David Toscana

El peso de vivir en la tierra: un recorrido quijotesco por la literatura rusa

David Toscana

El peso de vivir en la tierra: un recorrido quijotesco por la literatura rusa

David Toscana

El peso de vivir en la tierra: un recorrido quijotesco por la literatura rusa

16/10/2022 - 12:00 am

David Toscana habló con SinEmbargo sobre El peso de vivir en la tierra, una novela en donde “ hace un espléndido recorrido por la literatura rusa y celebra a esos valientes escritores que fueron libres en un mundo que no lo era”.

Ciudad de México, 16 de octubre (SinEmbargo).– Un día, Nicolás decide cambiar su nombre a Nikolái Nikoláievich Pseldónimov y cual Quijote comienza a vivir en su propio mundo, lejos del norte de México, renombrando su entorno y viviendo como un personaje de Gogol, Dostoyevski, Tolstói, Chéjov o Bábel, imitando sus infamias y padeciendo sus desgracias.

El argumento corresponde a El peso de vivir en la tierra (Alfaguara), la novela del mexicano David Toscana que transcurre en el año de 1971, cuando el mundo está atento a la carrera espacial y los soviéticos han puesto a tres cosmonautas en la estación Sályut al tiempo que impiden a Solzhenitsyn viajar a Estocolmo para recibir su Premio Nobel. Es en contexto, que Nikolái le propone a Marfa, su mujer, y a Guerásim, un borracho que adopta, a viajar al espacio, en “una aventura que habrán de consumar tras degustar lo sublime y podrido de la condición humana”, como reza la reseña.

“El personaje es un oficinista al que la vida no le ofrece nada emocionante, excitante y él ve que hay, a través de sus lecturas de literatura rusa sobre todo, personajes que a pesar de que socialmente no son los ejemplos a seguir pues tienen unas vidas que los convierten en una obra de arte y que él si quiere acceder a tocar la humanidad, a hacer algo, no socialmente sino algo interiormente, entonces tiene que buscar ese proceso de degradación”, comentó el autor en entrevista con SinEmbargo.

En ese viaje liberador, Nikolái Nikoláievich Pseldónimov se convierte en un Quijote, como explicó el propio David Toscana: “Es el mismo, igual don Quijote comienza cambiándose el nombre, y empieza Don Quijote a emular a los caballeros y el mío empieza acaso con la diferencia de que el séquito que consigue mi personaje es más amplio que Sancho Panza, los empieza a juntar y hay un momento en donde ya jugando con las premisas de las novelas ya tampoco tienes que justificar mucho es como ‘ah, están jugando a esto y se acabó’”.

Precisamente como parte de esta dinámica que establecen los personajes y con el objetivo de viajar a las estrellas es donde hace conexión esta idea liberadora a la que busca acceder Nikolái.

“Entra también como una metáfora donde el personaje llega a decirles algo que al final hay un infinito pero que el infinito está aquí también, en las palabras, en los libros, entonces habla de los dos cosmos, el cosmos de allá y el cosmos de los libros, entonces es para que funcione como metáfora de las dos cosas grandes, de los dos infinitos que tenemos”, puntualizó el autor.

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—¿Por qué sus personajes se convierten en estos personajes de literatura rusa? ¿Para sobrevivir a su desesperanza, para darle sentido a la vida o para qué?

—Para darle sentido a la vida. El personaje es un oficinista al que la vida no le ofrece nada emocionante, excitante y él ve que hay, a través de sus lecturas en la rusa sobre todo, personajes que a pesar de que socialmente no son los ejemplos a seguir pues tienen unas vidas que los convierten en obra de arte y que él si quiere acceder a tocar la humanidad, a hacer algo, no socialmente sino algo interiormente, entonces tiene que buscar ese proceso de degradación.

Todos sabemos que cuando pasamos por alguna mala experiencia aunque no la deseamos, nos hace crecer más que las buenas experiencias, pero la forma en que lo digo es un poco moralina, en la novela es más profundo, es de verás tratar de alcanzar la condición humana y poder tocar esta frase de ‘soy humano, nada humano me es ajeno’ y yo me doy cuenta que muchas cosas me son ajenas porque hay tantas experiencias y eso el personaje decide, junto con la gente que le hace segunda, tercera voz, empiezan a convocar esta especie de aventura quijotesca a la inversa.

—Los fragmentos de las obras que recupera, ¿se reinventan a través del personaje o es el personaje el que se reinventa a través de estos fragmentos?

—Son las dos e incluso también como escritor me pasa que esto va en dos vías porque estos fragmentos tienen esta capacidad para sugerir y tienen capacidad para completar. Voy construyendo la novela y entonces yo tengo un argumento y digo ‘ah, para este argumento va bien esta cita’, pero a veces me encuentro con una cita y digo ‘necesito un argumento para esta cita porque es demasiado bueno’ y hay ciertas escenas que son espeluznantes como cuando llega Marfa de haber pasado su primera noche en la calle y yo, por supuesto, no se me hubiera ocurrido esa escena pero como la leo en Andréiev entonces lo traigo para que él me complete la imaginación, entonces por eso esto también le pasa al personaje, él a veces lleva la cita por delante pero a veces también le van surgiendo cosas.

—En ese sentido, se vuelve dentro del género de la novela y la ficción, también esto se presta para una cuestión de ensayo, ¿no?

—Sí. A mí me parece que la novela tiene varias caras porque es novela, por supuesto, pero tengo biografías breves de algunos autores, fragmentos de su biografía, hay la parte ensayística porque se habla de literatura y esta la parte antológica, es también antología porque es como si yo tuviera la idea de publicar las mejores frases de la literatura rusa y aprovecho y las voy pegando, pero también es una antología.

