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Alma Delia Murillo

16/12/2017 - 12:00 am

Ley del miedo interior

Pienso en el miedo de ida y vuelta, en el miedo palíndromo, en el que se leen los mismos espantos al derecho y al revés, el miedo como un monstruo de dos cabezas. La del gobierno aterrado porque se sabe culpable (el miedo nunca es inocente), y en la otra punta un gremio clasemediero cagado de miedo de perder sus privilegios. Eso somos.

“Pienso en el miedo de ida y vuelta, en el miedo palíndromo, en el que se leen los mismos espantos al derecho y al revés, el miedo como un monstruo de dos cabezas”. Foto: Cuartoscuro

Vivimos días terribles, es el sello de cada diciembre en este país.
Cíclicamente, el último mes del año ha demostrado ser la trinchera perfecta, la coartada colectiva donde nada es responsabilidad de nadie y todo es culpa de todos.
Diciembre es el marco ideal para cometer atrocidades mientras la flamante clase media exultamos en los centros comerciales, escuchamos villancicos, repartimos aguinaldos, rellenamos pavos, estrenamos teléfonos inteligentes, abrazamos familiares indeseables y nos revestimos de bondad navideña cortesía del niñito Jesús.

Además es fin de sexenio y como cada vez, los saqueadores en turno aceleran el proceso para cometer sus últimos actos de corrupción, de abuso, de imposición. Y se largan dando un portazo que hace temblar al país.
Pero lo que ha pasado con la Ley de Seguridad Interior estos días es de no creerse.
Sin dialogar, sin escuchar a ninguna de las instancias nacionales e internacionales que advirtieron al Congreso Mexicano de los peligros de aprobar su Ley de Seguridad Interior, los Diputados y Senadores la votaron a favor. La mayoría de quienes aprobaron son miembros de esa maldita epidemia que llamamos PRI.
¿Por qué votaron a favor?
Mi pregunta parece obvia pero creo que cabe, se me ocurren muchas respuestas, una de ellas tiene que ver con el miedo.

Pienso en el miedo de ida y vuelta, en el miedo palíndromo, en el que se leen los mismos espantos al derecho y al revés, el miedo como un monstruo de dos cabezas. La del gobierno aterrado porque se sabe culpable (el miedo nunca es inocente), y en la otra punta un gremio clasemediero cagado de miedo de perder sus privilegios. Eso somos.
Porque si en algo nos hemos convertido la clase media es en el alimento de la derecha. Y si algo nos caracteriza es el temor que nos vuelve tan pasivos e indolentes. El miedo es infalible, no sé si la fe mueve montañas, pero el miedo sí es capaz de dejarlas donde están y todos quietos. Que el mundo siga así, que no cambie, aunque la montaña nos aplaste hasta la asfixia.

Es por temor que desviamos la mirada de nuestra responsabilidad histórica hacia el recuento de las deudas en las tarjetas de crédito, de la colegiatura para que una escuela particular otorgue el certificado de ser “alguien en la vida” a nuestros hijos. Eso que llamamos calidad de vida lo queremos a toda costa, a cualquier precio. Y nos aterra hasta la parálisis perderlo.

Del otro lado se huele también el miedo en los que “gobiernan” (palabra ridícula, tan sinsentido ahora mismo), el miedo de los miembros del PRI, del Congreso, del gabinete presidencial, el miedo de Enrique Peña Nieto, el miedo por la debilidad de su candidato que los hace liberar al viejo perro de pelea que garantiza resultados, que si nos ayudas, Elba Esthercita, y te dejamos estar en tu casa, que le digas al PANAL que vamos juntos contra todo. El miedo del PAN y su rebeldía de baratija, el miedo del PRD y su corrupción rampante, el miedo de Morena y su impresentable alianza con el PES.

Vuelvo a preguntarme, ¿por qué aprobaron la Ley de Seguridad Interior? ¿A qué le tienen tanto miedo? Y lo repito: el miedo nunca es inocente.
Nadie que no tenga miedo se defiende de esa manera. El miedo es directamente proporcional a las acciones violentas con las que nos defendemos. ¿Qué hicieron en el PRI? ¿Qué van a hacer? ¿De qué nos vamos a enterar pronto? ¿Qué nos espera?
¿Por qué la llamada “oposición” no responde a la altura? ¿A qué le temen?

Y nosotros, esta humareda llamada sociedad civil. Y nosotros, esta entelequia llamada clase media, ¿qué entendemos por país y por ciudadanía si somos incapaces de la valentía colectiva?
Una sociedad con miedo es el alimento de las dictaduras. Un gobierno con miedo es el gatillo de la violencia.
Ninguna reflexión es exagerada, no tenemos idea de lo que acaba de pasar si esa ley se concreta y se ejecuta. Los mexicanos no imaginamos lo que será vivir con el miedo legalizado, metido en el WhatsApp, en el código civil, en las fiestas y en las manifestaciones pacíficas, en las casas, en el navegador de internet, en la cuenta de Twitter.
Sí hay un nuevo PRI, es éste. El que se ha superado a sí mismo.
Y este es el nuevo miedo de una sociedad que tolera hasta lo inaudito, un miedo que está haciendo todo para institucionalizarse. ¿De verdad seremos tan cobardes?

@AlmaDeliaMC

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