Guadalupe Hernández, madre de Arlet Samanta Olguín, desaparecida desde hace más de un mes, acusa que autoridades de la Fiscalía General del Estado de México no se toman la desaparición de mujeres con seriedad y pierde tiempo valioso para la búsqueda en trámites burocráticos.
Una vecina reveló que el último día que la vieron, una camioneta negra, tipo Lobo, le cerró el paso a la joven, pero la testigo no observó que sucedió después. La madre está convencida que a Samanta está privada de la libertad: “Mi hija no se fue por su pie, a mí hija se la llevaron”.
Ciudad de México, 16 de junio (SinEmbargo).– Arlet Samanta Olguín Hernández desapareció en Ecatepec, Estado de México, el pasado 25 de abril. Iba por su hijo al kínder. Guadalupe Hernández López, madre de la joven, hace un llamado desesperado para que le ayuden a encontrar a su hija y denuncia que las autoridades mexiquenses no han actuado con la urgencia requerida ante papeleos que provocaron la pérdida de tiempo valioso.
Arlet Samanta, “Peque”, como le dice su madre de cariño, tiene 22 años. El próximo 25 de junio cumplirá los 23.
La joven tiene tres hijos pequeños: de cuatro, tres, y un año de edad. Su ilusión, dice su madre, es poder comprar una vivienda y dejar de rentar. Arlet trabajaba en una estética y se dedicaba a poner uñas postizas a domicilio.
Su pareja, el padre de los niños, está en Estados Unidos. Una semana antes de la desaparición, el esposo cruzaba la frontera norte en busca de mejor oportunidad laboral.
“Su marido antes de irse al otro lado, le dejó dinero para poner uñas y para empezar a ayudarse en lo que él encontraba trabajo para empezar a mandarle dinero”, explica la madre.
La mañana del 25 de abril, Arlet se levantó como normalmente hacía, hizo de desayunar, preparó a su hijo para la escuela y lo llevó al kínder, que está a cinco o siete cuadras de la casa en donde ella renta, ubicada en la sección Playa, colonia Jardines de Morelos. Ese día tuvo junta en el plantel de preescolar, y luego regresó a su casa.
A las 9 de la mañana fue vista por última vez: uno de sus hermanos la encontró en la esquina. Ella compraba unos tamales y de ahí retornó a su vivienda.
DESAPARICIÓN Y LENTITUD
Su madre recibió una llamada poco después de la una de tarde. Una maestra de su nieto le informó que no habían ido a recoger al niño a la escuela, la abuela acudió al kínder, recogió al menor y lo llevó a la casa de su hija.
A llegar a la vivienda, encontró a sus dos nietas. La mayor comía un pedazo de tamal de dulce, pero Arlet no se encontraba.
Guadalupe y su hijo llamaron a la joven, pero no tuvieron respuesta, aunque el celular daba tono de entrada, nadie contestó.
Encontraron una bolsa de ropa sucia llena, “cuando se le juntaba la ropa venía a mi casa a lavar”, dice la madre. Salieron a las calles a buscarla.
Una vecina de Arlet comentó a Guadalupe que alrededor de las 12:15 –la hora en que salía por el niño al kínder– vio que una camioneta con los vidrios polarizados le cerró el paso a la joven, pero que no alcanzó a ver que sucedió, pues se alejó porque iba retrasada a recoger a su hijo.
“La chica ya no ha querido decir más, ya no quiere emitir ningún tipo de comentario por miedo a alguna represalia”, sostiene la abuela de los tres niños de Arlet.
Los familiares acudieron ante las autoridades, alrededor de las cinco de la tarde de ese día, para interponer el reporte de desaparición. Guadalupe se apersonó con el Ministerio Público de San Cristobal para levantar la denuncia formal.
“Salí del MP como a las ocho de la noche, salgo y les digo que ya está la denuncia. Ahí hicieron la geolocalización del teléfono y daba la ubicación en la colonia San Carlos pero me dijeron: ‘No podemos hacer nada si usted no nos trae el formato de Odisea’”, acusa.
La mujer comenta que suplicó a las autoridades que hicieran algo, pero que la respuesta que obtenía es que todo se maneja por oficio y que no lo podían acelerar.
Guadalupe dice que el jueves aún había señal en el teléfono de su hija y que documento requerido por el MP llegó hasta el viernes, cuando el teléfono ya había perdido la señal.
“¡No se hizo nada! Perdieron mucho tiempo, se perdió mucho tiempo. En Odisea dejaron pasar mucho tiempo, muchas cosas!, acusa la madre.
Guadalupe busca que la Policía Federal se haga cargo de la indagatoria y las diligencias porque en el Ministerio Público del Estado de México no ve avances, “ahí no me han ayudado a nada”.
Según datos generales del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, en el periodo comprendido entre el 2007 a enero de 2018, en el Estado de México 3 mil 861 estaban desaparecidas. Solo Tamaulipas supera a la entidad gobernada por Alfredo del Mazo Maza con un total de 6 mil 129 casos.
La semana pasada, acudieron elementos federales a su vivienda, a quienes les pidió los oficios para que solicitar el registro de las llamadas de su hija. “No sé, yo tengo la fe en en la sábana de llamadas, en el rastreo del teléfono encontremos alguna pista, en Facebook, tengo la completa fe de que ahí van a sacar algo”.
Comenta que al interponer la denuncia, los servidores públicos aludieron que tal vez la joven pudo haberse ido con alguien, pero para ella esa posibilidad está descartada, “por eso acudí a las autoridades tan rápido, porque aunque ella es una mamá joven, nunca ha dejado a sus hijos ni un segundo y mi hija jamás los dejaría así. Y por eso digo que no es el caso de que mi hija haya tomado la decisión de irse y menos si ella sabe que nos hemos estado moviendo en su búsqueda, se ha publicado su foto, ya hubiera hablado por lo menos”.
La madre está convencida que a Arlet está privada de la libertad. “Mi hija no se fue por su pie, a mí hija se la llevaron”.
Hace tres días, en medio de la angustia y el dolor, Guadalupe cumplió años.
“Fue el día más triste. Es horrible esta angustia de no saber donde está, al ver a sus criaturas que la buscan y preguntan por ella. Yo solo quiero que las autoridades lo tomen con la seriedad que se debe de tomar y que no seamos un número más, que no transformen esos casos solo en un expediente, son vidas, no son objetos”, clama la madre.