Más allá de la controversia política, los especialistas avizoran un panorama tan complejo para los trabajadores que reinará la indefensión, de aprobarse la reforma propuesta por el Ejecutivo. Ahora, el texto se discute en el Senado
Minerva, de 49 años, no podía estar en paz. ¡Cómo pedir, cómo justificar, cómo persuadir! Necesitaba buenos alegatos, un discurso convincente. ¿Enviar una carta? ¿Asesorarse con expertos? Así estuvo días enteros, día y noche, dándole vueltas al mismo asunto. Así que la mejor opción fue solicitar una cita a su jefe, plantarse frente a él y entonces sí, negociar.
Después de nueve años de trabajar en una empresa que comercializa productos de curación, principalmente alcohol de caña y aceites de almendras; nueve años dedicados a captar clientes, sobre todo abarroteros, mayoristas; nueve años de cruzar la ciudad y andar por la zona conurbada, en medio del tráfico; nueve años sin goce de prestaciones ni seguridad social; nueve años sin sueldo base, “sólo ganaba el dos por ciento de comisiones”, dice.
“Sí: ¡Dos por ciento! La empresa se embolsaba el 98 por ciento de las ventas… Y así durante nueve años.
Antes había trabajado vendiendo farmacia, distribuyendo medicamentos. Fue en la Central de Abastos de la ciudad de México donde conoció a los dueños de la empresa donde laboró nueve años. Cuando “tronó la farmacia y la compraron otras personas, cambiaron las condiciones de trabajo. Antes tenía sueldo base, mínimo, hasta que me hiciera de mis clientes. Incluso tenía seguro de vida, en caso de accidentes o enfermedad. Pero cuando cambiaron las políticas, renuncié. Ya no me pagaban inmediatamente”, cuenta.
En momentos en que se discute en México una reforma a la Ley Federal del Trabajo, recién aprobada por los diputados federales y que ha suscitado polémica, encono, puntos a favor y en contra, donde los actuales y futuros trabajadores no entienden del todo qué implica dicha reforma.
Minerva confiesa que no sabe mucho sobre la ley, aunque está consciente que debe informarse. “No es que no me importe, sé que impacta en todas las personas, pero yo como comisionista, esta reforma me deja igual. Ni siquiera tengo sueldo fijo”, y es entendible, porque la doctora Patricia Kurczyn asegura que la reforma laboral, impulsada por el presidente Felipe Calderón, tiene claroscuros y es muy compleja. “Los comisionistas no figuran en dicha reforma, cuando era importante hacerlo. Entonces la pregunta es, con esta reforma, ¿habrá más empleos o peor condición para los trabajadores?”, se pregunta la experta.
¿DÓNDE QUEDÓ EL GLOSARIO?
Comienza con una metáfora. La de una llanta en desuso, vieja. Una llanta que en vez de remplazarla, sólo es parchada. “Así es esta ley. Desde 1970 –año en que el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz la impulsó–, pero hay que tomar en cuenta que aquellos tiempos han cambiado, sobre todo que ahora estamos inmersos en la globalización. Esta reforma es como esa llanta que reventará tarde o temprano. Necesitábamos una nueva Ley Federal del Trabajo, contextualizada, vista a través de las necesidades de ahora”, explica.
Reventará, dice, porque “nadie va a cumplir la ley”. ¿Pero qué implica dicha reforma? ¿Cómo analizarla? La también Jefa de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho en la UNAM ha revisado la iniciativa aprobada por la Cámara de Diputados. “De entrada le hace falta un glosario. Antes, la Ley del Trabajo tenía un contenido económico y otro sociológico. Ahora se ha dejado más lo económico y la otra parte, necesaria, es menor. Yo opino que si es una ley para los trabajadores, debe estar redactada para que ellos la entiendan y puedan saber de qué se trata”, y comienza a analizarla a partir de puntos clave.
Kurczyn Villalobos dice que los legisladores cometieron un error al confundir el concepto de género (construcción sociocultural) con el de sexo (cualidad biológica). “Esto es importante precisar, porque al momento de entrar a estos temas, debe quedar claro a qué se refiere, en caso de una demanda por discriminación. No es lo mismo el sexo que el género y en eso deben ser precisos”.
Referente al término trabajo decente, comenta la especialista, que los legisladores se entramparon en si el concepto debía ser decente o digno. “La discusión por el término se dio a partir de qué se escuchaba o definía mejor. Parece que no es trascendente, pero pongamos un ejemplo. A la hora en que un trabajador ponga una demanda porque no tuvo un trabajo digno, como se quedó en la reforma, va a llegar a la Junta de Conciliación y Arbitraje y dirá que no tuvo un trabajo digno. ¿A qué se refiere con eso? ¿Cómo se comprueba? Es muy subjetivo. Tal vez no proceda”.
