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Germán Petersen Cortés

17/06/2014 - 12:03 am

¿El ciudadano ejemplar no ve el Mundial?

Imagino que es triste la existencia de los “ciudadanos totales”, aquellos que creen que ser ciudadano equivale a entregarse en cuerpo y alma a la política, olvidándose hasta de los pequeños gozos, como ver el futbol. De este modo, pasan por alto que, al mismo tiempo que alguien es ciudadano, también es agente económico, miembro […]

Imagino que es triste la existencia de los “ciudadanos totales”, aquellos que creen que ser ciudadano equivale a entregarse en cuerpo y alma a la política, olvidándose hasta de los pequeños gozos, como ver el futbol. De este modo, pasan por alto que, al mismo tiempo que alguien es ciudadano, también es agente económico, miembro de una familia, integrante de un grupo de amigos, vecino de una colonia, aficionado a ciertos placeres. Una de las razones principales por las que existen los gobiernos es que los gobernados puedan dedicarse a otras tareas además de las relativas a lo público. En democracia, ser ciudadano de ninguna manera exige dejar de lado todo –hasta los placeres cotidianos– por involucrarse en los asuntos públicos.

Comparto la idea de que solo una sociedad politizada puede orientar la acción del Estado. De ahí la importancia de las libertades civiles y políticas, la discusión pública inteligente y la organización de los ciudadanos. Sin embargo, así como estoy convencido de esto, también lo estoy de que la realización de la mayoría de las personas (quizá haya excepciones, por supuesto) se da en distintas actividades, no solo leyendo columnas periodísticas, afinando la siguiente crítica al gobernante en turno y prefigurando a qué candidatos se va a apoyar en la siguiente elección.

Entre las actividades ajenas a la política, o cuando menos distantes de esta, que son fuente de realización personal están los pequeños gozos, a los que todos tenemos derecho. Estos disfrutes cotidianos pueden ir desde admirar una pintura hasta sentarse en un sofá a ver un partido de futbol, pasando por escuchar la canción favorita, caminar por el parque predilecto o pasar una noche con los amigos. Independientemente de si algunos de estos placeres son superiores a otros –lo cual está siempre sujeto a debate–, el hecho es que la diversión es parte sustantiva de la existencia de la inmensa mayoría de las personas (insisto: quizá haya excepciones).

Los que se indignan porque hay quienes dedican unas horas de su día a ver un partido del Mundial, razón por la cual –según ellos– no leen los proyectos de dictamen de la reforma energética, ven el Canal del Congreso o protestan afuera del Senado, menosprecian gravemente, de entrada, la capacidad del televidente deportivo para atender varias cuestiones en paralelo al Mundial.

En efecto, estos “ciudadanos totales” asumen, de manera absurda, que es imposible ver el partido del día y luego informarse de las novedades políticas y hacerse partícipe de los asuntos públicos. El supuesto oculto de su indignación es que la inteligencia de los televidentes deportivos no es suficiente para atender varios procesos en paralelo. Descartan que sea posible estar al pendiente, al mismo tiempo que de los partidos del día, de la discusión legislativa, por ejemplo. La premisa de la que parten es ofensiva para la inteligencia de quienes siguen el Mundial: dado que solo pueden atender una cosa, que sea la política, no el futbol.

Estos críticos de que los demás vean el Mundial, por su esclavizante concepto de ciudadano, se colocan a sí mismos en un terreno fértil para la hipocresía y hasta  para el autoritarismo. En la medida en que se dediquen a otras actividades además de la política, que es justo lo que reprochan a quienes ven el Mundial, caen en la “irresponsabilidad” que denuncian. De esta manera, se ubican frente a una disyuntiva: o no desempeñan ningún otro rol salvo el de ciudadano, para así dedicarse solamente a la política, o caen en una flagrante hipocresía.

Ahora bien, querer imponer a los demás, a toda costa, el modelo de ciudadano que a uno más le convence es autoritario. ¿Solo hay una manera de ser un ciudadano ejemplar? Tal parece que para ellos sí. Yendo aún más lejos: ¿la única forma de ser un ciudadano ejemplar es la que estos “ciudadanos totales” definen? Qué poco compromiso con la pluralidad. Una cosa es pensar que ha de ser triste entregar toda la existencia a la política –como aquí sostenemos– y otra muy distinta es querer imponer a los demás cierta manera, presuntamente ejemplar, de ser ciudadano.

Estar al pendiente de las discusiones en torno a la reglamentación de las reformas constitucionales en materia energética y de radiodifusión y telecomunicaciones es de enorme trascendencia, pues en ello se juega parte importante del futuro del país. Por fortuna, se puede hacer eso y estar al pendiente del Mundial. Desde luego que también se puede inventar un relato conspiracionista sobre la relación entre el calendario legislativo y los partidos del Mundial; ofuscarse ante esta supuesta trastada de nuestros representantes; y dedicarse exclusivamente a seguir el proceso legislativo para tratar de incidir sobre él, mientras se reprocha a los demás que no hagan lo mismo.

Ojalá que quienes se empeñan en dedicar inteligencia, voluntad, sentimiento y hasta corporalidad exclusivamente a la política –o cuando menos dicen hacerlo así–, se den tiempo también para otras actividades, cuando menos a manera de experimento. El Mundial ofrece una oportunidad única para divertirse, incluso a quienes no les gusta el futbol. En aras de que estos “ciudadanos totales” no se vayan a sorprender cuando se percaten que hay otros roles además del de ciudadano, conviene anticiparles: también hay vida fuera de la política.

@GermanPetersenC 

Germán Petersen Cortés
Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el ITESO y Maestro en Ciencia Política por El Colegio de México. En 2007 ganó el Certamen nacional juvenil de ensayo político, convocado por el Senado. Ha participado en proyectos de investigación en ITESO, CIESAS, El Colegio de Jalisco y El Colegio de México. Ha impartido conferencias en México, Colombia y Estados Unidos. Ensayos de su autoría han aparecido en Nexos, Replicante y Este País. Ha publicado artículos académicos en revistas de México, Argentina y España, además de haber escrito, solo o en coautoría, seis capítulos de libros y haber sido editor o coeditor de tres libros sobre calidad de vida.

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