Artes de México

REVISTA ARTES DE MÉXICO | Fragmentos de historias: la cerámica inglesa en México

15/04/2017 - 12:04 am

El estudio de la cerámica dentro de su contexto se ha considerado una ventana a la vida de los pueblos, pues la relación de los objetos cerámicos con su entorno permite aventurar hipótesis no solo del posible fin utilitario, sino también del suntuario, el simbólico o el ritual y, así, intentar entender un poco más de la vida que los hombres tuvieron en determinados periodos históricos.

Por Verónica Gómez Martínez

Ciudad de México, 15 de abril (SinEmbargo).- Es posible determinar el origen del objeto gracias a la composición de sus materiales y al estudio estilístico de sus formas. Por ello, la cerámica también es un aliado cuando se trata de identificar los posibles nexos que existen entre pueblos. Cuando se encuentra un tipo de cerámica ajeno al local, no solo se piensa en los procesos económicos, también en los políticos y culturales que llevaron a que cierto tipo de cerámica tuviera cabida en otra cultura.

Desde la época virreinal la producción de cerámica en México ha tenido diversas y muy determinantes influencias —principalmente traídas de Europa— que han definido muchos de los estilos que aceptamos como nuestros, por ejemplo: la talavera poblana, la cerámica de Tonalá o la de Tlaquepaque, por nombrar algunas.

Durante este periodo, Puebla fue un reconocido centro de producción de mayólica en el país, gracias a la depurada maestría de los artesanos y a la altísima calidad de sus arcillas. Pronto la fábrica de loza fina fue instalada en la ciudad; sus fundadores procuraron que las técnicas modernas que buscaban obtener mayor producción a costos menores siguiera estrictamente la moda europea. Se comenzó la búsqueda de directores para la fábrica que tuvieran amplia experiencia y conocimiento en la manufactura de la cerámica. De esta manera una loza de buena calidad estuvo al alcance de muchas más personas.

Portada de la Revista Artes de México. Foto: RAM

Es importante recalcar que en nuestro país no solo se admitieron las técnicas de elaboración de cerámica, también se han importado directamente los objetos. Un caso ejemplar de este fenómeno es la cantidad de cerámica inglesa que ingresó a México durante el siglo XIX e inicios del XX, actualmente se pueden encontrar algunos de estos objetos en colecciones particulares como herencia de familia o en instituciones tan importantes como el Museo Franz Mayer.

Durante el romanticismo, algunos motivos impresos en la cerámica inglesa tuvieron por tema escenas de países exóticos como India, Turquía o México. La calidad del estampado de esos motivos se dio gracias a diversas técnicas industriales que comenzaban a aparecer y que permitieron utilizar el punteado para dar el efecto de sombra y rellenar los cuerpos. Así, por ejemplo, algunos dibujos del viajero Carl Nebel (1802-1855), con muchos de sus más finos detalles, llegaron al fondo de los platos de la empresa David Johnson & Co. —como la muy conocida Indias de la Sierra al S.E. de México, publicada en 1836— y de ahí a las mesas del mundo.

Cerámica inglesa en México. Foto: RAM

Otros motivos decorativos con temas locales llegaron al mercado mexicano cuando algunas familias mexicanas de altos recursos económicos comenzaron a encargar vajillas completas a las fábricas inglesas.

En la decoración de algunos platos, podemos encontrar una vista de la Plaza Mayor de México, la catedral y el palacio de gobierno de Orizaba, entre otras escenas que tenían por escenario lugares de características lo suficientemente genéricas como para poder ser “cualquier parte”.

La inconfundible influencia de la cerámica inglesa se mantuvo durante muchos años en las mesas de las familias mexicanas, quienes disfrutaron de las exóticas imágenes de otros países y comieron sobre las historias y fábulas de diversas culturas, así mediante el uso continuo de un objeto cotidiano nuestro propio imaginario se forjó.

Para más información sobre el tema de la cerámica en México, véase: La cerámica inglesa en México. Artes de México / Museo Franz Mayer, 2 ed. México. 2003. Disponible en librerías y en la tienda La Canasta, de Artes de México. Córdoba 69, colonia Roma, Ciudad de México.

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