CLEMENT: EL DOLOR DEBE ESTAR EN PRIMER PLANO

17/04/2012 - 12:00 am
Foto: José Antonio Cruz

Jennifer Clement, la rubia escritora mitad americana mitad mexicana, autora de la poderosa y breve biografía La viuda Basquiat, acaba de ganar el National Endowment for the Arts Fellowship in Fiction 2012, uno de los premios más importantes para los creadores en Estados Unidos.

Lo ha conseguido gracias a un manuscrito que ahora termina, siguiendo una férrea rutina que inicia a las 5 de la mañana. Se trata de un libro de muchas páginas y del que no quiere dar detalles porque dice ser “un poco supersticiosa”. Del nuevo libro de la también autora de Una historia verdadera basada en mentiras (Anagrama) sólo se sabe que una parte transcurre en Acapulco.

A su oficio de poeta y novelista, Clement le adosa una tarea intensa al frente del PEN Club México, en cuya presidencia está a punto de cumplir los dos años.

Una labor política que ha conseguido poner en el tapete de las discusiones internacionales sobre los asesinatos y desapariciones de los periodistas en México, víctimas de la guerra del narco, y la ha obligado a entrevistarse con embajadores, dirigentes de derechos humanos, autoridades de la PGR y hasta con el mismísimo presidente mexicano Felipe Calderón Hinojosa.

Fue bajo la presidencia de Clement que, en el pasado enero, una delegación del PEN Club Internacional, encabezada por su presidente el novelista John Ralston Saul, llegó a nuestro país para expresar su solidaridad con el castigado gremio periodístico.

Tan sólo en 2011 se registraron 17 homicidios: 13 periodistas, dos trabajadores en áreas distintas a la redacción, dos de talleres y aparte dos familiares, lo que sumado en los años de gobierno panista, representan 101 asesinatos: 85 periodistas, ocho trabajadores de talleres, seis familiares de víctimas y dos amigos, a las que deben agregarse 14 desapariciones.

Foto: EFE

Se trata de un centenar de víctimas que en el contexto de casi 60 mil muertos que ha dejado la guerra del narco podría parecer ínfima, pero que en el marco de una profesión destinada a dar voz a los que no la tienen y a informar sobre los hechos acontecidos con veracidad y profesionalismo, constituye un oscuro capital para un sistema que se dice democrático y que pretende proteger hasta las últimas instancias el ejercicio libre del periodismo y la libertad de expresión.

“Ningún hombre es una isla… por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”, decía el poeta inglés John Donne en un verso que ha traspasado las fronteras de la historia y que Jennifer Clement ha hecho suyo, respondiendo a los principios morales que rigen a una institución de larga data como el PEN Club Internacional.

PEN, cuyas siglas obedecen a “Poetas, Ensayistas y Novelistas”,  es la asociación mundial de escritores. Fue fundada en 1921 por C.A. Dawson Scott (1865-1934), autora entre otros de “Sappho”, el célebre poema épico sobre los derechos femeninos y por el cual la escritora se ganó el apodo de “Señora Safo”.

En sus primeros años, el PEN Internacional sólo tenía centros en Europa. Actualmente, tiene 145 centros en 103 países y constituye una organización destinada a luchar por la libertad de expresión y a apoyar a los escritores perseguidos por sus ideas.

México fue uno de  los primeros países en afiliarse al PEN Internacional. Dice Jennifer Clement que durante muchos años, el PEN local se dedicaba a organizar recitales de poesía y a apoyar a los periodistas y autores encarcelados en otras partes del mundo.

La situación ha cambiado: “En México enfrentamos un nuevo orden en la censura: el acoso y la ejecución de periodistas por organizaciones criminales.  La valentía de los periodistas locales e internacionales al cubrir estos asuntos es formidable”, precisa.

En la entrevista que Jennifer Clement otorgó a SinEmbargo.mx descubrimos a la autora y a la militante, una voz fuerte de la creación literaria local que extiende sus brazos solidarios para propiciar la transformación positiva en un país donde todo parece virar del gris al negro y del negro a lo más negro.

Foto: José Antonio Cruz

YO, ESCRITORA

Nació en 1960 en Greenwich, Connecticut y en 1961 fue traída con su familia al Distrito Federal. En la adolescencia, se mudó a los Estados Unidos para cursar la escuela secundaria en Cranbrook Kingswood, luego de lo cual estudió Inglés y Antropología en la Universidad de Nueva York. Tiene dos hijos de su primer matrimonio y desde hace 20 años es pareja del escritor mexicano Víctor Manuel Mendiola.

¿Siempre supo que iba a ser escritora?

–Sí, de chiquita. Todavía conservo poemas que escribí a los 7 años. Tenía una obsesión con Italia. Venecia me parecía un lugar fantástico y tengo un largo poema sobre esa ciudad. Son escritos que tengo guardados pero que por supuesto nadie ha leído. (risas)

¿Y cuándo se sintió escritora con todas las letras?

