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Antonio Salgado Borge

16/09/2016 - 12:00 am

Después de la marcha (frenar al FNF)

El pasado fin de semana, un niño se plantó, con los brazos extendidos, frente a un contingente que marchaba en Celaya contra el matrimonio igualitario.

Desaparecer el movimiento que han iniciado el FNF y sus aliados es casi imposible. Pero esto no significa que sea imposible contenerlo. Foto: Manuel Rodríguez
Desaparecer el movimiento que han iniciado el FNF y sus aliados es casi imposible. Pero esto no significa que sea imposible contenerlo. Foto: Manuel Rodríguez

El pasado fin de semana, un niño se plantó, con los brazos extendidos, frente a un contingente que marchaba en Celaya contra el matrimonio igualitario. Cuando un reportero le preguntó por qué quería detener la manifestación “pro familia”, el pequeño respondió que tenía un tío gay al que no quería que la gente odie. El encuentro fue breve. El niño fue retirado del lugar sin poder lograr su cometido, y el FNF y sus seguidores continuaron avanzando.

La de Celaya fue tan sólo una de las varias marchas que se realizaron en todo el país para protestar contra una propuesta presidencial que buscaba incluir en la Constitución del derecho al matrimonio igualitario. En realidad las manifestaciones del pasado fin de semana fueron testimoniales; desde hace varios días es bien sabido que la presión política del FNF y la jerarquía eclesiástica ha sido suficiente para frenar la iniciativa de Enrique Peña Nieto para reformar el artículo 4º constitucional.

Pero sería un error suponer que el FNF y sus aliados se detendrán aquí. Su éxito, momentáneo y coyuntural, les ha llevado a creer que pueden engullirse al Estado laico de un bocado. Envalentonados, ahora nos han hecho saber que seguirán avanzando; que van por una reforma al artículo 4º constitucional en sentido opuesto a la enviada por el Presidente y que, en caso de ser votada por los legisladores, obligaría a invalidar la interpretación de la SCJN que hoy permite en los hechos el matrimonio igualitario en todo el país; que bajo el paraguas del derecho a educar a sus hijos empujarán reformas educativas ad hoc para que los contenidos académicos sean supeditados a sus valores; y también que están dispuestos a hacer lo que sea necesario para incidir en el nombramiento de los próximos ministros de la SCJN y asegurar así que sus posiciones ultraconservadoras sean exitosas en todos los niveles.

Resulta paradójico, por decir lo menos, que el FNF y sus aliados sostengan públicamente sus altas pretensiones cuando la causa que defienden la tienen perdida a mediano plazo –el reemplazo generacional es inevitable-, cuando son el hazmerreír masivamente en redes sociales y cuando han sido apabullados por académicos y periodistas en medios de comunicación de todos los colores. Además, sus despropósitos y mentiras[1] han despertado y unido al México liberal –en altísimo porcentaje joven y con acceso a internet- en su contra; a mediano o largo plazo el matrimonio igualitario será una realidad constitucional y podremos colocar las fotografías a las marchas del FNF en la misma carpeta donde guardamos las manifestaciones contra la integración racial o contra los derechos de las mujeres.

Sin embargo, nada de eso importa a los líderes de estas organizaciones ultraconservadoras, que están ahora mismo envalentonados. La coyuntura política de todos conocida -un Presidente debilitado, un PRI asustado, un imperdonable PAN aliado, un Morena indiferente y un PRD miniaturizado- les ha permitido soñar que podrán imponer su agenda reaccionaria al resto de los mexicanos. Y podrían. Ni la legitimidad ni la consideración del bienestar de generaciones futuras son necesarias en este país para pasar reformas. Los focos rojos en los sectores liberales de la sociedad mexicana deberían ser encendiditos porque detrás del debate sobre el matrimonio igualitario se oculta la conformación y entrada a la arena política de una coalición de grupos ultraconservadores que constituirá un incómodo escollo –uno más- para las libertades, los derechos y para la democracia en México.

Para detener el avance de estos grupos primero hay que entenderlos. La estrategia del FNF no es nueva ni original. Si sus documentadas mentiras han sido tan exitosas es porque son tropicalizaciones perfectas de la estrategia conservadora estadounidense llamada conservadurismo de “sentido común, que se basa fundamentalmente en construir engaños masivos contando en qué parte de la audiencia acepta algunos juicios como autoevidentemente correctos en lugar de fundamentarlos en demostraciones racionales y, por ende, complejas. En este mismo espacio se ha mencionado que el éxito del conservadurismo de sentido común se debe fundamentalmente a que apela a un estilo cognitivo intuitivo que se produce de manera automática y sin esfuerzo.

