[Sexta parte]
Existen dos criterios básicos que muestran cómo la guerra contra las drogas es una guerra perdida: porque la cantidad de consumidores de sustancias ilícitas se ha incrementado desde 2006, cuando Felipe Calderón –ataviado como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas– lanzó la ofensiva continuada por su sucesor Enrique Peña; y, segundo, por el número de ejecuciones: este sexenio mantiene la tendencia de cerrar con un número más elevado que el anterior.
Hay otro indicador menos enunciado: el gasto militar que, a pesar del fracaso de la estrategia armada, no hace sino crecer y crecer y crecer. Año con año.
Ciudad de México, 5 de enero (SinEmbargo).– El mayor gasto militar en la historia reciente de México ha ocurrido con Enrique Peña Nieto hasta cerrar el 2014 con una cifra récord de 8 mil 660 millones de dólares.
La cantidad representa el 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto mexicano, porción de la economía que se aplicó en el mismo rubro hace 20 años, en el cierre de la administración del también priista Carlos Salinas de Gortari y tras el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Pero entonces, el gasto militar per cápita ascendió a poco menos de 31 dólares. Durante el año pasado, último medido, el gobierno gastó casi 70 dólares por cada mexicano.
Lo anterior se concluye del informe Base de Datos de Gastos Militares elaborado por el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, por su sigla en inglés), un órgano sueco compuesto y apoyado por especialistas de todo tipo y de todo el mundo.
Entre 2006, previo al inicio de la guerra contra las drogas y el año pasado, los recursos dedicados a la milicia casi se han duplicado.
En contraparte, la inversión dedicada a ciencia y tecnología nunca ha sobrepasado el medio punto del PIB.
Heckler and Koch, la empresa alemana que licenció la fabricación del fusil G-3 al Ejército mexicano es una de las beneficiarias del conflicto que ha dejado alrededor de 120 mil muertos, decenas de miles de desaparecidos y cientos de miles de desplazados y damnificados.
Y es que si se atiende a que el Ejército mexicano ha comprado “armas largas” con valor unitario de 1.3 millones de pesos, entonces se entiende cómo el presupuesto dedicado a la adquisición de armamento durante la gestión de Enrique Peña Nieto es el más alto de la historia.
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La cifra fue puesta sobre la mesa por el almirante William E. Gortney, jefe del Comando Norte de Estados Unidos, porción del mundo al que pertenece México desde la perspectiva militar estadunidense.
Y la dijo ante el Comité de Servicios Armados del Senado de su país el 12 de marzo de 2015:
“El año pasado marcó un hito histórico en nuestra relación bilateral en materia de seguridad con México (...) México dio un paso sin precedente al acercarse al Departamento de Defensa para adquirir equipo militar de Estados Unidos por medio del programa de Ventas Militares, un paquete de helicópteros UH-60 y vehículos terrestres de movilidad para propósitos múltiples con un valor total de más de mil millones de dólares”.
Ese importe incluye el valor de tres helicópteros Blackhawk por valor de 110 millones de dólares o la compra en 2014 de otros 18 de estos mismos helicópteros por 680 millones de dólares, 2 mil 200 Humvees, 30 millones de municiones, según han reportado medios en Estados Unidos, entre estos el Washington Post, diario que publicó en junio pasado información sobre el desembolso de 3 mil 500 millones de dólares en armas durante los primeros dos años y medio de la gestión Peña Nieto.
El monto de los “más de mil millones de dólares” sólo considera la suma de las facturas estadunidenses, pero el Ejército mexicano es buen cliente en Europa y, además de adquirir armamento a Heckler & Koch, firma alemana a la que además compró la licencia para la producción nacional del rifle G-3, se surte con otras compañías teutonas y belgas.
La siguiente tabla muestra los proveedores de armas reconocidos por el Ejército mexicano durante los últimos años y a cuánto asciende el valor de cada pieza adquirida. La Secretaría de la Defensa Nacional no informa de los volúmenes comprados, el tipo de contrato realizado ni los criterios empleados para optar por un tipo u otro de artefacto ni su marca.
Aparte de todo lo anterior, se desembolsó para los 18 helicópteros Cougar EC725 como el que derribó el Cártel Jalisco Nueva Generación en mayo pasado con valor de 27.5 millones de euros, unos 500 millones de pesos.
Con el dinero que cuesta cada uno de esos aparatos se podrían construir tres centros hospitalarios con una Clínica Materno Infantil, otra de Atención Geriátrica y una más de Detección Oportuna de Cáncer en beneficio de más de 150 mil mujeres al año como el que se ha inaugurado en Cuautitlán Izcalli, municipio en que la Secretaría de la Defensa Nacional tiene montada una exposición permanente con cascarones de tanques, helicópteros y aviones.
Pero además el Ejército ha comprado un jet de 5.8 millones de dólares para el traslado del general Secretario de la Defensa Salvador Cienfuegos.
O las camionetas Suburban blindadas tracción 4 por 4 que Dillon Aero vendió, en 2008, en casi 4 millones de pesos cada una. Luego, la misma compañía estadunidense proveyó “armas largas” al gobierno mexicano con valor, cada una de 67 mil 500 dólares, más de un millón de pesos.
