Parcial y subjetivo | Really good guys

15/06/2012 - 12:00 pm

Desde la tragedia isabelina hasta la novela romántica del siglo XIX, la literatura inglesa ha llamado la atención. Tanto, que casi es imposible no encontrar clásicos entre sus representantes. Lo más sorprendente no es que aparezcan los nombres por doquier, sino que, además, muestren una clara permanencia a lo largo de los siglos. Es fácil encontrar autores británicos conocidos y reconocidos en cualquier momento histórico a partir del Renacimiento.

La pregunta relevante es si, hoy en día, siguen luchando por hacerse de un lugar propio en un mundo saturado de escritores y novelas. La respuesta es afirmativa. Hay varios autores británicos contemporáneos que nos ofrecen novelas profundas, con propuestas narrativas poderosas que, al mismo tiempo, permiten a los lectores abandonarse en medio de historias que se van apropiando del ambiente que rodea a la lectura para imponer el propio. Leer a estos autores es trasladarse a un mundo diferente del de antaño pero, no por eso, menos seductor que aquellas lúgubres calles londinenses o esos siniestros paisajes de las montañas.

De la sutil contemplación a la crueldad de la novela policiaca, de la complejidad lingüística a la introspección más dura, estos cinco escritores son la muestra probada de que Gran Bretaña algo ha hecho bien durante los últimos siglos. De otra forma, no se explicaría literatura tan constantemente buena. Un último comentario. Me han pedido que cuando haga listados de autores incluya el título de alguno de sus libros. Así pues, incluiré si no el más representativo, sí el que más me gusta de cada uno de ellos.

IAN MCEWAN: 

Expiación

Las emociones siempre son un terreno complicado. Incluso nosotros mismos nos enfrentamos a problemas cuando intentamos verbalizar lo que sentimos en determinado momento. Al parecer, las palabras no siempre suelen ser suficientes para fijar en un discurso concreto todo lo que pasa en nuestro interior. La literatura cumple esa función con mayor o menor tino. McEwan lo consigue de manera excepcional. De él podría decirse, sin temor a equívocos, que sabe cómo piensan las personas. No sólo eso, también la forma en la que sienten y se emocionan. Por eso no suele tener empacho en poner a sus personajes en situaciones límite. Más aún, una vez en ellas, se da el lujo de narrar con detalle todo lo que pasa por sus cabezas. Si a ello se le suman tramas tangibles, los lectores no pueden sino habitar cada una de sus novelas y, al hacerlo, sumarse a todas esas emociones a la vez.

JOHN BANVILLE:

El mar

Aunque es irlandés de nacimiento, lo incluyo pensando en las letras británicas, no sólo en las inglesas. Un escritor peculiar por donde se le vea. Sobre todo porque hace hoy en día lo que muchos hicieron hace decenas o cientos de años: tiene un seudónimo. Con él gana una segunda personalidad por lo que puede ser considerado como dos escritores. El que firma con su nombre es un autor profundo, amante del lenguaje y el estilo. Sus novelas se desarrollan a partir de planteamientos complejos e inusuales en los que las palabras cargan con la responsabilidad de sacar adelante la trama. Al mismo tiempo, suele jugar con la superposición de lo imaginario sobre lo real. Por otra parte, su alter ego, Benjamin Black, se encarga de escribir novelas policiacas. Si bien es cierto que éstas no cuentan con la belleza estilística del resto de su obra, consiguen el objetivo de involucrar a los lectores.

KAZUO ISHIGURO:

Los restos del día

La tensión dramática suele estar sostenida en las anécdotas que se cuentan. El lector está acostumbrado a engancharse a partir de la pregunta relativa a lo que sucederá. Ishiguro ofrece justo lo contrario. Sus historias son más cercanas al intimismo que a las acciones. Y eso es lo que las hace valiosas. Primero, porque parte de personajes ligeramente imperfectos, casi reales. Falibles, en un solo adjetivo. De ésos que buscan justificar su comportamiento porque, de lo contrario, terminarían enloqueciendo. Segundo, porque se da el lujo de prescindir de las conclusiones bajo la premisa de que la vida de cada uno de ellos tendrá que continuar. Consigue entonces contagiar un estado de ánimo, una propensión a la melancolía, ya sea que la novela en turno tenga claros matices victorianos o pueda ser calificada de futurista.

JULIAN BARNES:

Arthur & George

Si tuviera que elegirse una palabra que describiera a la prosa de Barnes, bien podría quedar “erudita”. No sólo porque ha hecho exhaustivas investigaciones para poder sacar adelante algunos de sus textos sino porque el conocimiento no puede ocultarse. Así, leer su obra es aprender de ella. Ya sea por los referentes explícitos, por los pensamientos de los personajes o por el cúmulo de intertextualidades y referentes que aparecen en ellas. Sin embargo, no es su único mérito. También está presente una gran capacidad de fabular, de crear situaciones y de encontrar intersticios que harán que las tramas lleguen a puntos donde la tensión dramática amenaza reventar. Aunque suele estructurar sus novelas a partir de formatos convencionales, éstas no requieren mayores aspavientos formales. En otras palabras: las historias que cuenta bastan por sí mismas.

MARTIN AMIS:

La Casa de los Encuentros

Provocador insumiso, Martin Amis construye a sus protagonistas a partir de moldes que no encajan en el horizonte de expectativas convencional. Así, es común encontrarse no sólo con el antihéroe clásico, sino con personajes decadentes que cargan con taras que los vuelven falibles, incluso caricaturas de sí mismos. A partir de ellos consigue un efecto singular y llamativo: abre el campo de los referentes fáciles y consigue hacer una profunda crítica de la sociedad inglesa contemporánea. Si la literatura es un reflejo de lo que sucede en el entorno en que se gesta, la de Amis nos descubre que nuestra realidad dista mucho de ser ese mundo aséptico e idealizado que nos han vendido en las últimas décadas. Así pues, él crea representaciones que no hacen sino mostrarnos el lado oscuro, el más cruel y el más sórdido de esta realidad.

El éxito comercial de estos cinco autores se nota casi de inmediato. Sus novelas se venden al por mayor, sus contratos editoriales son tema en las revistas de espectáculos y algunas de sus novelas ya son películas o están en vías de serlo. Además, varios de ellos son polémicos en sus opiniones políticas y religiosas. Si bien muchos podrían criticarlos por ser una suerte de rockstars literarios, ninguno se ha sentado en sus laureles: son escritores productivos. Además, su enorme fama permite que sus libros se consigan con facilidad, incluso en español. Bienvenido sea, pues, su éxito.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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