México

El género las desplaza

Mujeres y adolescentes tienen más espacio en aulas, pero mercado laboral las margina

16/10/2022 - 8:40 pm

A pesar de que la brecha de género en el acceso a la educación se ha cerrado en los últimos años, las adolescentes siguen enfrentando obstáculos, principalmente a partir de la secundaria y sobre todo en comunidades rurales, para que puedan continuar sus estudios.

Ciudad de México, 16 de octubre (SinEmbargo).– Históricamente, las niñas y mujeres han tenido menor acceso a la educación, y en México no ha sido la excepción. La situación para ellas se complica cuando viven en comunidades rurales, y también debido a los roles de género y de cuidados que persisten en las familias. 

Pese a estos factores, la brecha de género en los primeros años escolares se ha ido cerrando, y en años recientes las mujeres han tenido mayores oportunidades para insertarse en los espacios educativos, pero académicas consultadas advirtieron que esto no se ha traducido en más oportunidades en el mercado laboral.

“Yo creo que hay una visión de que las mujeres no necesitan tanta educación porque al final no van a estar participando tanto en el mercado laboral, entonces no hay que invertir tanto en ellas para que luego se conviertan en amas de casa”, expresó al respecto la académica Carla Pederzini Villarreal, de la Universidad Iberoamericana.

“Aunque las mujeres estén ganando en escolaridad, esta reducción de la brecha no está necesariamente significando que las mujeres estén participando más en el mercado laboral, o sea, que tengan más actividades en el mercado laboral; la participación de las mujeres en el mercado laboral en México se estancó y no ha logrado despegar mucho. Entonces, también hay que ver que todavía hay una fuerte idea de que las mujeres que se casan deben de encargarse de todos los quehaceres domésticos”.

Esto se ve claramente reflejado en las cifras más recientes de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) de abril de 2022, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), donde se observa una brecha de participación laboral de 76.3 por ciento para los hombres y de 45.6 por ciento para las mujeres. 

Existe en México una brecha de participación laboral de 76.3 por ciento para los hombres y de 45.6 por ciento para las mujeres. Foto: Cuartoscuro

Pederzini Villarreal señaló que aunque “las niñas han ganado mucho espacio en las escuelas primarias, no solamente porque ha aumentado la participación de las niñas, que sigue habiendo muchas deficiencias, pero también porque tienen un muy buen desempeño; (…) sin embargo, sigue habiendo una alta brecha; y en la educación universitaria las mujeres siguen siendo segregadas en ciertos tipos de carreras”.

Mientras que las cifras del Sistema Educativo proporcionadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para el ciclo escolar 2020-2021 indicaron que las tasas de abandono escolar en mujeres fueron de 0.4 a nivel primaria, 2.3 en secundaria y 8.8 a nivel media superior.

Las cifras del Inegi que exhiben las razones por las cuales niñas y niños no asisten a la escuela indican que el 35 por ciento no lo hace por falta de interés, aptitud o requisitos para ingresar a la escuela; el 16 por ciento por alguna enfermedad, accidente y/o discapacidad; el 13 por ciento por falta de recursos económicos; 10 por ciento por otra razón; nueve por ciento por trabajo; ocho por ciento por embarazo, matrimonio o unión y motivos culturales; cinco por ciento por inseguridad, discriminación y distancia de la escuela; y el cuatro por ciento por realizar quehaceres domésticos en el hogar.

En el caso de las niñas, existen además cuestiones específicas al género que suman retos para que permanezcan en la escuela, ya que incluso si las mujeres entran al mercado laboral, existen todavía brechas estructurales que marcan diferencias salariales y pueden influenciar la decisión de una familia para que decidan enviar a un varón a la escuela y que posteriormente ingrese al campo laboral, en comparación con una mujer.

Existen factores ideológicos y estructurales para que familias que dependen de que sus hijos e hijas se incorporen al mercado laboral, apuesten a los varones y no a las mujeres. Foto: Alejandro Rodríguez, Cuartoscuro.

De acuerdo con la organización “México, ¿cómo vamos?”, por cada 100 pesos que recibe un hombre como ingreso laboral en México, las mujeres reciben 84. A esto se suman los obstáculos existentes en sus hogares, donde muchas veces ellas son obligadas a labores de cuidado, mientras que a los varones sí se les respalda para continuar sus estudios.

“Todavía al día de hoy se pueden ver en la práctica muchas dinámicas familiares en donde se opta por que sea el niño quien va a la escuela, o quien terminando los estudios primarios siga la secundaria o siga la preparatoria, y esto no es nada más culpa de las familias que tienen estas ideas, hoy por hoy materialmente seguimos viviendo disparidad en los pagos”, sumó Tania Ramírez, directora de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim). “¿Cómo eso está impactando hacia abajo a las familias? Pues si va a salir uno de tus dos hijos a trabajar, ¿cuál va a traer más dinero y más recursos? El varón”.

