El padre de Jobs trabaja en un casino, la hermana dio su apellido a Los Simpson

15/10/2011 - 12:31 pm

“Durante todo el año pasado, Abdulfatá John Jandali mandaba periódicamente un mensaje de correo electrónico a Steve Jobs, el hijo que nunca conoció. Eran simples notas: ‘Feliz cumpleaños’ o ‘Espero que estés mejor de salud’. No está claro si Jobs respondió alguna vez. Una persona cercana a la familia de Jobs dice que no, que no lo hizo, mientras que Jandali afirma que recibió dos respuestas cortas. La última llegó seis semanas antes de la muerte de Jobs, según Jandali, y solo decía: ‘Gracias’”.

Así lo cuenta esta mañana el diario madrileño El País, en un amplio perfil firmado por Alexandra Berzon.

“Para Jandali, aparte del iPhone 4 que lleva consigo, la historia de los e-mails es casi todo lo que tiene de un hijo que fue cofundador de Apple y se convirtió en uno de los empresarios más famosos del mundo”.

Jandali, de 80 años y director general del casino Boomtown en las áridas colinas de las afueras de Reno (Nevada, EU), es responsable de una plantilla de unos 450 trabajadores, dice El País. Sus compañeros elogian su estilo de liderazgo tranquilo y su maña para el marketing. Mientras recorría el local el viernes de la semana pasada, le paró un empleado que le dio las gracias por haber vuelto a instalar las máquinas tragaperras de cinco dólares. Jandali le estrechó la mano y luego se sentó en el puesto de fideos chinos del casino para comer el especial de salmón, como hace muchos días.

“No puedo atribuirme el mérito del éxito de mis hijos”, tercia Jandali, que también es el padre de la famosa novelista Mona Simpson. Jobs fue entregado en adopción siendo un bebé. Jandali confiesa que casi no tenía contacto con él y que la relación que le une a Simpson es tensa.

Los amigos íntimos del director de casino aseguran que el distanciamiento con sus hijos le ha causado una gran tristeza a lo largo de los años. Jandali mantuvo en secreto la paternidad de sus célebres vástagos hasta para sus más allegados, por miedo a que pensaran que buscaba aprovecharse de su fama, afirma la periodista Alexandra Berzon.

“A mí me parece que es como si, toda su vida, lo hubiera lamentado [el distanciamiento] y hubiera deseado haber tomado otras decisiones o que las consecuencias hubieran sido distintas”, comenta a El País Keith Henson, director general de L’Auberge Lake Charles, un casino de Luisiana. Henson afirma que hasta hace tres años no se enteró de que Jandali era el padre de Jobs, y eso que fue su discípulo en Boomtown y también el padrino de su tercera boda.

El reciente empeoramiento de la salud de Jobs ha puesto el foco sobre Jandali, algo que, según dice, le resulta incómodo. Jandali solo accedió a hablar para este reportaje en el restaurante de fideos chinos del casino tras puntualizar que no creía que su historia fuese lo bastante interesante para justificar la atención.

Con arrugas en los ojos y las canas coronando una cabeza sobre la que asoma la calvicie, Jandali recuerda físicamente a Jobs. En una mesa auxiliar de su oficina destaca una imagen publicitaria enmarcada de su hija, Mona Simpson, que dice que descargó de Internet.

Se enteró de la muerte de Jobs el miércoles de la semana pasada en la oficina, cuando un desconocido llamó para darle el pésame. Colgó el teléfono rápidamente. “No fue una sorpresa”, explica Jandali. “Básicamente, todo lo que siento es tristeza”.

Jandali no supo que Jobs era su hijo biológico hasta alrededor de 2005. Asegura no recordar cómo se enteró, pero que la noticia le causó “una gran impresión”.

Empezó a ver vídeos en Internet de las famosas ponencias en las que Jobs presentaba los productos de Apple. Y durante este último año, cuando supo del empeoramiento de su salud, le mandó algunos e-mails.

“No sé por qué lo hice”, reflexiona. “Supongo que porque me sentí mal cuando me enteré de su estado. Él tenía su vida y yo la mía, no estábamos en contacto. Si hubiéramos hablado, no sé qué le hubiera dicho”.

Tras conocer la noticia del fallecimiento, llamó a Simpson. No le contestó, afirma. Y se puso a mirar las fotos de Jobs con 20 y 30 años que saturaban los portales de noticias en Internet.

