En México, dicen los especialistas en la generación de productos orgánicos, sí se puede conseguirlos a bajo costo. Pero el gobierno no apoya su distribución y las grandes cadenas disparan sus precios por una cuestión de estatus.
Ciudad de México, 2 de mayo (SinEmbargo).– ¿Un litro de leche por 33 pesos? Sí, es posible, y su alto costo no tiene nada qué ver con inflación, o por lo menos no directamente. Se trata de una leche orgánica de soya, la cual comparada con los 11 pesos invertidos en una regular suena un gasto excesivo para casi cualquier bolsillo.
Pero si es una leche hecha en México, ¿por qué su precio es tan alto? De acuerdo con la empresa Grupo Industrial Cuadritos Biotek SA de CV, que es la productora del derivado lácteo, ellos no tienen ninguna relación con ese precio, ya que su leche Boulder es vendida a los pequeños comerciantes en 18 pesos, mientras que a las grandes cadenas de supermercados se la venden en 13 y son justo estas últimas los que ponen un precio al público que oscila entre los 30 y los 33 pesos.
Luego de una investigación de campo se comprobó que dicha bebida producida en Celaya, Guanajuato, costaba en Superama 33 pesos, en Walmart 31, mientras que una pequeña empresa llamada La Tiendita del Barrio la ofrecía en 19.50.
Esta diferencia se debe a que las grandes empresas están minando las alternativas orgánicas, dice Melisa Cosilión, ingeniera en Ecoagronomía de la Universidad de Chapingo, quien desde hace tres años trabaja directamente con los productores orgánicos de la zona de Texcoco, en el Estado de México.
“La alternativa real son los tianguis como el que se instala todos los sábados en la colonia Roma, de la Ciudad de México; el Tianguis Orgánico de Chapingo y el de Tepoztlán, Morelos. Las grandes cadenas de supermercados venden los productos orgánicos como una cuestión de estatus y aumentan sus costos haciéndolos inaccesibles para la mayoría de la población”, aifrma Cosilión.
Otro problema, comentan los especialistas, es que para que los productos obtenidos de esta forma de producción sean reconocidos en el mercado como orgánicos requieren la validación de certificadoras: organismos con reconocimiento internacional, pero ajenos tanto a los productores como a los consumidores. Esto significa que el simple hecho de no utilizar insumos sintéticos no basta para que el producto sea reconocido como orgánico; debe pasar por fuerza por un proceso de inspección, verificación y posterior certificación; en el caso de las exportaciones debe ser certificado por un organismo del país importador. Todo ello genera costos que repercuten en los precios al consumidor, quien debe estar dispuesto a cubrirlos. Hasta la fecha, los productos orgánicos alcanzan un sobreprecio de hasta 40% respecto a su similar convencional.
DESDE LA TIERRA
Los orgánicos se definen por la utilización de insumos naturales y buenas prácticas agrícolas que protegen el ambiente con el fin de generar un sistema de producción autosustentable en el largo plazo, para así obtener productos libres de residuos químicos tanto frescos como procesados. Y, en efecto, de acuerdo con la especialista de la Universidad de Chapingo, es más costoso producirlos, pero las empresas distribuidoras exceden por mucho ese costo con el fin de aumentar su ganancia.
La Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) en su estudio “Productos orgánicos y no tradicionales” estimó que el precio del mercado mundial de orgánicos se ubica en 50 mil millones de dólares y es uno de los segmentos de mayor crecimiento relativo dentro del sector agroalimentario, debido al dinamismo en la producción y a que su consumo se encuentra en aumento por la preocupación creciente de la población en los países desarrollados por la ingesta de productos alimenticios sanos. Es decir, se trata de un gran negocio.
Sin embargo, de la producción orgánica de México 85% se destina a la exportación y el restante 15% se vende en el mercado interno, sobre todo como producto convencional, porque todavía no existe una fuerte demanda nacional por estos productos.
COMERCIO JUSTO
Debido a los abusos históricos de los comerciantes sobre los productores, algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) en coordinación con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) crearon una forma alternativa de comercio llamada Fair Trade, donde se promueve una relación comercial voluntaria y justa entre productores, distribuidores y consumidores, algunas de ellas aplicables en México.
Sobre el tema, Aleira Lara Galicia, de Greenpeace México, mencionó que en la práctica hay algunos distribuidores que no cumplen con estas reglas a pesar de haber firmado los acuerdos.
La cadena Walmart, por ejemplo, tiene sólo cuatro productos en su lista de Fair Trade por lo que, como los demás, utiliza prácticas comerciales más agresivas con las que pueden tardar hasta un año en pagarle a los productores, cuestión que los pequeños no pueden costear y terminan cerrando.
En México no somos muy buenos para entender nuestras ventajas comparativas, pues generalmente resolvemos al corto plazo y no al largo. Pero parece ser que en el caso del mercado orgánico el gobierno está tomando medidas para que esto no suceda.
Por ejemplo, Pro México ha publicado que actualmente nuestro país cuenta con el mayor número de granjas certificadas como orgánicas con 83 mil 174, casi el doble de las italianas –44 mil 733– y menciona que este logro es en parte debido al programa Red Nacional de Desarrollo Rural Sustentable, desde donde se apoya los productores con capacitación y materiales.
Además, en 2011 se logró una exportación récord en el sector agroalimentario de 800 millones de dólares, donde un 10% corresponde al segmento orgánico.
100% MEXICANO
Según datos de la Sagarpa, en la exportación de alimentos de esta índole están involucrados 130 mil productores en todo el país y las regiones con más producción son Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Chihuahua, Sinaloa, Baja California Sur, Colima y Veracruz.
Y los productos más populares son: café, miel, cacao, aguacate, mango, piña, plátano, naranja, ajonjolí, maíz, nopal, vainilla, leche y sus derivados, huevo, plantas medicinales, carnes, embutidos, jugos, galletas y mermeladas.
Los alimentos orgánicos en México son aquellos producidos sin pesticidas ni agroquímicos de síntesis y son controlados en toda la cadena productiva, de tal forma que se garantizan alimentos sanos para el consumidor y con grandes beneficios al ambiente antes, durante y después de su producción. Además son enriquecidos mediante la elaboración de compostas con la finalidad de volver a dar al suelo los nutrientes que entrega a través de los alimentos.
Con cerca de 500 mil hectáreas dedicadas a este tipo de cultivos, México es ya el primer productor de café orgánico a nivel mundial (ocupa dos terceras partes de la superficie destinada a la agricultura orgánica) y el tercer productor de miel.
Entre los métodos agrícolas tradicionales utilizados está el sistema de terrazas o de barreras naturales para evitar la erosión de los suelos. Pueden además presentar otras cualidades como un empaquetado ecológico para su disposición al consumidor final.
Lamentablemente, la misma institución estima que alrededor de 90% de la producción de orgánicos de México se orienta a la exportación a países de la Unión Europea, Canadá, Estados Unidos, y se ha dejado relegado al mercado local, cuestión en la que los distribuidores también han tenido gran parte de la responsabilidad.
La esperanza de comer sano para los que vivimos en este país queda en manos de los pequeños distribuidores que han empezado a poner al alcance de nuestras manos los productos orgánicos a costos razonables, y no como una cuestión de estatus sino como una cuestión de salud.