Tampoco procederá, dice, cuando una persona que solicita trabajo no es aceptada por la edad, ya sea menor o mayor, a pesar de que tampoco se pueda discriminar por edad, con todo y que el aspirante al puesto cumpla con todas las capacidades para obtener el empleo. “¿Cómo demandará? Llega a la Junta de Conciliación y Arbitraje pero ahí no le resolverán. ¿Qué pruebas tiene para decir que lo discriminaron por edad? ¿Y si la empresa justifica que no se lo dieron porque alguien era más apto para el puesto? Entonces iría al Juzgado Civil, pero ahí le responderán que no tiene competencia para asuntos laborales. Tendría que ser una demanda civil y esto le llevaría tiempo. El trabajador daría vueltas y nadie le resolvería. Esto no lo precisa la ley”.
Otro punto a discutir, propone la iniciativa: “Legaliza la práctica de distribuir las semanas de descanso pre y postnatal de la mujer trabajadora para permitir que se transfieran hasta cuatro de las seis semanas previas al parto […]”. Para la especialista es bueno que las mujeres no tengan que mostrar certificado de embarazo, pero advierte que en otros países el descanso para las mujeres que acaban de parir, abarca hasta tres meses.
Pero más preocupante, según sus observaciones, es lo referente a los trabajos especiales y a los trabajadores del campo. Y aunque dicha reforma dedica un apartado a los trabajadores donde no podrán ser contratados menores de edad, o negarse a dar sus servicios si no hay capacitación de por medio, o que se necesiten inspectores que revisen si los mineros trabajan en condiciones adecuadas, la abogada considera: “No se enfatiza en prohibir al jefe de familia trabajar con toda la familia. El trabajo jornalero tiene explotación y abuso. El tema de los niños jornaleros es gravísimo y sobre eso no hay nada. Esos niños ni siquiera tienen asegurada la escuela. El patrón los contrata a todos, sin darles condiciones”.
Insiste en que la ley, además de estar “desenfocada” de la actualidad, deja varias lagunas. “Esta ley surgió para regular las barbaries que comenten los empresarios, pero con estas imprecisiones, no tiene sentido”, advierte.
LOS TRABAJADORES, DESPROTEGIDOS
Pedro, de 25 años, ha trabajado para mantener sus estudios de contabilidad. Le falta poco para terminar. Sueña mucho. Por ejemplo, quiere ser auditor o fiscalista. Mientras tanto trabaja en cafeterías y antros. Es de la ciudad de Guanajuato. 2012 será un año raro para él: podrá salir al Festival Cervantino. “Siempre me tocaba trabajar durante el Festival”, cuenta.
Está desempleado. Espera encontrar pronto algún trabajo que le dé tiempo para estudiar. Pero desea uno donde le paguen lo justo. Recuerda su trabajo en un antro de Guanajuato. Allí duró ocho años intermitentes. “Fui barman. Es un antro gay. Mi jefe me aceptó porque me certifiqué como barman. Pero siempre me discriminó por ser gordo. No le gustaba mi imagen y siempre buscaba algún momento para mostrar que le avergonzaba tenerme en su negocio”, pero lo que relata Pedro no sólo es discriminación, sino también explotación laboral.
Trabajaba de nueve de la noche a cinco de la mañana. Su sueldo era de 200 diarios pesos sin prestaciones ni seguridad social. Dice que otros antros, por ejemplo en León, ganaría tres veces más con las mismas ventas generadas. “Es que en Guanajuato hay muchos lugares informales. A mí no me capacitaron para el puesto. Cuando le pedí aumento de sueldo, me respondió que a los demás les pagaba menos que a mí, que con mi sueldo podía contratar hasta tres personas”.
Pedro dejó el trabajo, aunque cuando acudía como cliente, terminaba haciendo el trabajo, hasta que regresó. Hace dos meses le dijo al dueño que trabajaría sólo mientras estuviera el Festival Cervantino. Aceptó. Sí, pero le hicieron firmar un contrato por tiempo determinado bajo el concepto de honorarios asimilables a salarios. Pedro claudicó y no volvió al antro.
Para el economista Francisco Múñoz Apresa la reforma laboral trastoca las relaciones entre los trabajadores y los jefes. Más allá de ver claroscuros en dicha ley, ve un futuro sombrío para los trabajadores. Es profesor en la Facultad de Economía de la UNAM. Allí, en el aula, intenta explicarles a sus alumnos la odisea que vivirán como empleados.
Otro de los puntos que refiere la iniciativa son los periodos de prueba y los contratos de capacitación inicial y para el trabajo de temporada. Reza el apartado: “Estos contratos se celebrarán obligatoriamente por escrito; los periodos de prueba y los contratos de capacitación inicial serán improrrogables […] El periodo de prueba podrá extenderse hasta 180 días, cuando se trate de trabajadores para puestos de dirección, gerenciales y demás personas que ejerzan funciones de dirección o administración […] Al término de la capacitación inicial, de no acreditar competencia el trabajador y a juicio del patrón, se dará terminada la relación de trabajo sin responsabilidad para éste”.
