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Óscar de la Borbolla

17/06/2019 - 12:04 am

Radiografía de la fuerza

Alguna vez nos aferramos o quisimos retener algo o a alguien, pero fuimos arrastrados contra nuestra voluntad en el sentido contrario a nuestro deseo.

¿Cómo podría pararme, contrarrestar la fuerza de un planeta que me lleva sobre su piel como si fuese un microbio? Foto: Especial.

Tratar de asirse a una columna, abrazarse a ella, resistir con todo y, sin embargo, ser arrancados es una sensación que todos hemos conocido desde la infancia. Alguna vez nos aferramos o quisimos retener algo o a alguien, pero fuimos arrastrados contra nuestra voluntad en el sentido contrario a nuestro deseo. Nos ha ocurrido una y otra vez y, por ello, conocemos desde siempre nuestra talla: el límite que marca nuestra impotencia.

Yo he sentido el jalón que da un camello al levantase, la contracción de mi cuerpo contra el asiento del avión cuando se desboca en la pista para despegar, el terremoto que convierte a los edificios en vainas que se agitan como hojas de papel, y me cuesta trabajo imaginar fuerzas físicas más poderosas: como el hecho imperceptible de que voy girando por la fuerza de rotación de laTierra y, a la vez, persiguiendo al Sol en una órbita espiral a una velocidad que no me entra en las entendederas: 30 kilómetros por segundo, o sea, a 108 mil kilómetros por hora.

¿Cómo podría pararme, contrarrestar la fuerza de un planeta que me lleva sobre su piel como si fuese un microbio?, ¿sustraerme a la maquinaria cósmica de un Sol que arrastra a nuestro sistema solar al recorrer su órbita alrededor de la Vía Láctea? Porque también el Sol viaja por una órbita rodeando a la Vía Láctea a una velocidad de 220 kilómetros por segundo. ¿Cómo detenerme, parar al Sol? Hay fuerzas que rigen el mecanismo del cosmos contra las que nada podemos. Son tan imposibles como eludir la muerte, ese desenlace que se haga o no se haga se va gestando sin remedio.

Esas fuerzas físicas exhiben desvergonzadamente mi impotencia; fuerzas naturales que vuelven nada mis esfuerzos. Porque nada puedo hacer para frenar siquiera este segundo que aparece y desaparece, para dar paso a otro y a otro sin que nadie pueda detener el surtidor del tiempo que nos va deshaciendo a todos. Fuerzas naturales, procesos naturales que nos brindan un margen de maniobra tan ridículo como tratar de detener, con el cuerpo tensado, el muro de nuestras casas durante un sismo.

Y ahí, omnipresente, está la fuerza de todo lo que nos rodea: desde el huracán incontenible hasta el átomo que también sigue su curso fatal, indiferente, o nuestro destino final: algún Agujero Negro. Nos queda sólo movernos en pequeñas distancias sobre el mundo, acatando o no los disparates de gente, pequeñita como nosotros, que da órdenes y que nos mueve para acá o para allá no porque posea ninguna fuerza real, sino porque nos prestamos a sus designios por miedo o conveniencia. Este es el abismo que separa el poder de la verdadera fuerza.

@oscardelaborbol

Óscar de la Borbolla
Escritor y filósofo, es originario de la Ciudad de México, aunque, como dijo el poeta Fargue: ha soñado tanto, ha soñado tanto que ya no es de aquí. Entre sus libros destacan: Las vocales malditas, Filosofía para inconformes, La libertad de ser distinto, El futuro no será de nadie, La rebeldía de pensar, Instrucciones para destruir la realidad, La vida de un muerto, Asalto al infierno, Nada es para tanto y Todo está permitido. Ha sido profesor de Ontología en la FES Acatlán por décadas y, eventualmente, se le puede ver en programas culturales de televisión en los que arma divertidas polémicas. Su frase emblemática es: "Los locos no somos lo morboso, solo somos lo no ortodoxo... Los locos somos otro cosmos."

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