En el Hemiciclo a Juárez, las autoridades culturales de la capital mexicana convocaron a los capitalinos para participar en una jornada de fabricación de papalotes. Con esta actividad, se recordó la obra con la que el artista oaxaqueño dedicó a los 43 jóvenes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa.
Ciudad de México, 15 de septiembre (SinEmbargo).- La Secretaría de Cultura de la Ciudad de México llevó a cabo este domingo un homenaje póstumo al artista Francisco Toledo, quien falleció el pasado 5 de septiembre.
En el Hemiciclo a Juárez, las autoridades culturales de la capital mexicana convocaron a los capitalinos para participar en una jornada de fabricación de papalotes. Con esta actividad, se recordó la obra con la que el artista oaxaqueño dedicó a los 43 jóvenes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa.
El event fue encabezado por el Secretario de Cultura de la Ciudad de México, Alfonso Suárez del Real.
“En esta Ciudad de México te asumimos con gozo y respeto, asumimos con gozo y respeto tu reivindicación juchiteca”, dijo durante su intervención el funcionario.
Con una parvada de papalotes que surquen la memoria de los tiempos dimos su adiós al alma del demiurgo juchiteco, hacedor de sus propias memorias y de sus tiempos, Francisco Toledo. pic.twitter.com/0qvFYA1GR2
— Suárez del Real (@SuarezdelReal1) September 15, 2019
Además recordó las “esporádicas” residencias que el artista tuvo en la ciudad de México, sus exposiciones en una galería de la colonia Juárez, donde el artista constituyó, junto a otros artistas, un movimiento cultural.
Niños y niñas, jóvenes y adultos se reúnen con sus papalotes en la Alameda Central para rendir homenaje al maestro Toledo. #CapitalCultural pic.twitter.com/9yK0rqom3i
— Cultura Ciudad de México (@CulturaCiudadMx) September 15, 2019
El pasado 5 de septiembre, Francisco Benjamín López Toledo, legendario artista mexicano, murió.
Oriundo de Juchitán, Oaxaca, desde temprana edad demostró una habilidad especial para el dibujo, por lo que su padre lo alentó y cedió parte de las paredes de la casa donde vivían para que pusiera a prueba su creatividad.
En 2015, ese hombre delicado y sensible a la vez, dijo a El País sobre los 43 de Ayotzinapa: “Eso es una vergüenza que no tiene nombre. Los políticos quieren que se pase página, pero esa página no se podrá pasar nunca. Queda para la historia de la infamia”.
–Para recordar a los 43 estudiantes desaparecidos hizo papalotes (cometas) con sus rostros y los puso a volar. ¿Por qué? –le preguntó el periodista Jan Martínez Ahrens.
–Fue un gesto que preparamos con los niños de la escuela. Hay una costumbre del sur: cuando llega el Día de los Muertos se vuelan papalotes porque se cree que las almas bajan por el hilo y llegan a tierra para comer las ofrendas; luego, al terminar la fiesta, vuelven a volar. Como a los estudiantes de Ayotzinapa los habían buscado ya bajo tierra y en el agua, enviamos los papalotes a buscarlos al cielo –respondió.