Múñoz Apresa considera que ni siquiera existirá el término despidos injustificados. “Son despidos a secas y ya. Esta ley se hizo para beneficio de los empresarios, quieren obra barata. Por ejemplo, a mis estudiantes les digo que si quieren trabajar, primero tendrán una capacitación, sin derecho a ninguna prestación, si el patrón lo decide, no los contrata y busca a otra persona con la que hará lo mismo y así sucesivamente”, vaticina.
Por parte, Patricia Kurczyn pone un ejemplo: “Alguien que quiera poner un negocio se asocia con alguien. Busca a una persona que cobre, otra que limpie, otra que atienda. Les dice que las contratará, pero primero las tendrá a prueba. Pasado el tiempo, los dueños pueden despedir a esas personas por cualquier motivo. No podrán defenderse. Enseguida buscan a otras y así se libran de responsabilidades porque lo dice la ley”.
Eso, en un caso común. Pero también la especialista en derecho laboral advierte que otro modo de operar en varias empresas es cuando “contratan a alguien. Ya el Seguro Social los obliga a dar de alta a sus empleados. ¿Qué hacen? Muy fácil: los dan de alta, con un sueldo mínimo, si tienen un trabajo riesgoso y sufren un percance, la empresa se desentiende, se respaldan en que cumplieron con la ley”.
Minerva ni siquiera tiene eso. Vive de sus comisiones. Paga un terreno con sus ahorros. Al día gasta entre 150 y 200 pesos de gasolina para distribuir su mercancía. Sabe, porque lo ha intentado, que los dueños de las empresas donde labora no le ayudarán con los viáticos, “aunque de comisiones me pagan el cuatro por ciento y lo hacen inmediatamente”. En su anterior trabajo ni siquiera quiso meter demanda, necesitaba encontrar otro trabajo para subsistir. Debido a un impuesto especial sobre productos de lujo, la anterior empresa les descontaba a los comisionistas la mitad de sus ganancias. “Pero ese impuesto luego desapareció, aunque los dueños seguían con ese impuesto. Ellos ya no lo pagaban, pero a mí me terminaban pagando el uno por ciento”, revela.
Francisco Múñoz se pone como ejemplo. Fue despedido de una universidad sin justificación alguna. Demandó. Su abogado litigó durante más de 30 años. “Después de ese tiempo, ganamos. Se me indemnizó por todos esos años. Si alguien, con esta reforma, es despedido y hace lo mismo que yo, ningún abogado lo ayudará. Ellos cobran un porcentaje. Si el demandante, después de 30 años, gana, sólo le darán lo correspondiente a un año. Lo que le toque al abogado será nada. Es evidente la desprotección, por donde se quiera ver”, enfatiza.
EL FAMOSO OUTSOURCING
Un tema, de suma importancia, es el papel de los sindicatos y las subcontrataciones. Sobre este último, Patricia Kurczyn aclara que las subcontrataciones o el llamado outsourcing tiene, en México, algunas inconsistencias.
Pone como ejemplo a los bancos. Empresas que contratan a otras empresas para obtener ciertos servicios. “La confusión viene porque subcontrataciones quiere decir servicios especializados, como vigilancia, limpieza, electricidad; pero otra cosa es la tercialización. Es decir, cuando los bancos contratan empresas para que a su vez capaciten y contraten a los empleados. No lo hace el banco, sino esa empresa que nadie sabe de dónde es. Resulta una simulación, un fraude para evitar pago de antigüedad, utilidades. Esto tampoco contempla la ley, debido a la confusión de un término inglés con una práctica fraudulenta muy común”.
Acerca de los sindicatos, analiza la doctora, quedará igual. “No se puede hablar de transparencia en sindicatos, sin autonomía. No es el Estado o un gobierno quien debe dictar las reglas al interior del sindicato, sino quienes pagan las cuotas y votan al interior. Es decir, los propios empleados”, explica.
Sin embargo, el también integrante del Centro de Estudios del Trabajo de la Facultad de Economía, Francisco Muñoz considera que entre el trabajador y el patrón, el papel de los sindicatos es fundamental. “Quieren desaparecer esta figura para que el trabajador quede totalmente desprotegido. No habrá intermediario, el jefe hará lo que quiera”, augura sin titubear.
¿Alguna esperanza? El panorama parece desolador. Los dos especialistas coinciden en que la organización de los trabajadores será imprescindible para hacer contrapeso. “La huelga, por ejemplo, pese al control que quieren ejercer, es constitucional. El trabajador tiene derecho a hacerla. La historia nos dice que los trabajadores, antes de los sindicatos, se organizaban en hermandades. Podemos desde organizarnos en grupos, hasta reventar la producción. Nos obligarán al clandestinaje. Nos defenderemos, y no por gusto. Es una necesidad”, asegura el catedrático y economista.
En cambio, la investigadora del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, concluye: “Yo también creo en la organización, pero los trabajadores deben tener conscientes sus demandas y sus obligaciones. Derecho al salario mínimo, prima vacacional, seguridad social, vivienda, prever enfermedades, condiciones y facilidades para el trabajador. Es un derecho, incluido los derechos humanos, que es un tema de prioridad internacional”.