y solicitar la revisión de las condiciones en las que se desarrolló la campaña, que de acuerdo a su señalamiento del 25 de junio de 2012, habría sido aquel un escenario irregular y de inequidad entre contendientes y partidos.

Luego están aquellos que no participaron en la campaña de Vázquez Mota y que piden que la dirigencia nacional del PAN inicie una renovación de ese partido con la derrota como pretexto; es el caso de Santiago Creel Miranda, aún senador y derrotado en la interna albiazul por la propia Vázquez Mota, quien incluso declaró que si no se hace esa renovación seria y de fondo, “estoy todavía en un periodo de decisión, si tomar un poco de distancia de los acontecimientos y replegarme a mi práctica privada”. Por cierto, nadie la ha rogado su estancia.

Luego el grupo de los cinco calderonistas que enviaron una carta a Gustavo Madero Muñoz solicitando una asamblea extraordinaria en este 2012 para analizar las acciones del partido que lo llevaron a la lona y a convertirse en la tercera fuerza electoral del país después de haber encabezado la justa política.

Quienes firmaron la carta, todos ex presidentes nacionales del PAN, llamaron la atención durante la campaña política que culminó con el 1 de julio, por su ausencia más que por su participación y apoyo a los candidatos panistas. Se trata de Felipe Calderón Hinojosa, Germán Martínez, César Nava, Luis H. Álvarez y Luis Felipe Bravo Mena.

Y vaya, de los cinco el único activo es el presidente Felipe Calderón, la mayoría del resto está como lo desea Santiago Creel, dedicados a la actividad privada, desde donde es evidente que poco o nada hicieron en la lucha azul por retener el poder federal.

En estas condiciones de desunión, de intereses ajenos a la ideología panista, de conformismo en la derrota y de derrotismo en el camino de una democracia justa, el PAN inicia su ignominioso descenso a la tercera posición convirtiéndose en el partido comparsa de aquel que –como dice Madero– con dinero ganó una elección y no con voluntades. Quizá ejercer esa premisa de una manera más activa podría regresarle al Partido Acción Nacional un poquito de la dignidad que ha venido perdiendo en los últimos meses. Ahí están las denuncias, y los inconformes, el asunto es escucharlos y apoyarlos.

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