Oliver Kahn, el guardameta de ceño fruncido y de buen corazón, en su cumpleaños 43

15/06/2013 - 12:00 am

Foto: Twitter
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Ciudad de México, 15 de junio (SinEmbargo).- Sentado en el césped, recargado en el poste de la portería que defendía, Oliver Kahn (Karlsruhe, Alemania; 1969) observaba a sus compañeros destrozados anímicamente tras uno de los mejores finales en la historia de la Champions League. El Bayern Munich perdía la Copa más importante de clubes en el mundo frente al Manchester United en menos de cinco minutos.

Aquella noche del 26 de mayo de 1998 en Cataluña, la mentalidad alemana sufrió uno de los golpes más certeros en su historia. El rubio portero de gesto duro, jamás olvidaría ese partido. “Fue terrible, nos propusimos que nunca más nos podía volver a pasar eso”. El guardameta del Bayern Munich tomó propia la derrota monumental del Camp nou. La carrera de Kahn dejo de ser terrenal. La revancha se volvió una obsesión.

A los 18 años debutó en el Karlsruhe SC. Su aportación en las siete temporadas en las que permaneció en el club fue enorme. En lo deportivo, Kahn fue pieza clave para que el pequeño equipo se volviera un protagonista en un campeonato tan complejo como la Bundesliga. El arquero traspasó los límites de su arco y se volvió un emblema. Mientras un poderoso del futbol mundial ponía sus ojos sobre él.

Oliver Kahn llegó a Munich en 1994 para adueñare de la portería del gigante Bayern. En la capital bavaría comenzó a construir un legado que soportaría noches de llanto y errores fatales antes de llegar a convertirse en la leyenda alemana que terminó siendo. Vestido de azul, con el pantalón apretado, la furia de sus modos era igual a la pasión que ponía en la cancha. Un tipo que sonreía tímidamente con la victoria, siempre pensando en el partido que venía.

En el viejo estadio olímpico de Munich, con su bella estructura arquitectónica , Oliver Khan comenzó a ganar los torneos locales alemanes. El dominio del arquero con reflejos puros era contundente. Su liderazgo era indudable. Desde la portería lanzaba un grito con el gesto arrugado que bastaba para que todo el entorno callara mientras los aficionados se deleitaban con pedazo de futbolista en la portería.

Foto: Facebook
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La dolorosa derrota de Barcelona sirvió para sacar lo mejor de él. Irónicamente, Kahn fue designado el mejor de aquel partido. Dos años más tarde, con la lección aprendida, la ciudad de Milán fue testigo de un partido emotivo desde el entorno del juego. Valencia y Bayern Munich se medían en duelo de aspirantes a la copa que se les había negado hasta hace muy poco tiempo. El partido fue raro. Tres penales se marcaron. Uno se falló y el marcador empatado a uno prevaleció.

Después de los tiempos extras, la figura del portero alemán fue determinante para que por fin alzara la Copa más anhelada por todo futbolista en el planeta. Ese año fue redondo para el Bayern Munich. Además de la Champions League, la Bundesliga y la Copa Intercontinental llegaron a sus vitrinas. Alemania volvía a ser ese futbol que siempre gana pasara lo que pasara. En la portería, tenían un baluarte único.

Con la Selección Alemana, se encargó de ser el heredero del arquero Kopke. En 2002, eran favoritos en suelo oriental cuando se toparon con Brasil en la final. Ronaldo y compañía dejaron sin oportunidad a una Alemania que en teoría era favorita para alzar la Copa del mundo. Con un escueto 2-0, los brasileños dejaron en el terreno a Oliver Kahn tal como en 1998 en Barcelona. Uno de esos goles será recordado por un infantil error del guardián de la guarida teutona.

En un partido de Champions League, Roberto Carlos lanzó un tiro sin demasiado peligro que se le escurrió por en medio de las piernas a Kahn que se hincó sobre el terreno mojado del olímpico de Munich. El arquero que llenó el Allianza Arena para celebrar su despedida del profesionalismo con un partido entre Bayern Munich y Alemania, soñó con atajar tiros imposibles y lo logró, eran los tiros normales los que a veces le costaban trabajo.

A la carrera emblemática de Oliver Kahn se le adjudicaron premios desde 1999 hasta 2004 sin descanso. Mejor arquero de Alemania, mejor futbolista alemán, mejor portero de Europa, Balón de oro en el Mundial, entre muchos otros. Pero sin duda, el capítulo más emblemático en la carrera del alemán fue al terminar la final de la Champions League de 2001 que ganó el Bayern Munich en Italia. Mientras sus compañeros festejaban, Oliver Kahn cruzó todo el campo hacia el arco rival donde el portero rival Santiago Cañizares estaba desconsolado con la cara sobre el césped. Las lágrimas no eran por la Copa perdida, la madre del español había muerto en medio tiempo de aquel partido. Oliver Kahn se agachó y le dio un abrazo que vale mucho más que cualquier trofeo ganado. Honor al alemán.

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