–Más o menos a los 20 años empecé a publicar poesía y entonces comencé a pensar que mi vida iba por ahí.

¿De dónde viene usted?

–Mi papá es de Nueva York y mi mamá es de Nebraska. Me trajeron a México cuando yo tenía un año y de hecho, mi hermana nació aquí. Cursé la escuela primaria en México, la secundaria y la universidad en Nueva York y en el 87 regresé. Mi caso es parecido al del escritor que el 23 de abril visitará México, el australiano DBC Pierre. Los dos fuimos al Edron, la escuela inglesa en México y los dos escribimos en inglés. Mis padres se enamoraron de México y decidieron quedarse aquí. Mi padre era ingeniero químico y construyó las primeras plantas de agua en este país. Le pidieron que regresara, pero no quiso. Era un hombre que leía muchísimo, así que supongo que mi lado literario viene de él. Se sabía todo Shakespeare de memoria, se la pasaba recitando poemas, pero lamentablemente murió muy joven. No vio mis escritos, ni siquiera conoció a mis hijos…

Mil veces le deben de haber hecho la pregunta de si usted es “gringa” o mexicana…

–Sí. Supongo que soy un híbrido entre las dos nacionalidades. Lo que siempre he tratado de hacer es escribir en un inglés muy puro y no en un inglés chicano. Porque en mis libros lo que está sucediendo sucede en español, sería ridículo meter palabras en cursivas en español. El lector da por hecho que todo sucede en español. He cuidado mucho mi inglés, algo que la crítica ha valorado. También escribí cosas originalmente en español, pero me siento más cómoda  con el inglés. Estoy muy contenta porque acaban de hacer una enorme antología con todo lo que se ha escrito sobre la Alhambra en poesía y han incluido un poema que escribí en español, lo cual es algo maravilloso para mí. Digamos que hago un poco las dos cosas, que estoy entre dos aguas.

¿Es usted primordialmente poeta?

–Hago una fusión de géneros. Dentro de mi prosa puedo tener sonetos, pero uno no se da cuenta porque los abro y los pongo como prosa. Hay una música que no se percibe visualmente, pero que sucede en la narrativa. Incluso la palabra novela me da la sensación de que no funciona para lo que hago. Un poco, como lo que dijo Virginia Woolf: escribo elegías.

Sus dos libros más conocidos, La viuda Basquiat y Una historia verdadera basada en mentiras, la llevaron a ser muy leída por las mujeres ¿Esa es una opción pensada o una consecuencia de su literatura?

–Una consecuencia. Obviamente me importan mucho los problemas de género y a veces pienso que esta especie de fusión que hago me ayuda acercarme a un dolor. Por ejemplo, la voz de la sirvienta en Una historia verdadera… es una voz sincrética, una voz católica mezclada con una prehispánica que se funden dentro de ella. Sobre todo porque en el caso de una sirvienta siempre le enseñan a decir que sí, a no expresarse, a sumirse en el silencio.

¿Ha sido usted una de esas mujeres que dicen a todo que sí?

–(risas) Todo lo contrario. Siempre he sido muy rebelde. Detesto la autoridad. Cuando dejé de ser una niña me puse muy feliz, porque ya no debía obedecer a nadie.

¿Y con sus hijos cómo fue el tema de la autoridad?

–Bueno, no he sido una madre autoritaria y ellos ya están grandes. Richard tiene 23 años y estudia en Londres y Sylvia tiene 21, está en el tercer año de la universidad. Son mis grandes amigos.

¿Cuál diría que fue su novela más exitosa?

–Bueno, Una historia verdadera basada en mentiras fue traducida a varios idiomas y en mayo se estrenará en París una obra teatral basada en la novela, lo cual como es obvio me tiene muy sorprendida y feliz. El tema de la servidumbre es algo pesado en el mundo, está muy relacionado con la trata de personas, con la esclavitud. La compañía teatral francesa que está preparando la obra, incluso ha mandado a hacer música original…estoy muy emocionada. La obra se estrenará el 14 de mayo y al estreno vendrá “La viuda Basquiat” (Suzanne Mallouk, pareja de Jean-Michel Basquiat). Somos grandes amigas y ella, además, ha sido mi musa. Mi libro, de hecho, es un tratado de amor hacia ella.

Aunque también Jean-Michel Basquiat es sustancia en el libro… como si fuera también una biografía él…

–Ha pasado mucho tiempo. Jean-Michel murió a los 27 años y en 2011 hubiera cumplido 50. Es curioso cómo el tiempo es algo tan importante en la vida de la gente. Es tan grato, en estos momentos, que todos aquellos que conocieron a Basquiat, que vivieron como yo ese momento histórico de Nueva York, se acerquen para decirme que mi libro cuenta la verdad. Incluso Michael Holman, el creador del grupo Gray (integrada, entre otros, por Basquiat y el actor Vincent Gallo), me ha dicho que La viuda Basquiat es testimonio de lo que realmente pasó…

Y ahora tendrá que ver Una historia verdadera…en el teatro. Me llama la atención, porque tiene una prosa bastante abigarrada, compleja… ¿qué tanto se lleva usted con el lenguaje teatral?

