Ciudad de México, 17 de junio (SinEmbargo).- “Es el recuerdo de un niño que atraviesa la mente de un hombre que está en una suite del Hotel Intercontinental, en el centro de Nashville (Tennessee), al que le están poniendo en el muslo una inyección de esteroides que transformará al cantante griposo y afectado por el jet lag en una deidad”.
Así evoca el cantautor Nick Cave al niño del puente a que va dedicado el libro La canción de la bolsa para el mareo y que, traducido al español por Mariano Peyrou, acaba de lanzar la editorial Sexto Piso en México.
¿Es un niño real? ¿Es un niño que sólo habita en los sueños del artista? ¿Es el artista hecho niño en el filo de la escritura automática, a bolígrafo, en bolsas para el vómito de los aviones?
Nacido en Warracknabeal, en 1957, el músico es particularmente conocido por su trabajo con el grupo Nick Cave & The Bad Seeds, fundado en 1983, una tarea que se ha destacado su también significativa producción como escritor y cineasta.
Y el asno vio al ángel (Pre-Textos), es una novela ganadora del Libro del Año 1990 por Time Out Magazine y recientemente se estrenó el documental 20.000 días en la Tierra, que narra 24 horas ficticias en su vida.
“La mezcla perfecta entre Frank Sinatra y el punk”, ha dicho de este artista personal e inclasificable la revista de música Rockdelux.
La canción de la bolsa para el mareo comprueba no sólo la versatilidad de sus capacidades estéticas, sino también la profunda sensibilidad de un hombre que todo lo observa para traducirlo en poemas y postales cargadas de fina melancolía, de tristeza apacible y una distinta alegría de vivir.
Es un libro que recoge las experiencias vividas en la la gira que en 2014 llevó a Nick Cave y a sus incorruptibles Bad Seeds por los Estados Unidos, como cuando llega a Milwaukee en un avión de Air Canada: “A la mañana siguiente vamos en el autocar hasta Milwaukee, donde si no eres alemán es que eres polaco”.
“Después, en una noche lluviosa, corremos hasta el Hotel Intercontinental con los chalecos antibalas de plástico azul puestos encima de la cabeza, paso junto a los cazadores de autógrafos y ante el espejo del baño canto”, escribe el artista que resiste el tour por 22 ciudades estadounidenses con un credo que parece receta de algún misterioso e infalible farmacéutico del alma.
“Resistir la necesidad de crear. Resistir la creencia en el absurdo. Resistir mediante la provocación. Resistir mediante la enfermedad y la tristeza. Resistir mediante la masturbación. Resistir gracias a los libros de autoayuda. Resistir gracias a hacer cosas por los demás. Resistir gracias a compararse con los demás. Resistir a través de las opiniones de los demás”: apuntes de la nueva filosofía nickcaviana.
Cantante, letrista, compositor de canciones y bandas sonoras, guionista de cine, novelista y poeta, Nick Cave viene de la larga noche de la heroína, un paso por el infierno que ha devenido en una personalidad de vastas y variadas proporciones, como si habitaran en él todos los fantasmas con la firme de voluntad de salir cada quien cuando se presente la ocasión.
Nunca un narcisismo tan exacerbado ha sido a la vez tan gregario, como un ente donde la exageración del individualismo sirviera para abarcar enormes comunidades de seres hipersensibles que como él se encantan con un poema azteca llamado “El artista”, encontrado en una antología “hecha por el brillante Jerome Rothenberg”.
Mucho Nick, demasiado Cave en la cultura contemporánea fascinada por este hombre largo, de cejas pobladas y rostro extraño, alrededor del cual también gira el documental de Iain Forsyth y Jane Pollard, 20 000 Days on Earth, que el australiano calificó de “psicodrama”.
“Nick nos recibió en el estudio durante un ensayo del tema 'Push the Sky Away'. Y mientras lo grabábamos, nos dimos cuenta de que teníamos que convertir eso en algo mucho más grande”, dijo Jane Pollard cuando se presentó el filme en Sundance.
“Empezamos marcando a través de todas las letras desechadas, todas las canciones que no se convierten en nada y encontramos frases que realmente sonaron, que tenían sentido. Una de ellas era este cálculo extraño que él había estado en la tierra durante 20.000 días, algo que de inmediato se convirtió en el título de la película”, agregó.