Los habitantes del municipio de Atzitzintla tienen miedo e incertidumbre, pues nunca habían vivido un episodio de violencia como el que aconteció la semana pasada durante un operativo donde se detuvo a su alcalde y a policías municipales acusados de colaborar con el crimen organizado para la ordeña de ductos. Las calles lucen completamente vacías, los negocios están cerrados, hay tres tiendas abiertas en todo el municipio. Son pobres, no hay lujos ni casas llamativas. La gente tiene miedo de salir de sus casas, no llevan a los niños a la escuela y el mayor movimiento que hay es de los policías estatales que patrullan por toda la comunidad, además de algunos trabajadores que pavimentan y reparan calles.
Por Osvaldo Macuil y Yonadab Cabrera Cruz
Ciudad de México, 15 de marzo (SinEmbargo/Periódico Central).– Atzitzintla, el municipio campesino incrustado en el Triángulo Rojo de Puebla y que fue escenario de una de las jornadas más sangrientas de la entidad poblana, quedó marcado por la violencia, la muerte de tres policías ministeriales y todo un Ayuntamiento detenido por la Fiscalía General del Estado (FGE).
Ahora, el aire está impregnado de miedo, en el ambiente se percibe hostilidad y la gente solo se asoma con mucho temor por su ventana para tomar los escasos rayos del sol.
Como resultado del mega operativo policiaco “La Encrucijada”, emprendido por el gobierno del estado el 9 de marzo, en el municipio enclavado en el Valle de Serdán, los tres mil habitantes de la población se quedaron desprotegidos, ya no hay policías municipales y los pobladores son custodiados y cuidados por una patrulla de la Policía Estatal con apenas seis elementos.
Las calles lucen completamente vacías, los negocios están cerrados, hay tres tiendas abiertas en todo el municipio. Son pobres, no hay lujos ni casas llamativas. La gente tiene miedo de salir de sus casas, no llevan a los niños a la escuela y el mayor movimiento que hay es de los policías estatales que patrullan por toda la comunidad, además de algunos trabajadores que pavimentan y reparan calles.
Hace frío en Atzitzintla, la neblina empieza a bajar y conforme transcurre el tiempo la temperatura desciende: “Aquí es muy frío, difícilmente el sol calienta”, expresa uno de los policías estatales que ahora protegen a todo al pueblo.
La gente únicamente se asoma por las ventanas de sus casas y abren unos centímetros las cortinas para enterarse de lo que pasa afuera. Los trabajadores del Ayuntamiento relatan que hay temor e incertidumbre, nunca antes se había vivido un episodio de violencia como la que los azotó la semana pasada.
Además, la gente está molesta pues ahora tienen el estigma de ser huachicoleros —ladrones de combustible— luego de que en un noticiario de Televisa mencionaron que en cada casa hay una toma clandestina de hidrocarburos. Señalando hacia el Parque Eólico de Esperanza, los vecinos de Atzitzintla que se encuentran haciendo trámites en el Palacio Municipal precisan:
Aquí no hay ductos, los ductos pasan por Esperanza. Aquí somos un pueblo campesino, nos dedicamos a sembrar maíz, fríjol, verduras. Somos un pueblo de trabajo y honesto”, explica una de las señoras que viven en dicho municipio. Incluso, invitó a este medio de comunicación a su casa para verificar que no tiene combustible robado ni tomas clandestinas.
Mientras CENTRAL entrevista a los policías estatales a las afueras del Palacio Municipal, pasa una camioneta blanca con batea, placas de Veracruz, avanzando lentamente: “¿Ya nos están espiando, ni siquiera tiene placas de Puebla”, dice el policía encargado de la seguridad de los 3 mil habitantes de Atzitzintla.
A los 10 minutos, otra camioneta blanca pasa de la misma forma, avanzando a vuelta de rueda y volteando hacia el lugar donde se desarrolla la entrevista.
Vamos a mi casa para que les enseñe que no hay tomas de combustible”, insiste una de las señoras que se encontraban tramitando documentos en el Ayuntamiento.
CENTRAL recorre algunos hogares de Atzitzintla y platica sobre la molestia de la gente por la “desinformación” que está circulando en los medios de comunicación.
No es lo mismo que desde Puebla o desde México inventen cosas, publiquen notas a que vengan a platicar con la gente y se den cuenta de las cosas. Somos un pueblo honesto, tranquilo, no agredimos a nadie ni nos dedicamos a cosas malas”, manifiesta la señora al mismo tiempo en que abre las llaves del agua para demostrar que no hay combustible en su hogar.
«Vamos con mi cuñada, vive aquí a lado. Ella también que les enseñe sus tomas de agua, su tinaco para que vean que aquí no hay gasolina robada, ni tomas de combustible”. Al entrar a la propiedad, lo primero que salta a la vista son las mismas camionetas blancas con placas de Veracruz que vigilaban el Palacio Municipal.
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De pronto, de la casa sale el hombre que manejaba una de las camionetas blancas y grita: “¿Traen orden?, si no traen orden nadie puede entrar, ¿Qué quieren?, ¿Dónde está su orden?”, dice el señor de unos 45 años con sobrepeso, de barba de candado y que vestía una sudadera gris.
Inmediatamente, se fue hasta atrás de su propiedad que colinda con el campo, sacó su celular e hizo una llamada telefónica. A los 5 minutos, llegaron dos camionetas negras que entraron por el lugar de las milpas, y no se fueron hasta que la Policía Estatal y este medio de comunicación se retiraron del lugar.
Los policías estatales mencionaron que por ahora lo mejor es viajar por la autopista Puebla- Veracruz, ya que la carretera federal está intransitable, reconocieron que es peligrosa, debido a que los huachicoleros están cobrando venganza por el operativo y cada vez la violencia es más grave.
Incluso, revelaron que para entrar a la Encrucijada —junta auxiliar de Esperanza— es necesario realizar operativos conjuntos de la Marina, el Ejército, la Gendarmería y la Policía Estatal: “Si nosotros entramos solos o algún comando de las otras fuerzas de seguridad, ya nadie sale”, aseveró el policía que está al mando de Atzitzintla.
La Fiscalía General del Estado (FGE) consignó ante el Juez de Control al Alcalde de Atzitzintla, José Isaías Velázquez y a cinco policías municipales por estar implicados en el secuestro y ejecución de tres agentes de la Fiscalía Especializada en Investigación de Secuestros y Delitos de Alto Impacto (FISDAI). Otras 59 personas más fueron detenidas como resultado del operativo que llevó a cabo el gobierno de Puebla la noche del 9 de marzo.
El munícipe de Atzitzintla entregó a los tres elementos de la FISDAI a “Los Bukanas”, un grupo de Los Zetas que controla la zona, quienes horas más tarde los ejecutaron.
*REPRODUCIDO EN SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE LA AUTORA Y DE PERIÓDICO CENTRAL