–Bueno, el tema es muy interesante, porque leo mucho teatro y en mis novelas, los diálogos son teatrales. Pienso mucho en Tennessee Williams, en Harold Pinter, en los grandes dramaturgos, porque en muchas de las novelas que leo me disgusta a menudo la pobreza de los diálogos.

¿Y sus novelas cómo se llevan con el cine?

–Whoopi Goldberg compró los derechos de Una historia verdadera… pero luego no se hizo, no sé por qué. En los Estados Unidos, de la esclavitud, los negros pasaron al servicio doméstico, así que mi novela tiene mucha resonancia…

¿Vio le película reciente Criadas y señoras?

–Sí, la vi, claro que hay bastantes similitudes, con la diferencia de que tanto en aquella novela como en su versión cinematográfica, hay un final feliz. En la sociedad estadounidense tienen problemas con los finales que no son felices. Durante la presidencia de Bush, no permitió que se fotografiaran los ataúdes que bajaban de los aviones, provenientes de la Guerra de Irak. Hay una tendencia en general en esa sociedad que tiene que ver con no querer aceptar ni mirar el dolor.

 

EL GRITO QUE DUELE

Desde que Jennifer Clement asumió como presidente del PEN Club México se ha dedicado a darle voz a las víctimas asesinadas y desaparecidas en el periodismo local, merced a lo que se conoce como guerra del narco.

Su voz suena fuerte y es un grito que pretende poner el dolor en primer plano y aportar con su lucha a que se detenga el río de sangre en que México ha sido sumergido durante el último sexenio.

Hay mucha apatía en México con respecto a las víctimas de la Guerra del Narco, ¿no lo ve así?

–Bueno, puedo hablar de mí, de nosotros como PEN, una institución que se ha visto obligada a cambiar en virtud de las circunstancias. Siempre apoyaba causas en el exterior y aquí organizaba lecturas de poesía. Publicaban una pequeña revista que se llamaba La pajarita de papel, pero cuando llegué a la presidencia me di cuenta de que no era el momento para hacer, precisamente, lectura pública de poemas. Toda nuestra energía debía ser concentrada en la pérdida de la libertad de expresión, el acoso a los profesionales de la información, los periodistas asesinados y desaparecidos. Eso es lo que venimos haciendo desde hace dos años y medio, una lucha que culminó con ese acto muy grande de enero en Casa Lamm.

Foto: Pen International

¿Cómo llegó usted a la cabeza del PEN México?

–Por una votación democrática. El PEN había estado inactivo y caído en un cono de silencio desde hace algunos años y comenzó a haber cierta presión del PEN Internacional. ¿Cómo es posible que se esté matando a los periodistas y el PEN México no trabaje?, se preguntaban. Así que fue una elección azarosa, para la que consulté a los miembros legendarios del organismo, Gabriel Zaid, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, necesitábamos reiniciar la tarea con fuerza.

¿Y qué fue lo primero que hizo?

–Crear los premios a la excelencia (N.d.R.: El Diario de Juárez, Braulio Peralta y Ediciones el Milagro estuvieron entre los premiados) para darnos visibilidad y luego mandar todos los recortes de la prensa mexicana a Nueva York, digo aquel material que daba cuenta de las agresiones a los periodistas locales. También me acerqué a la organización Artículo 19 para preguntarles qué podíamos hacer nosotros como organismo a favor de la lucha en contra de la agresión a los periodistas. Entonces hicimos en Nueva York un acto llamado Las Balas Censuran a la Prensa: Una noche en solidaridad con los periodistas en México, en el que participaron Carmen Aristegui, Paul Auster, Julia Preston, Luis Miguel Aguilar, Jon Lee Anderson, Don DeLillo, Laura Esquivel, Alberto Ibargüen, Víctor Manuel Mendiola y José Luis Martínez. Luego vino la carta firmada por 144 escritores, entre ellos muchos Premio Nobel, destinada a hacer presión sobre el tema.

El PEN tiene fuerza…

–Sí, nos reunimos con embajadores, con Marcelo Ebrard, con el presidente del Senado, fuimos a hablar con muchas personas. Lo que tiene el PEN de increíble es que en un minuto puedes tener a escritores de 144 países, apoyando un asunto. Es muy valioso.

Se busca la institución de una ley federal.

–Por supuesto, no hay una sola persona detenida por los asesinatos a periodistas ni investigada por las desapariciones. Entonces, la ley para proteger a los profesionales tiene que ser federal, no estatal. El Senado ya aprobó el carácter federal de dicha ley, ahora empieza el proceso de ir a cada Estado y el PEN, de manera modesta, aportó su cuota de presión para que ello sucediera.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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