La comparación ilustra

17/01/2015 - 12:02 am

Fue impactante la respuesta del pueblo francés ante el atentado al equipo editor de la revista Charlie Hebdo. El fin de semana pasado tomaron las calles cuatro millones y medio de ciudadanos pidiendo libertad, cantando la Marsellesa, gritando “¡No pasarán!” y vivas al país galo. Vaya contraste, vaya lección para nosotros los mexicanos.

Es imposible evitar la comparación de ciudadanías, pero al hacerla no pueden quedar fuera tres factores insoslayables: el hecho de que Francia es la cuna de la libertad de expresión, es el país más protestador del planeta y algo crucial: el ataque fue perpetrado por extranjeros en suelo francés; esto hace del incidente una afrenta nacional.

Pero tampoco  pueden quedar fuera del análisis otros datos duros: allá se trató del asesinato de 17 personas, en Iguala fueron 43 en un solo evento; en Tlatlaya, semanas antes, 22. Buscando a los de Ayiotzinapa han sido descubiertas (habrá más encubiertas) decenas de fosas clandestinas, y sigue la mata dando.

El atentado a Charlie Hebdo fue motivado por un férreo fanatismo religioso, lo de aquí por el desprecio por el pueblo, el desquitarse con los pobres porque piensan y cuestionan. Aquello es el crimen de un estado extranjero en suelo francés, lo de aquí han sido ataques del gobierno nacional a la ciudadanía que paga sus fortunas con hambre.

A finales del año pasado, en varios escenarios, las fuerzas mexicanas del orden público –azuzadas por los infiltrados– reprimieron a los contingentes; en Francia, la ciudadanía manifestante aplaudió a la policía. El presidente francés, François Hollande, recibió la presencia solidaria de los líderes de Alemania, Palestina, Malí, Israel, España e Inglaterra. En México las autoridades se “taparon”, no asomaron la cara para evitar las críticas –precisamente su reacción más condenable–, y parece que les resultó: las movilizaciones por los 43 normalistas de Ayotzinapa ya comienzan a perder fuerza. Es la vieja receta del olvido por aburrimiento, tan diestramente manipulada por las cúpulas.

En París la manifestación sumó casi dos millones de indignados; en México sólo en una ocasión (en el zócalo capitalino por el desafuero de López Obrador) se llegó a contingentes de esa magnitud. El caso de los 43 de Ayotzinapa reunió a 100,000 manifestantes en Avenida Reforma, según las organizaciones civiles; la policía del Gobierno del Distrito Federal contó 20 mil; estimemos las protestas en la provincia y partamos de una cifra alta: 200,000 en todo el país, en los varios días de protestas. Así que la población francesa es de la mitad que la mexicana, y en un día protestaron diez veces más personas que nosotros; en proporción, veinte veces más.

Cherif y Said Kouachi, los hermanos que perpetraron el ataque a la revista el miércoles 7 de enero, fueron abatidos dos días después… sí, dos días. ¡Cómo duele eso en este México de una impunidad que se extiende por años décadas! Y una diferencia más, la más dolorosa: las movilizaciones por los 22 de Tlatlaya y los 43 normalistas de Ayotzinapa ya comienzan a perder fuerza. Se desdibujan por la miopía de la apatía. Como si los actos de gobierno sólo afectaran a los inconformes. Como si el silencio cómodo no fuera cómplice de los crímenes.

En otro campo, Carlos nos envió una síntesis reveladora de las diferencias de precios entre Francia y México, reflejada en los precios de medicinas de patente: “…los comerciantes de los medicamentos tienen el descaro de vendernos los medicamentos hasta 300% más caros de lo que se paga en Francia.” Y enlista cuatro: Fosamax – 805 pesos en México, 380 en Francia / Rocaltrol – 502 Mx, 181 Fr /  Atrax – 2,000 Mx, 675 Fr / Pantoprazol – 442 Mx, 119 Fr.

Ya sé que es de mal gusto comparar a México con Francia. Pero es inteligente tomar su ejemplo. Su país está bien porque lo construye la ciudadanía; el nuestro está mal por la indolente apatía de la mayoría.

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