Pocas mujeres pueden –sobre todo a la edad de 53 años- convocar a la cámara y los espectadores siempre sobre ella.
Una bella luz interior, que se estrenó ayer gracias a Mantarraya Producciones, trae a una rutilante Juliette Binoche, vestida como una adolescente, perdida en una profesión que es su trabajo (es pintora, artista visual), pero que no logra contentar lo que ella siempre busca: “un poco de amor”.
Inspirada en Fragmentos de un discurso amoroso, de Roland Barthes, Claire Denis filma encuentros amorosos y eróticos de Isabelle, relaciones que se rompen a veces inexplicablemente o romances que apenas se ven o que pueden avistarse en el futuro.
Entre situaciones que se repiten generando chistes o escenas ridículas, Isabelle parece siempre metida en la aventura de buscar, de buscarse, sin hacer demasiado contacto con sus hombres, que la ven como en un espejo, ajena a ellos.
Los varones pueden ser coleccionables y nunca mostrarse tal cual son, lo importante es la cabeza de Isabelle. Ni siquiera el cuerpo. Ni siquiera sus gestos. Es lo que pasa dentro de la mente de una mujer en crisis que nada, ni la hija, ni los cuadros, ni el pescado que compra en una tienda cerca de su casa, le interesan.
La película tiene baches y a veces puede aburrir, pero ver a una mujer que es como una misma en la pantalla no permite que uno se vaya hasta el final.
¿Qué tiene el final? La nada absoluta, la crisis en su punto vital, sin mucho que decir ni guiar.
Juliette Binoche ha hecho de sí una actriz capaz de atrapar todos los que las mujeres en su edad viven. Ya lo habíamos visto en La insoportable levedad del ser, cuando con sus piernas gordas, sin nada de maquillaje, inauguraba un modo de belleza natural y envolvente, hasta ahora, cuando vestida de niña en el cuerpo de una dama en la mitad de su vida, trata de encontrar un acompañamiento, una vida que imagina pero que nunca se da.
¿Cómo no recordarla en la primera entrega de la trilogía de Krzysztof Kieślowski, cuando en Blue nos pasa su sufrimiento por la muerte inesperada de su marido y su hija?
La incomunicación entre los hombres y las mujeres es vista por Claire Denis como un problema sin rumbo, algo por lo que ya no vale la pena luchar. Y Juliette Binoche así lo confirma.
