Una especie cavernícola de ofiuroideo, cuyo nombre científico es Ophionereis commutabilis, fue descubierta recientemente en la cueva El Aerolito de Cozumel, isla en el estado mexicano de Quintana Roo.
La importancia de este descubrimiento radica en que “es la tercera especie en el mundo de este tipo de animales”, dijo Francisco Alonso Solís-Marín, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por Juan Manuel Ramírez G.
México, 15 sep (EFE).- Una nueva especie de equinodermo, grupo al que pertenecen las estrellas de mar, los erizos, los lirios y los pepinos de mar, fue hallada por un grupo de científicos en una cueva bajo un campo de golf en la isla de Cozumel, en el Caribe mexicano.
Una especie cavernícola de ofiuroideo, cuyo nombre científico es Ophionereis commutabilis, fue descubierta recientemente en la cueva El Aerolito de Cozumel, isla en el estado mexicano de Quintana Roo.
Las ofiuroideos son una clase de animales marinos con características distintivas en su piel y que habitan en cuevas costeras que contienen aguas salobres llamadas anquihalinas.
La importancia de este descubrimiento radica en que “es la tercera especie en el mundo de este tipo de animales”, dijo a Efe Francisco Alonso Solís-Marín, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Explicó que de las más de dos mil especies de ofiuroideos documentadas, solamente dos viven en cuevas (una en Bahamas y otra en Japón), a las que ahora se agregó la tercera en México.
“Obviamente son especies distintas. Esta especie es 100 por ciento mexicana y algo muy importante porque quiere decir que es endémica de la isla de Cozumel; es decir, es el único lugar en el planeta donde existe esa especie”, apuntó.
Solís-Marín, uno de los autores de la investigación, publicada en la revista científica Molecular Phylogenetics and Evolution, explicó que el hallazgo “le da mucho peso al reconocimiento de la diversidad en México”.
Recordó que la nación latinoamericana “es un país megadiverso y en este caso se suma una especie endémica más a México, lo que lo convierte un país destacado por ser una fuente de recursos genéticos para todo el mundo”.
Sobre los equinodermos, el experto dijo que tienen rasgos generales similares pero morfológicamente son diferentes entre sí, y en específico los Ophionereis commutabilis “tienen el cuerpo pequeño y aplanado, el cual está formado por un disco redondo y cinco brazos delgados y largos que llegan a medir entre 18 y 20 centímetros”.
El también curador de la Colección Nacional de Equinodermos de la UNAM apuntó que, a diferencia de las estrellas de mar, los ofiuroideos no poseen ojos y recordó que “aproximadamente hace seis años se confirmó que las estrellas de mar poseían omatidios: ojos compuestos capaces de distinguir siluetas y ver dentro del agua”.
Además explicó que el grupo de investigadores tiene la hipótesis “de que esta nueva especie de ofiuroideo puede ser bioluminiscente; es decir, que emite luz propia”, aunque indicó que esto aún no lo han podido demostrar.
Entre las conclusiones que arrojó la investigación, Solís-Marín apuntó que la elongación (extensión) de los brazos, la aplanación del cuerpo y los patrones de coloración son producto de la adaptación de la vida cavernícola, en donde las condiciones medioambientales son extremas: oxígeno y luz escasos y poca disponibilidad de alimentos.
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Sobre cómo se dio el hallazgo, el experto relató que el buzo espeleólogo Germán Yáñez, quien vive en Cozumel y prácticamente toda su vida se ha dedicado a explorar pasajes subterráneos y cuevas inundadas en todo el país, pero principalmente en los estados de Yucatán y Quintana Roo, le contó que había visto esa especie en la isla.
Solís-Marín explicó las cuevas anquihalinas de Cozumel fueron formadas hace millones de años cuando estaban en un ambiente seco. “Todavía no estaban sumergidas en el océano y se formaron por un escurrimiento de agua” entre la tierra y la piedra, que formó estos pasadizos.
Dijo que en algunos casos, estas cuevas contienen agua marina y agua dulce, que es la que se filtra de la lluvia desde la superficie, y “en ellas no hay peces, pero hay otras especies como estrellas de mar, moluscos como almejas, pequeños camarones y muchos animales invertebrados que se alimentan de un tapete microbiano que hay en las paredes y en el piso de la cueva”.
Solís-Marín indicó que a mediano y largo plazo estos ecosistemas “únicos en el mundo” están amenazados por actividades turísticas, como sucede con la cueva El Aerolito, donde habita la nueva especie, que está debajo de un campo de golf que forma parte de un complejo hotelero.