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Gustavo De la Rosa

17/04/2018 - 12:00 am

La política es ficción, pero la muerte es real

Publican que “la principal prioridad de la CBP es evitar que los terroristas y sus armas entren a los Estados Unidos” pero entre México y EU, aunque se arresta hasta medio millón de migrantes al año, no se ha detenido un solo terrorista o una sola arma dirigida a realizar una agresión en aquel país; al contrario, sicarios y cientos de armas ingresan diariamente en dirección contraria. Y por la noche muchos de esos matones regresan a dormir allá, donde se comportan como ciudadanos ejemplares.

“¿De qué sirven entre 200 y 400 guardias nacionales por estado, si la franja fronteriza es tan extensa y en donde la agencia tiene ya 3 mil 200 puertos de ingreso distribuidos?”. Foto: Nacho Ruiz, Cuartoscuro

Los poderosos crean ficciones políticas que venden a sus ciudadanos a través de la propaganda, aprovechando el alto nivel de ignorancia de sus connacionales; aunque hay muchos ejemplos históricos de esto, lo grave de estos engaños masivos en particular para un país belicoso, es que a la par de la ficción política viene una agresión real contra el supuesto mal que acaba con miles de vidas.

Un ejemplo de esta ficción política es el incendio del Reichstag apenas un mes después de que Hitler ganara las elecciones de 1933 en Alemania; se acusó a un joven obrero comunista, Marinus van der Lubbe, de ser el autor del incendio y, con este pretexto, Hitler consiguió que se declarara el estado de excepción en Alemania y se iniciara una persecución generalizada contra los comunistas.

Esta persecución acabó por eliminarlos del parlamento, lo que modificó el estado de fuerzas democráticas y permitió a Hitler avanzar hasta convertirse en el “Führer und Reichskanzler” (líder y canciller alemán), una combinación de una posición institucional con liderazgo moral. Acusar a los comunistas del incendio al Reichstag fue una ficción que se tradujo en miles de detenciones y muertes, y en la consolidación de Hitler como el dictador que provocó la Segunda Guerra Mundial y 70 millones de muertes.

Otro episodio de ficción política que tuvo como resultado miles de muertes fue el ataque a la flota norteamericana en el golfo Tonkín, el 4 de agosto de 1964; la agresión a los buques, que sólo se vio en radares y que esa misma noche el capitán John J. Herrick (responsable operativo) rechazó que hubiera sucedido, fue motivo para que el Pentágono iniciara el bombardeo masivo a Vietnam del Norte y metiera a Estados Unidos en un conflicto que acabó con miles de vidas estadounidenses y vietnamitas, y con la derrota norteamericana 10 años después.

La ficción política sobre las armas de destrucción masiva que tenía en sus manos Sadam Husein, y que sirvió de pretexto para la invasión de Irak, desató una guerra que aún no termina.

Así, en este contexto, se dan las recientes acciones de Donald Trump: Descubre una invasión masiva ficticia de indocumentados y narcotraficantes a Estados Unidos, y ordena una (también ficticia) movilización de la Guardia Nacional como propaganda para futuros ataques reales, pero ¿por qué es ficticia la invasión de migrantes?

Quienes vivimos en la frontera advertimos inmediatamente cuando se dan cambios demográficos importantes. Notamos la migración de mediados de los 50, cuando miles de laguneros nos trasladamos a Juárez huyendo de la sequía que azotó la Comarca; en los 70 sentimos el abandono del campo chihuahuense y del norte de Durango a favor de la primera etapa de la industria maquiladora; en 1985 cientos de defeños se trasladaron aquí, exiliados por el temblor, y finalmente en los 90 la llegada masiva de veracruzanos, hidalguenses, oaxaqueños y habitantes del Estado de México. Los fronterizos lo advertimos, detectamos y algunos imbéciles hasta los discriminaron.

Si hubiera una migración de centroamericanos ya la habríamos notado. No hay tal concentración novedosa de pobladores de aquellos países, es otra ficción política para asustar a los ciudadanos del país vecinos con fines propagandísticos. La otra ficción es la militarización y el muro.

La movilización de la Guardia Nacional es una caricatura: Cada nuevo gobernante moviliza un número simbólico de miembros de las fuerzas armadas, con tantas limitaciones sobre sus acciones que sólo acaban estorbando y que apenas sirven como testigos de papel, porque no pueden interrogar a los migrantes o siquiera detener a alguien; sólo apoyan a los agentes en tareas de soporte.

Publican que “la principal prioridad de la CBP es evitar que los terroristas y sus armas entren a los Estados Unidos” pero entre México y EU, aunque se arresta hasta medio millón de migrantes al año, no se ha detenido un solo terrorista o una sola arma dirigida a realizar una agresión en aquel país; al contrario, sicarios y cientos de armas ingresan diariamente en dirección contraria. Y por la noche muchos de esos matones regresan a dormir allá, donde se comportan como ciudadanos ejemplares.

¿De qué sirven entre 200 y 400 guardias nacionales por estado, si la franja fronteriza es tan extensa y en donde la agencia tiene ya 3 mil 200 puertos de ingreso distribuidos? Los boletines oficiales de la Border Patrol festejaron la captura este mes de un Mara Salvatrucha. Los terroristas y sus armas son pura ficción.

Lo mismo es la construcción del muro; al fin han empezado a levantar la primera etapa de la muralla a 20 kilómetros de la catedral de Ciudad Juárez, en Santa Teresa. La zona es un desierto por donde sólo cruzan lagartijas, y allí han decidido comenzar una barda de 32 kilómetros de largo, pues es para todo lo que les alcanza el presupuesto; pero ¿qué son 32 kilómetros en una franja de 3 mil 500 kilómetros de largo? Es una patraña, una ficción que le cuentan a los votantes americanos de extrema derecha.

El muro y la militarización de la frontera son pura propaganda, sólo quieren sembrar el odio en contra de los mexicanos y presentarnos como un peligro para los estadounidenses más ignorantes y retrógradas. Pero, aunque esto se advierte a primera vista, realmente ignoramos cuál será la verdadera intención de los políticos del vecino país.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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