El gobierno de Brasil aún no ha aprobado una sola vacuna y los funcionarios del Ministerio de Salud han ignorado los consejos de expertos externos. Poco después de que el gobierno presentara su plan de vacunación, más de una cuarta parte de los aproximadamente 140 expertos involucrados exigieron que sus nombres fueran eliminados del texto.
Por Diane Jeanet y Débora Álvares
RÍO DE JANEIRO (AP) — Brasil ha sufrido más de 200 mil muertes por COVID-19, el segundo total más alto del mundo después de Estados Unidos, y ahora atraviesa por una nueva ola de infecciones y muertes. A pesar de medio siglo de programas de vacunación exitosos, el gobierno federal está detrás de sus pares regionales y mundiales, tanto en la aprobación de vacunas como en la elaboración de una estrategia de inmunización.
Brasil ni siquiera ha aprobado una sola vacuna y los expertos en salud independientes que participaron en su programa de inmunización dicen que el plan aún está incompleto, en el mejor de los casos.
The Associated Press entrevistó a cuatro miembros de un comité de expertos y cuatro exfuncionarios del Ministerio de Salud, quienes denunciaron como injustificable el retraso del gobierno en la formulación de un plan de vacunación.
También criticaron la forma en la que realizó la búsqueda de proveedores de jeringas y los meses que pasó rechazando a todos los posibles fabricantes de vacunas, excepto uno.
Se quejaron además de que el presidente Jair Bolsonaro socavó la eficacia de su ministerio de salud, señalando la eliminación de profesionales altamente capacitados de los puestos de dirección, que fueron reemplazados por militares con poca o ninguna experiencia en la atención de la salud pública.
Los expertos también culparon al presidente, un excapitán del ejército de extrema derecha, de alimentar un clima de sospecha y rechazo hacia las vacunas, comprometiendo el esfuerzo de inmunización masiva en Brasil.
Como muchos expertos brasileños en salud pública, la doctora Regina Flauzino pasó la mayor parte de 2020 observando con horror cómo el COVID-19 devastó Brasil. Cuando llegó la oportunidad de unirse al esfuerzo de vacunación del gobierno, estaba encantada: pensó que podría compartir sus décadas de experiencia.
Pero su entusiasmo se desvaneció rápidamente. Flauzino, una epidemióloga que trabajó en campañas brasileñas de vacunas durante 20 años, se sintió frustrada con lo que describió como un proceso caótico y apresurado.
El gobierno aún no ha aprobado una sola vacuna y los funcionarios del Ministerio de Salud han ignorado los consejos de expertos externos. Poco después de que el gobierno presentara su plan de vacunación, más de una cuarta parte de los aproximadamente 140 expertos involucrados exigieron que sus nombres fueran eliminados del texto.
“No nos escucharon”, dijo Flauzino a The Associated Press. La creación del plan “se pospuso demasiado y ahora se está haciendo apresuradamente”.
El plan de vacunación del gobierno, finalmente publicado el 16 de diciembre, carecía de detalles esenciales: ¿Cuántas dosis se enviarían a cada estado y cómo se refrigerarían y entregarían? ¿Cuántos profesionales necesitarían ser contratados y capacitados y, sobre todo, cuántos fondos recibirían los gobernadores para implementar la campaña? El plan no incluía una fecha de inicio.
”¿Cómo va a organizar cada estado su campaña si no sabe cuántas dosis va a recibir ni el plazo de entrega?” dijo la doctora Carla Domingues, epidemióloga que supervisó la logística de la campaña de vacunación contra la gripe H1N1 2009 de Brasil y quien trabajó en más de una decena de iniciativas de vacunación.
La oficina de prensa de Bolsonaro y el Ministerio de Salud no respondieron a las solicitudes de la AP de comentarios sobre la campaña de vacunación de Brasil o por qué no se firmaron más contratos con los fabricantes de vacunas en 2020.
El Programa Nacional de Inmunización del Ministerio de Salud tiene una larga historia de éxito. Creado hace más de 40 años, ha permitido a Brasil erradicar la poliomielitis y reducir significativamente el sarampión, la rubeola, el tétanos y la difteria. El esfuerzo ganó el reconocimiento de UNICEF por llegar a los rincones más remotos del enorme país y ha contribuido a extender la esperanza de vida de los brasileños, de 60 años a más de 75.
