Ciencia y Tecnología

¿Podremos predecir algún día los sismos? Quizás sí: varias escuelas de investigación trabajan en ello

16/09/2018 - 6:13 pm

Víctor Manuel Cruz Atienza, jefe del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM, considera que en la Ciudad de México “la amenaza es latente, existe la posibilidad de que ocurran terremotos, intraplaca y de profundidad intermedia, similares al del año pasado”, com el del 19 de septiembre 2017.

Por Juan Manuel Ramírez G.

México, 16 sep (EFE).- La complejidad de un fenómeno natural como un terremoto imposibilita hoy su predicción, aunque en el futuro existe la posibilidad de anticipar cuándo puedan ocurrir, dijo hoy a Efe el sismólogo Víctor Manuel Cruz Atienza.

“Hasta el día de hoy (los terremotos) no han podido ser predichos, a pesar de que hay grandes escuelas (de investigación) en el mundo y países que durante décadas han pretendido predecir un terremoto”, señaló Cruz Atienza con motivo de cumplir la esta semana el primer aniversario del fuerte terremoto del 19 de septiembre del año pasado en Mexico.

El jefe del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) agregó que observaciones recientes de investigadores de la UNAM y de Japón “apuntan en la dirección de que, probablemente en un futuro exista la posibilidad de predecir (un sismo), pero dependerá de la capacidad de observación”.

Victor Cruz Atienza, jefe del departamento de Sismología del Instituto de Geofísica de la UNAM. Foto: Especial

El doctor en sismología por la Universidad de Niza Sophia Antipolis (Francia) señaló que todo depende “de qué sensibles sean nuestras redes de observación para identificar fenómenos como los temblores tectónicos o los sismos lentos que, parece, tienen una injerencia mayor en la generación de terremotos potencialmente devastadores”.

Sobre la posibilidad de que en la Ciudad de México ocurran terremotos similares al del 19 de septiembre 2017, de magnitud 7.1, el experto consideró que “la amenaza es latente, existe la posibilidad de que ocurran terremotos, intraplaca y de profundidad intermedia, similares al del año pasado”.

Precisó que las “solicitaciones sísmicas” (cargas que se inducen a una estructura por un movimiento de su base producido por la propagación de las ondas sísmicas) “pueden ser comparables o probablemente mayores. No se puede excluir esa posibilidad”.

Indicó que seguirá habiendo terremotos en la capital mexicana “algunos muy grandes, otros no tanto, la mayoría pequeños”.

Agregó que uno de las lecciones que dejó el sismo del 19 de septiembre del año pasado fue la cercanía a la Ciudad de México, ya que el epicentro estuvo a unos 120 kilómetros, entre los límites de los estados de Morelos y Puebla, centro del país.

“No teníamos registro de un sismo de esta naturaleza tan cerca y eso tiene implicaciones muy grandes por el peligro” que supone, apuntó.

Recordó que está presente la amenaza proveniente de la costa del Pacífico mexicano donde ocurren los terremotos “típicos de subducción”, cuando una placa se hunde bajo otra sea oceánica o continental, y donde se ubica la brecha sísmica de Guerrero, franja de 175,5 kilómetros entre el Puerto de Acapulco y el municipio de Papanoa, que expertos mexicanos y japoneses han estudiado a fondo.

“Si un terremoto ocurre en esa brecha con magnitud comparable a la de 1985 (8.1) o mayor y es posible que ocurra, sin saber cuando, la amenaza a la ciudad de México podría ser por lo menos comparable a lo que ocurrió en 1985”, añadió.

Sobre el peligro que representa un sismo, Cruz Atienza explicó que un terremoto, como cualquier otro fenómeno natural que pueda representar una amenaza o un peligro, “no supone un riesgo necesariamente”.

FotografÌa del 10 de octubre de 2017, que muestra el detalle del interior de los que habría sido un departamento en Ciudad de México. Foto: EFE

Comentó que para que una amenaza natural se traduzca en un riesgo y exista la posibilidad de causar daño “hace falta que seamos vulnerables y es ahí donde la sociedad tiene mucha incidencia y la posibilidad real de poder vivir tranquilos y no vivir bajo una amenaza que podría significar riesgos”.

“En la medida que seamos capaces, como sociedad, de minimizar esa vulnerabilidad el riego será menor”, indicó.

Apuntó que si la vulnerabilidad es pequeña depende primero del conocimiento que tengamos de la amenaza.

Del terremoto de 1985 se desconocía el nivel de la amenaza por la falta de registros sísmicos, de fenómenos anteriores que permitieran entender de qué tamaño podía ser.

“Sólo si conocemos la amenaza, y las caracterizamos bien, como a la fecha ha ocurrido, se pueden desprender las medidas preventivas que reduzcan nuestra vulnerabilidad para reducir el riesgo”, indicó.

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