¿Por qué el día del padre?

17/06/2014 - 12:01 am

¿Por qué un día y no todo el año? Porque los padres no somos importantes todo el año y los hijos deben sensibilizarse para festejarlo a uno, aunque (por cierto) tienen escasa imaginación.

Me invitaron a desayunar dos veces y a comer una vez más. El día habría sido una perdedera de tiempo de no ser por mi nieto que quiso conocer la zona Centro de la ciudad. Ver sus ojos de asombro frente a las novedades que no se acostumbran en el oriente de Ciudad Juárez, donde vive y estudia, valió la pena y me hizo el día.

Recuerdo a mi padre, don Arnulfo, desde que tuve consciencia clara de mí mismo (a los 7 años) hasta que murió, de 1953 a 1991. En esos 38 años viviendo bajo su sombra y esfuerzo, nunca le festejamos el día del padre; siempre que alguien se lo proponía, recibía por respuesta: las fiestas son para tu mamá.

¿Qué había atrás de aquella arrogancia? Otro esquema de familia, otro sentido de responsabilidad, otra dimensión del hombre y su papel en la vida.

Él era el padre, el líder familiar todo el año aunque le cedía un día a su esposa para que nos arremolináramos junto a ella a decirle lo mucho que la queríamos. Pero a don Arnulfo lo respetábamos los doce meses, sin faltar jornada.

Ellos dos tuvieron 14 hijos, de los cuales diez nos reprodujimos y sumamos más de 50 nietos, actualmente padres de más de cien que forman la tercera generación de la familia, algunos de los cuales ya iniciaron la cuarta. Todos los descendientes recordamos con admiración a quién, habiendo sido hijo único, sembró la simiente para una enorme familia.

Pero, actualmente miles de mujeres solas tienen que luchar a brazo partido para sacar adelante a sus niños, miles de hombres son incapaces de organizarse para exigir un salario decoroso o defender la propiedad de la nación, miles de varones ven desaparecer tranquilamente el ejido y el artículo 123. Ya ni a los machos de los sindicatos los invitan siquiera a los desfiles.

En estos días que las mujeres tienen que trabajar, no por su liberación, sino por su doble opresión y arrimar su sueldo al hogar. En estos días que los padres necesitamos que nuestros hijos nos recuerden el segundo domingo de junio, con tuits y publicaciones de “¡Felicidades!”, no podemos ignorar que a fin de cuentas, sus expresiones cursis son tan auténticas como la sobriedad del silencio frente a nuestros padres.

Aunque, cómo van los tiempos, poco tardarán en regalarnos tarjetas del metro o vales de gasolina para ir a la oficina, porque “no es de hombres” obsequiar licuadoras.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.
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