El programa “es el eje central de todas las campañas de vacunación en el país”, dijo Flauzino.
La epidemióloga Ethel Maciel, que se encontraba entre quienes luego exigieron que su nombre fuera eliminado del plan, dijo que muchas de las recomendaciones de los expertos no se implementaron, incluida la obtención de vacunas de más de un fabricante. Pero ni ella ni otros consultores pudieron expresar sus preocupaciones.
“No nos dejaron hablar durante esta reunión, nuestros micrófonos fueron silenciados”, dijo Maciel, y agregó que los funcionarios les dieron instrucciones de enviar sus comentarios por escrito y que recibirían una respuesta en una semana.
“Hasta el día de hoy, todavía estamos esperando”, lamentó.
Maciel también se sorprendió al escuchar que cinco meses después de que el ministerio firmara su primer contrato para obtener dosis de vacunas en junio —hasta 210 millones de la vacuna AstraZeneca y la Universidad de Oxford—, todavía no había asegurado jeringas para aplicarlas.
El Ministerio de Salud publicó su licitación por 331 millones de jeringas a mediados de diciembre, pero recibió ofertas por solo 8 millones antes del plazo del 29 de diciembre. Los fabricantes brasileños de jeringas se quejaron de que el límite de precio del gobierno estaba por debajo del valor de mercado.
Los secretarios de salud estatales habían advertido durante meses al gobierno federal sobre la necesidad de comprar jeringas lo antes posible para evitar precios excesivos, pero fue en vano, dijo Carlos Lula, presidente del Consejo Nacional de Secretarios de Salud.
“Tomó demasiado tiempo”, dijo Lula. Decenas de otros países ya están vacunando “y nosotros nos estamos quedando atrás”.
Las dificultades de planificación del Ministerio de Salud son aún más evidentes si se tienen en cuenta los antecedentes del ministro de Salud, Eduardo Pazuello, un general del ejército en servicio activo al que se recurrió por su experiencia en logística.
El ascenso de un militar sin experiencia en salud pública a la cima de la institución en medio de una pandemia preocupó a los expertos. “No tenemos un ministro que entienda el sector salud”, dijo Flauzino.
Desde que Pazuello asumió el cargo en mayo, más de 30 militares han sido nombrados para cargos ministeriales clave, entre ellos el jefe de Anvisa, la agencia que aprueba el uso de vacunas.
La polémica relación de Bolsonaro con el gobernador del estado de Sao Paulo, João Doria, un probable rival en la carrera presidencial del próximo año, también jugó un papel en la debacle de las vacunas en Brasil.
Si bien Sao Paulo se había concentrado en la vacuna CoronaVac de la farmacéutica china Sinovac Biotech con un contrato en septiembre por 46 millones de dosis, el gobierno de Bolsonaro retrasó la firma de un contrato durante meses, centrándose sólo en la vacuna de AstraZeneca, ignorando a los expertos y funcionarios estatales que instaron a incluir a Sinovac en la estrategia nacional de vacunación.
“Ninguno de los laboratorios tiene capacidad para abastecer a todo el territorio nacional”, dijo Luiz Henrique Mandetta, ministro de Salud durante los primeros meses de la crisis de salud del COVID-19 hasta que fue destituido por Bolsonaro. “Necesitaremos muchas vacunas”.
Luego, la semana pasada, incluso cuando Bolsonaro continuaba burlándose de CoronaVac, el Ministerio de Salud anunció que estaba comprando hasta 100 millones de dosis de la vacuna de fabricación china, pero con la necesidad de proporcionar dos dosis de vacuna a unos 210 millones de personas, Brasil aún está muy corto de las necesidades a cubrir.
Pazuello visitó esta semana la ciudad amazónica de Manaus, que está sufriendo una brutal segunda ola del virus, con hospitales rebasados nuevamente en su capacidad. Ofreció garantías de que las vacunas se enviarían a todos los estados dentro de los cuatro días posteriores a la aprobación de los reguladores de salud —lo que podría ocurrir el domingo—, seguido de una campaña de vacunación de 16 meses.
Sin embargo, Pazuello aún no pudo proporcionar una fecha de implementación.
“La vacuna en Brasil llegará el día D y a la hora H”, dijo crípticamente.