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Alejandro De la Garza

15/06/2024 - 12:03 am

Otra narrativa cultural y simbólica

“La batalla cultural continúa, advierte el venenoso, pero tras estos seis años, las palabras que han resonado en la sociedad y la han empoderado serán centrales en ese nuevo discurso cultural hegemónico por venir”.

“El venenoso no es optimista y sabe que el dinosauro neoliberal todavía está aquí, pero también es innegable que la sociedad mexicana, en todos sus estratos, deciles, grados y clases ha percibido un cambio, una sacudida en el discurso cultural”. Foto: X @Claudiashein

El sino del escorpión atestigua el fin del sexenio del Presidente López Obrador y se pregunta si fue posible a lo largo de estos años cambiar la narrativa cultural hegemónica, el relato simbólico del neoliberalismo, que por más de tres décadas se profundizó en la academia, las instituciones de educación superior, los medios de comunicación, las oficinas culturales y en las élites intelectuales, a la vez receptoras y reproductoras de ese discurso del “saber tecnocrático, meritocrático, exclusivo”. El alacrán lee análisis detallados un tanto pesimistas, por ejemplo del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (GRECU), y también otros análisis optimistas sobre un verdadero cambio en las políticas culturales que, aseguran, han transitado de lo elitista a lo popular. Ante estos estudios recientes, el alacrán apunta a la necesidad de evaluaciones y ponderaciones sexenales, con la finalidad de responder a la pregunta lanzada en 2020 por el crítico y ensayista cultural Rafael Lemus: “¿Podrá construirse una nueva narrativa cultural hegemónica, un nuevo relato simbólico, o cuando despertemos el neoliberalismo todavía estará allí?”.

El venenoso no es optimista y sabe que el dinosauro neoliberal todavía está aquí, pero también es innegable que la sociedad mexicana, en todos sus estratos, deciles, grados y clases ha percibido un cambio, una sacudida en el discurso cultural, en la narrativa, en el relato, una transformación que modifica incluso la visión que la sociedad tiene de sí misma: una “revolución de las conciencias” (AMLO, dixit), y un cambio de políticas culturales que se asegura han transitado de lo elitista a lo popular.

El lector tendrá presente el inicio del neoliberalismo mexicano en los primeros años ochenta, cuando llegaron al poder los egresados del ITAM y tantos posgraduados en Harvard —fue el adiós a los licenciados y abogánsters priistas tradicionales y la bienvenida a los doctores salinistas, recuerda el alacrán—, años de tecnocracia en los cuales resultaba herético no alinearse con el discurso hegemónico de la globalización, el libre comercio, la privatización de los bienes nacionales, la rectoría de los mercados financieros sobre las políticas económicas, la flexibilización laboral, la contención del salario mínimo y las restricciones al Estado del bienestar.

Fue mal visto entonces no respaldar el correlato cultural de estas políticas, es decir las nuevas narrativas académicas, artísticas y culturales para justificar la razón neoliberal, la alteración de los signos, relatos, imágenes y mitos compartidos, el empeño por construir una nueva idea de México. En la cultura, además de conceptos como la posmodernidad y el fin de la historia, claves para el neoliberalismo, surgió también la curiosa categoría de “la transición a la democracia”, un nuevo pacto cupular para preservar a los partidos, la oligarquía, la élite cultural y los poderes fácticos (escribe Lemus), pero además un redituable negocio, generador de financiamientos para institutos, asociaciones de expertos, conferencias y publicaciones, insiste el arácnido.

El sueño político neoliberal de una “democracia sin pueblo y sin adjetivos”, así como el sueño económico de convertirnos en una nación de “primer mundo” se desmoronaron pronto ante los asesinatos políticos de 1994 (Colosio y Ruiz Massieu) y “el error de diciembre”, en tanto la ideología sustentadora de tales concepciones enfrentó su primer revés ante el emergente movimiento indígena zapatista, encarnación del discurso subalterno (¿decolonial?) enfrentado a la narrativa neoliberal dominante. No obstante, el discurso cultural hegemónico neoliberal siguió permeando en la sociedad, un discurso meritocrático y discriminatorio basado en privilegios individuales o grupales, pero no en derechos sociales y mucho menos en derechos colectivos. Al final de esa dolorosa aventura pudimos observar los resultados: millones de pobres, demolición de instituciones, comunidades, territorios, formas organizativas y productivas; miles de muertos y desaparecidos por la necropolítica y la guerra de legitimación contra el narco.

El nuevo discurso si bien no se ha conformado completamente y sigue en construcción, ya ha llevado al centro del imaginario colectivo la reivindicación de lo popular en todas sus expresiones, el rechazo y la denuncia ante el racismo, el clasismo, la homofobia y el machismo. Es una narrativa recobrada, que busca el bien de los más y pone el interés público por encima del privado. No es que la discriminación y el racismo no se notaran antes, pero hoy son nombrados, reconocidos y combatidos desde la cúspide del poder. Palabras como “clasismo” y “racismo” han recobrado su significado profundo y su vigencia ante una sociedad aún discriminadora con los pueblos originarios, por vestirse diferente, por hablar otra lengua, por ser pobres y tener piel morena. Han surgido incluso grupos diversos de #PoderPrieto para reivindicar sus saberes, su profesión, su trabajo en todas las áreas de la sociedad.

“Dice Argel Gómez Concheiro en su ensayo “La cultura en México, presente y porvenir” (La Jornada Semanal, 09 Jun 2024): “Durante el período neoliberal, el racismo, el clasismo y el machismo se agudizaron (porque) la oligarquía procura naturalizar las estructuras de dominación. Por eso, aparatos ideológicos tan poderosos como los medios de comunicación corporativos siguen reproduciendo sin ruborizarse en sus pantallas el estereotipo ideal, blanco y cosmopolita. Blanquean una sociedad morena mientras ridiculizan al pobre, cosifican a la mujer y desprecian al indígena”.

A este cambio cultural le faltan todavía avances en materia de feminismo, derechos de la comunidad LGBTI+, protección y seguridad ante los feminicidios, nuevas masculinidades y otros temas complejos. También falta vincular la cultura a la defensa del territorio y los recursos naturales como el agua. Las comunidades indígenas no son nada más bailes folclóricos y vestimentas tradicionales originarias, son activa defensa de sus derechos y protección y seguridad a la vida de tantos defensores del territorio. La persecución y los asesinatos de estos luchadores no acaban, y exigen que su lucha sea amparada también por esta nueva narrativa cultural en busca de hegemonía.

Este nuevo relato simbólico se verá fortalecido sin duda por la victoria apabullante de Morena en las urnas, lo cual garantiza que se retomarán los discursos contra la meritocracia y a favor de los derechos colectivos, a la educación en todos sus niveles hasta el posgrado, la difusión gratuita de la cultura y las políticas del libro y la lectura en el FCE. Se espera que una mujer en el Poder Ejecutivo impulse la causa de las mujeres, su protección, el sistema de cuidados, el anunciado apoyo social a mujeres de 60 a 64 años. Hay mucho más que cambiar, pero, en sentido contrario, también se percibe ya un fortalecimiento de las posiciones de ultraderecha que van contra este nuevo discurso cultural. El proceso electoral sacó los peores insultos racistas, clasistas y discriminadores de los perdedores hacia los votantes de Morena. Volverán con su discurso racista y discriminador, habrá que estar preparados.

La batalla cultural continúa, advierte el venenoso, pero tras estos seis años, las palabras que han resonado en la sociedad y la han empoderado serán centrales en ese nuevo discurso cultural hegemónico por venir.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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