“Ese es exactamente el mismo aspecto que tenía yo”, afirma.

La semana pasada, Jandali leyó el discurso que dio Jobs en la Universidad de Stanford en 2005, aquel en el que el cofundador de Apple reflexionaba sobre la vida y la muerte y contaba la historia de su adopción. “Mi madre biológica era una joven estudiante de posgrado soltera… Le parecía muy importante que yo fuese adoptado por titulados universitarios”, declaró en aquel discurso.

Jobs, que nació en San Francisco en 1955, también relataba allí que su madre biológica finalmente accedió a que lo adoptasen Paul Jobs, quien no había completado la educación secundaria y se había hecho maquinista, y Clara Jobs, que nunca llegó a licenciarse en la universidad. Se crió cerca de San Francisco. Jobs sí reconocía que tenía relación con su madre y su hermana biológicas, pero no hablaba en público de Jandali.

Quienes conocen a Jandali afirman que su hijo y él tienen en común la capacidad intelectual y el instinto para comprender los deseos de los consumidores, aunque en contextos diferentes. Pero a diferencia de Jobs, un showman célebre por apasionar a las multitudes con sus nuevos productos, Jandali prefiere permanecer en segundo plano, según explican él y otros cosultados.

El trabajo de El País también cuenta que, a diferencia de otros magnates de Silicon Valley, poco se sabe de las donaciones de Jobs. Tras su muerte, la prensa se ha interesado por el papel que jugará su viuda, Laurene Powell Jobs, en la administración de la fortuna del cofundador de Apple. La pareja ha estado profundamente involucrada en apoyar reformas educativas y causas femeninas, así como a algunos candidatos del Partido Demócrata de EU, según revela ‘The Wall Street Journal’.

Powell trabajó en Merrill Lynch Asset Management y Goldman Sachs a finales de los ochenta, y conoció a Jobs cuando ella estudiaba un máster en administración y dirección de empresas en la Universidad de Stanford. Salvo contadas excepciones, su matrimonio vivió igualmente alejado de los focos. En una ocasión, recuerda El País, Jobs declaró: “Yo estaba en el aparcamiento con la llave en el coche, y me dije a mí mismo: ‘Si esta fuera mi última noche en la tierra, ¿la pasaría en una reunión de negocios o con esta mujer?’. Me encontré con ella en el aparcamiento, le pregunté si quería cenar conmigo. Ella dijo que sí, nos fuimos a la ciudad y hemos estado juntos desde entonces”.

En 1991, Jobs y Powell se casaron en el hotel Ahwahnee en el parque nacional de Yosemite. El matrimonio fue oficiado por Kobin Chino, un monje budista zen. Tuvieron tres hijos, Eve, Erin y Reed.

El País también habla de Mona Simpson, hermana de Jobs. Es una escritora estadounidense admirada y celebrada; es la razón por la que la madre de Homer Simpson, de la serie ‘Los Simpson’, lleva su nombre -uno de los guionistas fue su marido- y además, es la hermana menor de Steve Jobs. Hijos de los mismos padres, crecieron en hogares separados porque Jobs fue dado en adopción y Mona no. Pero compartían algo: talento.

El padre se separó de la madre cuando ella tenía diez años y Mona, que estudió literatura y escritura creativa en Berkeley y Columbia, aprovechó su propia historia para escribir ‘A cualquier otro lugar’, que se convirtió primero en ‘best seller’ y luego en película, y donde hay claras referencias a su vida sin padre, dice El País.

Fue Jobs quien a los 32 años descubrió su existencia, la buscó y la encontró (ella tenía 30) y se hicieron muy buenos amigos, aunque su relación se deterioró un poco cuando Mona publicó en 1996 ‘A regular guy’ (Un tipo corriente), una novela claramente inspirada en su genial hermano pero no excesivamente amable que arranca con la frase: “Estaba tan ocupado que no tenía ni tiempo de tirar de la cadena”.

No obstante, Mona, cuyo parecido físico con Jobs es brutal, limó asperezas y durante sus últimos años de vida pasaron mucho tiempo juntos. También es autora de las novelas ‘The lost father’ y ‘Off Keck Road’ y está considerada una de las mejores escritoras de su generación.

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