El silencio no es opción

15/11/2014 - 12:03 am

La opinión generalizada sobre el gobierno, en todos sus niveles, va cayendo a nivel banqueta. A un reclamo se suman otros; algunos son los pendientes del pasado, los más van brotando como hongos en bosque llovido. “Esto ya nadie lo para”, sentenció un hombre de larga experiencia en una manifestación provinciana.

El diario The Economist publicó que “la democracia no llevó justicia a México”. Comencemos por recordar que no hay democracia en México; lo que hay son votaciones, ilegales en su mayoría porque se rebasan los topes de campaña, se compran votos, se regalan pollos o tarjetas con saldo a cambio de cruzar una boleta, etc. A esto se le agregan la abstención, el voto “tibio” que se monta en la inercia de las campañas y el voto emitido para los partidos que no tienen posibilidad alguna de triunfo (otra forma de evadir la responsabilidad ciudadana).

Si tomamos una carretera que lleva a la ciudad de Pachuca, por ejemplo, llegaremos a esa ciudad. Es ilógico sorprendernos por este resultado. De la misma manera es obvio que, por el camino del abuso de poder, de la impunidad y de la delincuencia institucional, lleguemos a donde estamos hoy. La mala noticia es que la carretera sigue y sigue a destinos peores. Cuando Fox ganó la elección presidencial, ¿estuvimos mejor? Sólo en los noticieros. Cuando Calderón y Peña Nieto llegaron ilegalmente a la presidencia, ¿mejoró o empeoró la vida de los mexicanos? A las pruebas me remito. Tomamos el camino equivocado, por eso estamos en la situación equivocada. Todas las decisiones tienen consecuencias. Todas: buenas y malas.

Los estudiantes no hicieron su aparición antes de la tragedia dd Ayotzinapa. Esta vez les tocó a ellos como antes a otros sectores de la sociedad. ¿Hace falta que nos toque a nosotros, a usted y a mí, para que nos indignemos y alcemos la voz? Tomemos conciencia de que ya no queda zona neutra, porque callar robustece la impunidad. La inacción del gobierno -y sobre todo sus informes contradictorios- es, en sí, una acción. Inadmisible, por cierto. Quien decide no tomar una decisión, ya la tomó. No actuar también es una acción.

Todos somos Ayotzinapa porque las 43 desapariciones forzadas fueron cometidas contra todos los mexicanos. Ese evento fue sólo la gota que derramó un vaso colmado de todo lo que los gobiernos y sus cómplices nos han hecho y nos siguen haciendo. Estamos regidos por gobernantes sin freno, sin ley, sin castigo… es decir por gobernantes que van contra los fundamentos de la nación. Ellos, y no los manifestantes, son los anarquistas. No hay gobierno en sus actos, no hay legalidad, sólo su interés por seguir enriqueciéndose.

El jueves se aprobó el presupuesto de egresos del país en 2015. Viene con un déficit de 641 mil millones de pesos. Con el precio del petróleo de exportación a la baja, ¿a quién piensa usted que se le endosará ese faltante? De una manera o de otra, al ciudadano de a pie… ¡otra vez! Por supuesto no a los funcionarios públicos ni a sus compinches. Estos abusos constantes son la leña que aviva la indignación encendida en Ayotzinapa. Recurrencia que no ofrece esperanza de salida si no hay presión por parte de la sociedad civil. El que calla, otorga. Así que no esperemos que el pueblo siga aguantando. Hacerse presente es la única salida pacífica a la crisis de hoy.

El profesor Rafael Reygadas, de la UAM Xochimilco, con la boca tapada, 43 mesas, sillas y fotografías de los normalistas desaparecidos, se declaró en huelga. A sus espaldas, un cartelón decía: “No puedo dar clase, me faltan 43. No quiero que mañana me faltes tú.”

Creo que el mínimo acto de humanidad y nacionalismo que podemos hacer, cada mexicana y mexicano, es tomar conciencia de lo que sucede y levantar nuestra voz individual, única y libre. En nuestra situación, el silencio no es opción.

en Sinembargo al Aire

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