Soy totalmente imbécil

16/11/2012 - 12:02 am

“Soy totalmente Palacio” ha sido una de las campañas más exitosas y ovacionadas en el mundo de la publicidad.

¿Y por qué no decirlo? Una de las más chocantes y odiosas. Frases como “Te daría mi vida, pero la estoy usando”, “Si tropiezo con una piedra, quiero que sea preciosa”, “Hay dos cosas que una mujer no puede evitar, llorar y comprar zapatos”, “No te quiero porque te necesito, te necesito porque te quiero” son las que encontramos en los espectaculares, acompañados por mujeres y hombres  de estándares físicos impecables (delgados, con ropa de alta costura, peinado y maquillaje perfectos).

Es de obviar que esta campaña está dirigida a un mini mercado en México con un gran poder adquisitivo. Ni siquiera el Buen Fin de Calderón me parece que hará accesible estas prendas y accesorios para el común de la población, aunque el marketing aspiracional con el que están diseñadas estas campañas provocará que muchos se endeudarán para que el interior de sus casas imiten a las de las revistas y la ropa de sus hijas se parezca a las de sus amigas de otros códigos postales.

¿Cuántas veces sus hijos o hijas no les han pedido algún juguete que está fuera del alcance de sus manos y aún así lo compran? Yo me acuerdo que por años pedí a Santa Claus un hornito sofisticado y jamás me lo trajo. ¿Cuántas veces una familia promedio mexicana no tira la casa por la ventana en los quince años o en las bodas de plata? ¿Cuántas veces en Navidad participamos en el intercambio de regalos que incluye a toda la parvada de primos, cuñados, abuelos y compañeros de trabajo?

Y seguro que la resaca de enero nos recordará esto del Buen Fin o la Buena Navidad que nos dimos.

En Facebook me encontré con la contra imagen perfecta. “No me importa tu color, siempre te diré güerita”. Me hizo reflexionar como nunca. Yo soy totalmente Central de Abastos, que hay una en cada ciudad grande.

Y es que el concepto está buenísimo. Yo no soy güerita, pero en todos lados así me dicen, en el tianguis, en la calle. Oiga güera, pruebe la papaya. No sé si sea un albur o qué. En México es un hecho que uno de los tantos estigmas es el color de piel. Ser güero o ser güera tiene cierta importancia en nuestro país. Incluso existen cremas para aclarar la piel, Ponds Clarant B3: una pócima que promete hacerlo más blanquito sin el riesgo de terminar como Michael Jackson.

Y volviendo al tema de los espectaculares Palacio de Fierro, la verdad es que me gusta pero me asusta. Me gusta la ropa que veo en los aparadores, pero me asusta el consumismo. Me aterra el hecho de que si algún día tengo una hija quiera verse reflejada en un cuerpo photoshopeado e irreal de 90- 60-90. Por más campañas Dove que existan de “cuerpos reales”, la realidad es que a la mercadotecnia no le importa.

Terminé de escribir este texto y miré mi clóset, vi la cantidad de prendas que poseo y asumí parte del costo de pertenecer a esta sociedad, a esta cultura consumista. No me cabe en la cabeza que se me ocurra decir que no tengo nada que ponerme.

Supongo que a veces, como cualquier persona que se siente mal, acudo a algún estímulo exterior para mejorar el humor, aunque esté consciente de que se trata de un paliativo que no me resuelve nada.

Me di cuenta que la cantidad de vestidos que cuelgan de la percha, los zapatos que acumulo y que se empolvan, reflejan quizá un vacío emocional. Por supuesto que me purgan estas campañas, pero lo que intento comprender es a qué bajos instintos apelan del ser humano y no creo que sean a los mismos que provocó Sharon Stone en su película.

Un helado o un chocolate, una bolsa o una blusa pueden mermar mi sentimiento de impotencia, y en ocasiones ofrecen una tregua, una reconciliación con la vida. Pero sólo por unos segundos, en los que haces el cambio transaccional y estrenas la blusa nueva en viernes. Quizá no te la vuelvas a poner en un año.

Por eso me gusta la irreverencia de esta contracampaña. Aunque también presenta otro problema, el del racismo. Pero ese, es otro tema.

@mariagpalacios

http://marianagallardopalacios.wordpress.com/

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