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Gustavo De la Rosa

15/06/2024 - 12:04 am

Las devaluaciones que recuerdo

Por eso, cuando escucho a los críticos quejarse y declararse en crisis nerviosa porque el peso está perdiendo valor, les recomendaría tomar un vaso de agua fría con whisky o fumarse un churro y recordar que durante la “treintena trágica” del neoliberalismo, el valor del peso se devaluó enormemente.

“Los que se ponen nerviosos por los dos pesos de variación del precio del dólar, recuerden o sepan lo que pasó de febrero de 1982 a diciembre de 1988”. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

En las últimas dos semanas, se ha insistido en que  hay nerviosismo porque “el peso se debilita”, debido a que el nuevo Gobierno se ha propuesto llevar a cabo la reforma del Poder Judicial e implementar un paquete completo de reformas progresistas propuestas por Andrés Manuel López Obrador en el Congreso, las cuales aún están pendientes de discusión y aprobación en ambas cámaras. Algunas de estas reformas requerirán dos tercios de los votos del Congreso de la Unión.

Algunos alarmistas gritan que estamos al borde de una devaluación del peso. Me gustaría compartir mi experiencia con las devaluaciones que he vivido.

En mis recuerdos de la infancia, viví la devaluación 1954, de 8.65 pesos a 12.50 por dólar, la cual tuvo un impacto significativo en el lugar donde vivía, en Francisco I. Madero, Coahuila, un pueblo entonces conocido como “Chávez”. Esta devaluación representó una disminución del 50 por ciento en la capacidad de compra de los dólares necesarios, los cuales eran indispensables en aquellos años para adquirir muchos bienes, como por ejemplo los automóviles. El precio de un Ford pasó de 8 mil a 12 mil pesos, lo que significó un aumento de 4 mil pesos.

De repente, en casa sentimos la escasez de recursos necesarios para cubrir los gastos mensuales, por lo que mi padre tuvo que incorporar a mi hermano mayor para trabajar junto a él y así recuperar el nivel de gastos que teníamos antes de la devaluación. El impacto fue tan fuerte que, lo recuerdo claramente, ya sea por vivirlo directamente o por los comentarios de los mayores que ahora descansan en paz. En aquel entonces, se culpó al expresidente Miguel Alemán y a la corrupción gubernamental que la llevó a las grandes ligas.

En septiembre de 1976, al concluir el mandato de Luis Echeverría, se produjo otra devaluación. En ese momento, yo era abogado, principalmente defendiendo a trabajadores ante la Junta de Conciliación y Arbitraje. El valor del dólar pasó de 12.50 a 22 pesos por unidad. Los trabajadores que ganaban el salario mínimo, por lo general, vieron cómo su poder adquisitivo se desplomaba, ya que si antes ganaban alrededor de 8 dólares, ahora solo 5 dólares.

En la frontera norte de México, donde el intercambio de dólares por pesos es común, la dependencia diaria del dólar para adquirir muchos bienes seguía siendo significativa. Mis ingresos profesionales y familiares también se vieron afectados, ya que en el litigio laboral, los honorarios dependen de los resultados del caso. Con los trabajadores ganando solo el 60 por ciento de lo previsto por el trámite de su demanda, mis ingresos se vieron reducidos.

En febrero de 1982, el último año de López Portillo, de un día para otro, nos despertamos con la dura realidad de que comprar dólares ahora costaba alrededor de 40 a 49 pesos por cada uno.

Después de lo que se ha llamado la “época heroica” de la lucha de los trabajadores en Ciudad Juárez por mejorar sus condiciones laborales, se habían logrado negociaciones para que los trabajadores tuvieran un ingreso diario de 11 dólares, con las tolvaneras de febrero , sus ingresos cayeron a solo 6 dólares por día. Sin embargo, lo peor no fue solo ese golpe, sino que a partir de ese fatídico día, y como los salarios de los operadores de maquila se mantuvieron congelados durante los siguientes 36 años. A diferencia de lo ocurrido después de 1976, jamás se recuperaron los salarios. El dólar subió a finales de López Portillo hasta 120 pesos diarios.

Cuando llegó la política neoliberal de la mano de Miguel de la Madrid, y Salinas de Gortari, se desencadeno, una devaluación tan severa y dolorosa llamada deslizamiento diario en medio de un proceso inflacionario incontrolable. Así fue: 1983, 120 pesos; 1984, 167 pesos; 1985, 318 pesos;1986, 515 pesos; 1987, mil 220 pesos; 1988, dos mil 280 pesos.

Los que se ponen nerviosos por los dos pesos de variación del precio del dólar, recuerden o sepan que de febrero de 1982 a diciembre de 1988 (6 años) comprar un dólar –costaba 22 pesos– a dos mil 280 pesos, una devaluación del mil por ciento.

Los  tecnócratas dirigidos por Salinas de Gortari decidieron trasladar la carga de la tragedia económica a los trabajadores, mientras, que a la burguesía se le transfirieron miles de millones de personas, se privatizaron más de mil empresas paraestatales, y finalmente se les rescató con el Fobaproa. Mientras los salarios seguían congelados entre 5 y 7 dólares diarios, y el dólar también perdía poder adquisitivo.

Salinas de Gortari tomó medidas drásticas en 1992 al recuperar el valor de la moneda eliminando tres ceros de los pesos, de manera que las monedas de mil pesos pasaron a valer un peso al día siguiente. Anunciaron que el peso se había revaluado y ahora, en lugar de gastar tres mil pesos para comprar un dólar, solo necesitarías tres pesos. Sin embargo, los salarios e ingresos de los ciudadanos seguían congelados entre cinco y siete dólares por día.

En 1976, antes de la devaluación de Luis Echeverría, una familia con dos trabajadores de maquiladora podía permitirse comprar un automóvil. Incluso en la construcción de las plantas industriales, se reservaba un amplio espacio para el estacionamiento de los automóviles de los trabajadores. Después de Miguel de la Madrid, esos estacionamientos comenzaron a quedar vacíos, convirtiéndose en simples planchas de cemento expuestas al sol en los calurosos veranos de Ciudad Juárez.

Ua vez más, los culpables fueron López Portillo y Miguel de la Madrid, junto con la corrupción en los negocios y la política que se combinaron para agravar la situación.Aquí tienes el texto editado:

En 1994, poco después de asumir el poder Ernesto Zedillo, el valor del dólar se duplicó, llegando a requerir 6 pesos o seis mil, dependiendo de la referencia utilizada, para comprar cada dólar. La vida siguió avanzando a expensas de los trabajadores, mientras los niveles de corrupción de los gobernantes y grandes financieros mejoraban. Al final del gobierno de Enrique Peña Nieto, comprar un dólar costaba 24 pesos, o veinticuatro mil según la perspectiva de quienes vivimos y aprendimos en el siglo pasado.

Al inicio del mandato de Andrés Manuel López Obrador, el valor del dólar alcanzó los 25 pesos, pero luego comenzó a recuperarse gradualmente hasta llegar a un costo de 16.50 por dólar.

Por eso, cuando escucho a los críticos quejarse y declararse en crisis nerviosa porque el peso está perdiendo valor, les recomendaría tomar un vaso de agua fría con whisky o fumarse un churro y recordar que durante la “treintena trágica” del neoliberalismo, el valor del peso se devaluó enormemente. Como explicaba Fidel Velázquez sobre la pérdida del valor de los fondos de vivienda para los asalariados, “el dinero del Infonavit se lo llevó el diablo”.

Gustavo De la Rosa
Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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