Un ejemplo conocido ayudará a ilustrar cómo puede operar este conservadurismo de “sentido común. Una de las frases más recurrentes de los seguidores del FNF ha sido “no te metas con mis hijos”. Intuitivamente todos los mexicanos–o al menos la gran mayoría- estamos de acuerdo con esta premisa. A nadie le gustaría que se metan con sus hijos; la sola idea indigna y asusta. Pero si nos detenemos a analizarlo unos segundos, el discurso del FNF nunca es claro sobre quién y cómo se quiere meter con tus hijos. Los seguidores del FNF plantean dos posibles respuestas a la primera llave de esta pregunta: 1) “Es EPN –con su iniciativa-, el que se quiere meter con nuestros hijos”, y 2) “son los homosexuales, con su ideología de género y su lobby gay quienes quieren meterse con nuestros hijos”; pero cuando llegamos a la segunda llave de la pregunta –cómo esta iniciativa permitirá que “se metan” con sus hijos- sólo encontramos mentiras, inconsistencias o sinsentidos. Incluso los voceros del FNF y de sus iglesias aliadas han tenido problemas para explicar públicamente de qué están hablando[2]. El trabajo sucio se lo endosan a sus seguidores.

Las verdaderas intenciones de estas organizaciones tampoco son muy originales. En su más reciente artículo en Reforma, así como en su intervención en una mesa de debate moderada por Carlos Loret en Televisa, Genaro Lozano ha puesto el reflector en el tema de fondo. El FNF no sólo ha copiado los argumentos de la National Organization for Marriage, una organización estadounidense que no sólo se opone al matrimonio igualitario, sino que ha sido pieza fundamental para la promoción de leyes que, entre otras cosas, buscan que las escuelas permitan que un padre retire a su hijo de cursos específicos argumentando su derecho a educarlo en sus valores. Quizás uno de los casos más frecuentes es el de padres que no permiten a sus hijos asistir a las clases en las que se hablan de temas que conflictúan con creencias religiosas como la evolución o la sexualidad. El derecho de los menores a conocer la verdad y a formarse su propio criterio, indispensables en una democracia, son sepultados en nombre de los valores.

Lo planteado por Genaro Lozano implica que el FNF estaría buscando jugar un rol muy parecido en México. No es difícil ver dónde residiría su beneficio. La NOM es una organización millonaria recibe 90 por ciento de sus ingresos de 5 donantes, cuenta con el apoyo de parte importante del Partido Republicano, jerarcas religiosos y con un poder político considerable. Una fórmula muy lucrativa para quienes buscan poder o una rebanada de recursos. El problema es que gracias a un puñado organizaciones como esta en Estados Unidos han podido afianzarse en estados conservadores proyectos que han contribuido a embrutecer a millones de personas, que hoy no creen en verdades de a kilo como el cambio climático o en la evolución. Pero estas circunstancias han tenido también consecuencias políticas desastrosas. No es ninguna casualidad que sea este segmento de la población de donde personajes como Ted Cruz o Donald Trump son más exitosos. Tampoco que Trump haya seleccionado como su compañero de fórmula a Mike Pence, un ultraconservador que ha votado contra los derechos de los homosexuales a casarse y ¡a no ser discriminados!

Desaparecer el movimiento que han iniciado el FNF y sus aliados es casi imposible. Este representa a un sector de la sociedad y, como la NOM en Estados Unidos o los grupos promotores del Brextit en Reino Unido, ha llegado para quedarse. Pero esto no significa que sea imposible contenerlo; frenar su avance es urgente y fundamental para salvar la racionalidad, la democracia y los derechos humanos en nuestro país. En este sentido, esperar al reemplazo generacional se antoja conformista e injusto porque las propuestas ultraconservadoras afectan el presente y podrían determinar el futuro de millones de seres humanos. Es por ello que después de las marchas será necesario desviar el reflector de la racanería o el fanatismo de sus líderes para colocarlo sobre irresponsabilidad de los políticos que los apoyan. Y en el caso de México, estos se encuentran principalmente en el PAN.

 

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[1] Leer a Ricardo Raphael en El Universal (http://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/columna/ricardo-raphael/nacion/2016/09/12/ademas-de-homofobos-mentirosos#.V9eadUreIk4.facebook) y a Genaro Lozano en Reforma (http://www.reforma.com/aplicacioneslibre/editoriales/editorial.aspx?id=96987&md5=fdfa8aba567da85c07d0cf028f489eda&ta=0dfdbac11765226904c16cb9ad1b2efe )

[2] Escuchar la entrevista de Denise Maerker a Rodrigo Cortés, vocero del FNF. (http://www.radioformula.com.mx/reproductor.asp) o el debate sobre matrimonio igualitario en el programa de Carlos Loret (https://www.youtube.com/watch?v=WGm2O-_nHIc )

Antonio Salgado Borge
Candidato a Doctor en Filosofía (Universidad de Edimburgo). Cuenta con maestrías en Filosofía (Universidad de Edimburgo) y en Estudios Humanísticos (ITESM). Actualmente es tutor en la licenciatura en filosofía en la Universidad de Edimburgo. Fue profesor universitario en Yucatán y es columnista en Diario de Yucatán desde 2010.

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