SER NIÑA EN COMUNIDADES INDÍGENAS

Uno de los principales retos para que infancias que viven en comunidades indígenas rurales puedan acceder a los servicios de educación es que las instalaciones y recursos educativos son escasos, o están ubicados lejos de los hogares familiares. En el caso particular de las niñas de pueblos indígenas de San Luis Potosí, la investigadora Oresta López Pérez halló que además pueden enfrentarse a violencia y agresiones en sus trayectos, a ser casadas a una temprana edad o a que entren al campo laboral como trabajadoras domésticas.

La académica del Colegio de San Luis realizó una investigación acerca de la situación de los derechos de los niñas y niñas en los albergues indígenas de San Luis Potosí. Estos albergues son creados para que infancias de comunidades indígenas que se encuentran lejos de una escuela puedan continuar sus estudios sin tener que realizar largos desplazamientos.

“Estos niños que regresaban a sus casas [los fines de semana] hacían trayectos muy largos [desde los albergues], y caros para los ingresos de la familia”, relató López Pérez. “Las niñas evitan irse caminando por donde pasan otros transportes porque dicen que se han robado a niñas, que les hacen cosas, que la gente las ofende o las insulta, entonces ellas optaban por irse en grupitos para ayudarse y acompañarse y buscar nuevos caminos, enfrentando todo lo que significa eso en estas comunidades en términos de animales, el sol, las distancias y todas las cosas agrestes que pueden haber para un niño o una niña”.

Las niñas se han adaptado a las circunstancias y buscado soluciones para que se apoyen y ayuden entre ellas para tener mayor seguridad en el regreso a casa. Foto: Marco Polo Guzmán Hernández, Cuartoscuro.

A esto se suma que si los niños o niñas provenían de hogares donde no se hablaba español, las escuelas no estaban capacitadas con maestros que hablaran la lengua nativa de la comunidad indígena de donde eran originarios los niños, o un traductor que pudiera apoyarles. “También hay un déficit en la educación intercultural; si hubiera una verdadera educación intercultural habría un gran compromiso de las escuelas por comunicarse con los niños en sus idiomas, aunque para ello, busquen traductores”, subrayó.

La profesora también resaltó que existen familias en la región que casan a sus hijas a una temprana edad, al terminar la secundaria, o bien las adolescentes son enviadas a las ciudades para trabajar en los hogares y cuidados de casa. “Terminando la secundaria, las niñas tenían o la oportunidad de seguir adelante con la preparatoria, o sino regresaban a sus comunidades, o las mandaban a trabajar en otras casas, o las casaban”, apuntó López Pérez.

LOS ROLES DE GÉNERO Y CUIDADOS DE LA CASA

En su tesis de doctorado en Estudios de Población, titulada “Género y escolaridad en hogares mexicanos”, la investigadora Carla Pederzini Villarreal exploró los factores del hogar que propician o inhiben que las niñas y adolescentes mujeres de una familia tengan un mayor nivel de escolaridad.

En una primera instancia, obtuvo dos hallazgos clave: las hijas mayores tienen menores oportunidades que las menores en continuar sus estudios, y mientras mayor el grado de escolaridad de la mamá, mejores posibilidades hay que sus hijas también obtengan una mejor educación.

“El hecho de ser la hija más grande de un hogar es una de las cosas que hace que las niñas no vayan a la escuela, porque ellas se quedan a cuidar a sus hermanitos, entonces hay ciertos factores que afectan diferente a las niñas y a los niños”, sumó al respecto. “Si eres la hija más pequeña, vas a tener mucha más oportunidad porque ahí ya no tienes las responsabilidades de las niñas más grandes que sí asumen un rol en la casa”.

“El hecho de ser la hija más grande de un hogar es una de las cosas que hace que las niñas no vayan a la escuela, porque ellas se quedan a cuidar a sus hermanitos”, compartió. Foto: Cuartoscuro.

Tania Ramírez, directora de Redim, coincidió en que el rol de cuidados que se asigna tradicionalmente a las niñas y mujeres en razón de género impacta en la escolaridad. “El rol que tenemos encima las mujeres, en tanto rol de género, de que nos tocan los cuidados, nos toca cuidar al hermano chiquito, nos toca cuidar a la abuela, nos toca cuidar a la persona enferma… Toda esa carga asignada al rol femenino como un rol de cuidados hace también que siempre haya otras necesidades que atender, y sean las niñas las que son colocadas a la satisfacción de esas necesidades”, remarcó.

Finalmente, en cuanto al impacto que tiene que la madre de familia haya tenido mejores oportunidades escolares para que sus hijas también lo tengan, Pederzini Villarreal lo calificó como un “círculo virtuoso”. “Si la mamá tiene más escolaridad, pues tiene muchas herramientas para poder ayudar a sus hijos en general, pero también hay un rol de género donde las hijas se ven como la mamá, hay un rol de la mamá que ayuda a que las hijas también participan en la escuela, y el hecho de que de ver que pues su única meta en la vida no se tiene que limitar al casarse, sino que pueden tener otro rol en la sociedad y que pueden participar de otras maneras, también ayuda a que las niñas se vean de manera diferente”.

Tamara Mares Rivera
Periodista por la UNAM. Sus principales intereses son derechos humanos, política y género. Es somnolienta sin café y apasionada de la mar.
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