¿Contra qué?

16/09/2011 - 12:03 am

En medio de la disfrazada guerra electoral en Estados Unidos, un grupo de legisladores republicanos criticó la política del presidente Barack Obama hacia México y demandaron cambiar la Iniciativa Mérida por un plan de “contrainsurgencia”.

Sí. Así, sin más, el presidente del subcomité, el republicano por Florida, Connie Mack, destacó la necesidad de establecer una “estrategia de contrainsurgencia” que pueda combatir la evolución y la capacidad de resistencia de los cárteles mexicanos.

“Ha llegado el momento de que reconozcamos la necesidad de una estrategia de contrainsurgencia”, resaltó Mack durante una audiencia en el Subcomité para el Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes al referirse a la Iniciativa Mérida.

“La realidad es clara, aunque México no quiera admitirlo: hay una insurgencia en estos momentos, junto a la frontera”, reforzó Mack, mientras que  Michael McCaul, republicano de Texas, afirmaba que los niveles de violencia extrema al sur de Estados Unidos “se ajustan totalmente a la noción de terrorismo”.

Para los republicanos, los cárteles representan ya “una insurgencia”, “terrorismo” y la Iniciativa Mérida es un fracaso. Palabras cargadas de gran contenido político, no meras referencias y no una simple discusión sobre la Iniciativa Mérida pactada en 2007 por los presidentes George W. Bush y Felipe Calderón.

No es cierto que a las palabras se las lleva el viento. Las palabras tienen su propia carga intelectual y emocional que al repetirse constantemente, pasan a ser percepciones de verdad. ¿Qué mensaje pretenden darnos los republicanos sobre México? ¿Realmente para ellos son insurgentes los narcotraficantes, o su idea se podría extender a cualquier otro grupo que Estados Unidos considere que alteran el orden público?

¿Pueden mezclarse sin más ni más los conceptos de insurgencia o terrorismo en una audiencia pública sin ningún aval académico o político que lo sustente? ¿Y más aún, qué quiso decirnos el presidente Calderón cuando calificó a los responsables del incendio en el Casino Royale de Monterrey como “verdaderos terroristas”? ¿Coinciden él o sus colaboradores con la percepción republicana de Estados Unidos? ¿Qué nos quiere decir el gobierno de Veracruz acusando a dos tuiteros de practicar terrorismo?

De acuerdo con juristas y abogados, los acontecimientos del Casino Royale, aún siendo reprobables e inadmisibles como lo son, podrían tipificarse como homicidio múltiple o un acto criminal, pero no traen consigo una ideología o fuerza política detrás que los haga ver como insurgencia o terrorismo. Una opinión política no necesariamente tiene un sustento jurídico y no podemos, en aras de justificar acciones, jugar con las palabras de un lado o de otro.

El nombramiento de Alejandra Sota como vocera para temas de seguridad del gobierno federal es crucial en estos momentos. Por un lado, la ciudadanía ha perdido confianza en sus instituciones y en la lucha contra el narcotráfico. Tienen (tenemos) dudas y miedo. Y ante estos humanos sentimientos, se necesita la explicación de los mensajes de la Presidencia sobre la estrategia del combate al crimen organizado. Pero, a la vez, se requiere que los explique a los interlocutores que se encuentran afuera de México y que pretenden cambiar políticas con el uso de palabras  equívocas que califican o descalifican sin miramiento alguno.

“Buscaré informar con claridad y oportunidad sobre los desafíos que enfrenta el país, explicar los motivos por los que las decisiones cotidianamente se toman y comunicar los avances que en cada materia ha tenido este gobierno”, dijo Sota durante su aceptación al nombramiento. Es importante que Alejandra Sota haga suyas, hoy más que nunca, esas palabras. Que no sean meras expresiones tampoco, sino que sean la real base de confianza entre ciudadanía y gobierno y entre Estados Unidos y México. Es importante contar con información adecuada para tomar decisiones adecuadas.

En esta llamada batalla contra el crimen, el sentimiento ha sido de pérdida. Hay quien siente que se ha perdido la pelea, otros más han perdido amigos, familiares, su tranquilidad o simplemente la confianza en su gobierno. Si la base para recuperar ese espacio es una comunicación fluida y clara, no permitamos que los calificativos impacten.

Quizá la única contrainsurgencia válida sea contra los adjetivos que califican y fracturan a una sociedad, generando el miedo y justificando acciones que poco tienen que ver con el sentido del diálogo y la democracia.

Hilda García
Estudio Periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, obtuvo el grado de Maestría en la Univ. de Miami con el tema de los “Weblogs y la mediamorfosis periodística”.
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