—Estos mismos pasajes de la novela se entienden y encajan a la perfección en este contexto de los años 70, en que se desarrolla todo, pero si usted los extrae y los pone en la actualidad, el mismo reflejo de la condición humana y de todo lo que existe en la novela también se puede palpar en la actualidad, ¿usted lo considera así?

—Como escritor quieres acceder a la universalidad y eso significa que uno puede esperar que la novela se lea hoy, se lea mañana, o que mis personajes yo los hubiese podido situar en una época u otra, se da el 71 por cuestión del accidente donde mueren los cosmonautas y entonces decido tomarlo como punto de partida sin estar consciente de qué me ofrece el 71. En el proceso de escritura veo que me ofrece muchas cosas, me ofrece el contexto político, la muerte de Nikita Jrushchov, la exposición de los diplomáticos rusos, los asaltos a bancos y las reuniones en la universidad, entonces esas cosas, si los cosmonautas se hubieran muerto en el 70 a lo mejor hubiera hablado del mundial del futbol y qué sé yo, a lo mejor hubiera sido mejor, no lo puedo saber, simplemente eliges el 71 y era como un restaurante dices ‘este es el menú y con esto me las voy a apañar para componerlo”.

—Hace mucho la comparación de este personaje con un Quijote situado en otro contexto en el aspecto quijotesco de alucinar a través de la literatura y llevar su imaginación a otro tipo de ambientes, ¿qué tan palpable es esa influencia entre el Quijote?

—“Es el mismo, igual don Quijote comienza cambiándose el nombre, y empieza Don Quijote a emular a los caballeros y el mío empieza acaso con la diferencia de que el séquito que consigue mi personaje es más amplio que Sancho Panza, los empieza a juntar y hay un momento en donde ya jugando con las premisas de las novelas ya tampoco tienes que justificar mucho es como ‘ah, están jugando a esto y se acabó’ porque me gusta que la novela sea un juguete y un juego, recordar cómo jugábamos de niños y nadie tenía que justificar nada y sí como adultos nos obligamos a justificar creo que nos aburrimos, mejor dejamos echar la imaginación y ya.

—El viaje al espacio queda muy grabado, es como el objetivo a trazar, por qué llevar al espacio a este personaje quijotesco, ¿por el contexto en el que está viviendo o por una cuestión más liberadora de dejar todo lo que hay en la Tierra y escapar de ello?

—Eran varias cosas. Uno, quería combinar en este personaje pequeño y que se degrado algo que siempre tienen las personas pequeñas que son sueños de grandeza y así como busca ser alcohólico, asesino y demás, también tiene este sueño, un sueño que inmediatamente se ve irrealizable, ningún lector en la página 5 piensa que de verás los voy a mandar al espacio, entonces entra como esto.

Entra también como una metáfora donde el personaje llega a decirles algo que al final hay un infinito pero que el infinito está aquí también, en las palabras, en los libros, entonces habla de los dos cosmos, el cosmos de allá y el cosmos de los libros, entonces es para que funcione como metáfora de las dos cosas grandes, de los dos infinitos que tenemos y recordé esta frase de ‘hay dos cosas que una maravilla” y habla del movimiento de las estrellas y la consciencia del ser humano, entonces sí.

—Esta idea se complementa con el título de la novela, ¿cuál es el peso de vivir sobre la Tierra de cada uno de estos personajes y en general esta idea?

—La mayoría quisiéramos una vida inflada con helio para no pesar tanto, para que todo sea ligero y en cambio nos gusta asomarnos a través de otros medios a la desgracia, a la tragedia, a la muerte, a la enfermedad porque es lo que necesita la novela, necesita drama, tragedia y muerte, y eso que es muy sano en la novela, es terrible en el ser humano y entonces tratas de, o sea yo no creo que, más allá de mis personajes, yo no creo que haya gente que de pronto suene tan autodestructiva, entonces quién se querría enfermar deliberadamente de tuberculosis, quién querría caer en esta degradación, yo creo que no es algo muy viable, pero eso es lo que finalmente tiene que proponer la novela, o sea, no todos los días amanecimos convertidos en insectos como Gregorio Samsa.

—Por último y creo que es importante, se ha dado un falso debate sobre cancelación, de cultura rusa y demás por las cuestiones políticas, ¿por qué siempre tratar de inmiscuirse las cuestiones políticas dentro de la Literatura? ¿Cuáles son los riesgos que se corren en ese sentido?
—Hablando del asunto contemporáneo de la cancelación, fue un intento fallido de cancelar a ciertos autores y, sobre todo, es un intento ignorante porque hay que ver que estos autores estuvieron luchando precisamente por la libertad, estuvieron luchando contra el autoritarismo y murieron por defender esos ideales, que se supone que los defiende el que los quiere cancelar, entonces no. Yo creo que habría que separar lo que es la cultura rusa de, en el momento presente, lo que son las instituciones rusas. La FIL de Guadalajara cortó nexos con las instituciones rusas porque claro que no quieren que vengan unos propagandistas de Putin a promover ciertas ideas o ciertos artistas que demostradamente han apoyado la guerra y ahí existe esta cancelación justificada, pero con gente muerta, con gente que dio la vida, con gente que estuvo en campos de concentración, con gente que le pegaron un tiro en la nuca, que le torturaron, que le censuraron, pues eso no lo podemos censurar nosotros como si fuéramos soviéticos de hace algunos años.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.