El PRI ya es dueño del pastel completo. Comienza en México una época en la que el destino nacional será decidido sin oposición; la poca que haya será desarticulada o eliminada, según requiera el caso. En esta semana constituye un buen ejemplo.
Asunto uno: Oceanografía.
Como la noticia primero se dio en Estados Unidos, sede de Citibank, no queda claro si el momento coincidió casualmente con los planes priístas, o hubo coordinación. Pero de todos modos el tamaño del escándalo deja muy mal parado al PAN, en cuyo seno ya habían empezado los enfrentamientos que hoy lo siguen debilitando. Este partido, que nació como oposición al sistema establecido, sufre un descrédito muy poco favorable para su futuro político. Los de un equipo y los del otro se cruzan acusaciones, pero “palo dado ni dios lo quita”, y menos aún cuando a lo de Oceanografía se le agrega que los “moches” vinculados a programas regionales crecieron de 33 mil a 483 mil millones de pesos (1,363.64%) en 2013. Con todo esto, el blanquiazul ciertamente lleva el rumbo de un severo desprestigio.
Asunto dos: auto-defensas.
Ante el vacío de poder institucional, en varios puntos de la geografía nacional han brotado grupos que los ciudadanos organizan para sustituir a las fuerzas del orden, las cuales por ley debieran protegerlos. Se nombran “auto defensas” y se justifican afirmando que no recibieron el auxilio que mucho tiempo pidieron a instancias municipales, estatales y federales. La única manera que les quedó para proteger a sus familias, sus bienes y sus comunidades, fue organizándose en grupos de auto defensa.
El fundador de esta iniciativa ciudadana, Hipólito Mora, hoy está preso acusado de homicidio en grado de participación y muchos delitos más. El día en que fue detenido había pedido apoyo de las fuerzas federales y sí, llegaron, pero para llevárselo a él y no para ayudarlo. Dejando de lado, como en el asunto de Oceanografía, el juicio sobre la veracidad de las acusaciones (más de 20), este es otro caso que le cae como anillo al dedo al PRI. Una piedra menos en el zapato, un enemigo menos en el camino, porque el descrédito de las auto-defensas le devuelve a la federación un poco de la credibilidad que ha perdido, un poco del control que ya comenzó a escapársele.
Asunto tres: el metro.
Las acusaciones vuelan entre todos los que algo tuvieron que ver con la mil-millonaria construcción de la Línea 12 del Metro, y llama la atención que no haya igual cantidad de razonamientos de defensa. En lugar de responder con argumentos, se reviran señalamientos. ICA, Carso, Alstom, Ebrard, Ortega et al, cada uno esgrime un dudoso “Yo no fui”. Incluso Joel Ortega dijo a El Universal, cuando se le preguntó si Enrique Horcasitas (director de Proyecto Metro, constructor de la línea) tiene alguna responsabilidad, que… “No quisiera manifestarme en ese sentido, porque se trata de un compañero que se encuentra en el gobierno de la ciudad.” Claro que contesta la pregunta al negarse a responderla, porque revela que prefiere no hundir a su compa que velar por el interés de la ciudadanía (Pemex tampoco aceptó compartir información sobre Oceanografía, como si nada tuviera que ver en esto el pueblo, el que todo lo paga.
Sospecho que el origen de las irregularidades en esta Línea 12 saldrá a la luz si se aclara el boquete de 7 mil millones de pesos que detectó la Auditoría Superior de la Federación. Mientras tanto, estos negro-oscuros de la “línea dorada” se suman a los ataques furibundos que Jesús Zambrano le dedica a Marcelo Ebrard, y todo junto cancela cualquier posibilidad de que el PRD vuelva a ser un contrapeso para el PRI (intención que originalmente tenía, como el PAN). Esta fragmentación mortal de la izquierda contamina a Morena, aunque sea por la mera clasificación política. En fin, otro menos.
Hay quienes piensan que durará muy poco el distanciamiento que Oceanografía provocó entre el PAN y el PRI; otros creen que Peña Nieto quiere hacer evidente su lejanía con Carlos Salinas. El hecho es que el PRI ya es el señor de la pradera.