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¿Qué hay de la Secretaría de Marina? La dependencia es aún más opaca que la Secretaría de la Defensa Nacional. En la parte de su portal dedicada a “transparencia” no existe un solo dato que permita vislumbrar qué armas compra, a quién se las compra, cuándo compra, para qué compra ni qué criterios utiliza para seleccionar sus proveedores. En el teléfono, un funcionario de SEMAR explicó que los datos relativos a estas adquisiciones están bajo reserva “por razones de seguridad nacional” y se a proporcionar los datos de su cargo y oficina.
Existen algunos indicios del exterior sobre las adquisiciones de la Marina mexicana y que dan introducción de quiénes son los señores de las guerra hasta conectar con Heckler & Koch, la armera alemana cuyos rifle G-3, subametralladora MP-05 y su pistola P-7 son las armas de cargo del Ejército mexicano.
Durante el oleaje sufrido por H&K tras el escándalo por vender rifles HK G-36 a México y que terminaron en Guerrero, Chihuahua, Chiapas y Jalisco, estados explícitamente prohibidos por el gobierno alemán para hacer negocios de armas, la empresa radicada en Oberndorf am Neckar presumió la recontratación de Martin Newton y su designación como ejecutivo en jefe para Norteamérica.
Luego de fungir en H&K, Newton pasó 13 años en la compañía inglesa BAE Systems, la segunda mayor contratista militar del mundo y que, durante algún tiempo, mantuvo la mayoría accionaria de Heckler and Koch.
A mediados del año pasado, BAE Systems cerró un trato con la armada mexicana para la venta de cuatro cañones de 57 milímetros, un arma funcional para embarcaciones medianas que realiza cuatro disparos por segundo y hasta 220 por minuto a objetivos en aire, mar o tierra. Los aparatos serán entregados en su totalidad en 2017 y serán construidos en las instalaciones que la firma tiene en Suecia, país que presume dos siglos sin guerra.
En la misma fecha en que se oficializó el regreso de Martin Newton, H&K anunció el fichaje como gerente general de Nicola Marinelli, antes ejecutivo de Rheinmetall Defence, otro monstruo alemán de las armas.
Rheinmetall, como ha hecho Heckler & Koch vendiendo la licencia a México para la fabricación del rifle G-3, ha alquilado derechos al Ejército mexicano para la producción de la ametralladora de propósito general MG-3, otro aparato descendiente del diseño armamentístico nazi, como también lo es el fusil de H&K y, como ésta, Rheinmetall posee instalaciones en Oberndorf am Neckar.
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Small Arms Survey es una agencia no gubernamental que documenta el tráfico mundial de armas ligeras y su relación con la violencia mundial. Tiene sede en Ginebra, Suiza, y sus expertos concentran, analizan, sistematizan y publican información sobre transacciones globales de armas, específicamente ligeras, es decir, propias de infantería o que pueden ser llevadas por un hombre sin apoyo vehicular: pistolas y revólveres; escopetas y fusiles, y subametralladoras, algunas ametralladoras, bazucas y ciertos lanzacohetes.
El centro informa de manera regular sobre las relaciones comerciales entre los países en sus calidades de importadores y exportadores de armas.
En el estudio presentado en 2015 se da cuenta de los flujos de dinero en 2012 en el terreno armamentístico.
Small Arms Survey sólo considera datos oficiales de los gobiernos, por lo que las cifras mostradas son advertidas por Small Arms Survey en términos de los menores montos posibles e incluye países cuando determina transacciones anuales superiores a los 10 millones de dólares y sólo en compraventas reguladas, así que el mercado negro, que para algunas naciones supera al legal, no aparece en este radar.
En términos de exportación, cada país es relacionado con sus cinco principales países compradores.
Bajos los criterios anteriores se observa que México:
- Es uno de los cinco principales clientes de las armerías de Austria, país al que compra más armamento del que le adquiere Rusia.
- También lo es de Bélgica, país al que compra más armamento que Portugal, Francia e Italia.
- Aparece en la lista de los cinco mejores compradores de República Checa.
- Igualmente de Israel, quien factura más al país latinoamericano que a Australia, Filipinas y Tailandia.
- Compra a Paraguay por encima de Argentina y Brasil, vecinos de ese país sudamericano.
Las industrias bélicas de Austria y Bélgica, ambos miembros de la Unión Europea, estarían en los mismos impedimentos legales por los que Alemania impuso —sin éxito, pero sí sancionando— a H&K por vender a partes de México en situación de conflicto.
En México, el fusil belga FN FAL (Fusil Automatique Léger) es común hasta en las filas de los gatilleros del narcotráfico.
México, como importador, nuevamente según Small Arms Survey, compró 82 millones de dólares en armas durante 2012. Sus principales vendedores fueron Estados Unidos —mayor exportador e importador del mundo—, Bélgica, Italia, Israel y Austria. Es en este monto que la data recolectada por el centro académico trastabilla: la cifra total representa una fracción de los “más de mil millones de dólares” informados por el almirante Gortney ante el Senado estadunidense.
A su vez, nuevamente según Small Arms Survey, la industria militar mexicana exportó al menos 73 millones de dólares en partes y accesorios de rifles y pistolas y municiones para armas largas. Los destinos principales de esos componentes fueron Estados Unidos, Honduras —que padece una crisis de derechos civiles considerada por agencias internacionales, igual que en el caso de México, como una crisis humanitaria—, Paraguay y Alemania, la sede de Heckler & Koch, la casa que arma al Ejército mexicano.
Fin de la sexta parte. Sigue mañana.