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Alma Delia Murillo

15/03/2014 - 12:02 am

Breve glosario del Haiga al Muerto vivo

Los mexicanos tenemos una peculiaridad innegable: ah cómo nos gusta hablar; nos vamos de la boca a la menor provocación. Hablamos como descosidos, incluso los que presumen de calladitos. Y los que tienen un micrófono, ni se diga. Pasando por comentaristas deportivos, escritores, periodistas, vedettes y hasta presidentes y ex presidentes; aquí todos tenemos algo […]

Alberto Alcocer/ @beco / b3co.com
Alberto Alcocer/ @beco / b3co.com

Los mexicanos tenemos una peculiaridad innegable: ah cómo nos gusta hablar; nos vamos de la boca a la menor provocación. Hablamos como descosidos, incluso los que presumen de calladitos. Y los que tienen un micrófono, ni se diga.

Pasando por comentaristas deportivos, escritores, periodistas, vedettes y hasta presidentes y ex presidentes; aquí todos tenemos algo que sugerir, algo que analizar, algún riguroso dato venido de nuestra más aguda y suspicaz interpretación.

En algunos casos el resultado es la pura felicidad y alcanza para morirnos de risa con los disparates que decimos que a veces son tan buenos que se vuelven cuasi poéticos. Pero en otros el desvarío es una real y contumaz chingadera.

Es que entre una y otra variante se escucha cada cosa que, al menos a mí, me hace dudar de mis capacidades cognitivas y me quedo patidifusa, ojicuadrada, lengüimuda y orejiconfundida; el tacto y el olfato sí los conservo al tiro, por si se ocupan.

Se me ha ocurrido entonces, que para comprender mejor lo que acontece en México y el idioma que hablamos los mexicanos, deberíamos promover la formación de una Real Academia de la Lengua Larga Mexicana y una Real Academia de la Lógica Corta Mexicana. Propuesta que auguro sería internacionalmente aplaudida pues a la Humanidad le fascina explicarse todo a partir de categorías y definiciones.

Suponiendo que ya existieran ambas instituciones y que yo fuera parte de las mismas, me permitiría sugerir a sus honorables miembros los siguientes conceptos que llevo ya rato elaborando en sesudas cavilaciones.

Haiga. No es un verbo, no es un sustantivo, no es un adverbio: lo es todo. De uso popular para sincretizar los vocablos “Haga” del imperativo hacer con “Aya”, la custodia de nuestra educación y “Haya”, el árbol de abundante follaje. Así que cuando un candidato diga que ganó la presidencia del país haiga sido como haiga sido (sic y hic), ya sabremos que está apelando a las acciones, la educación y la naturaleza; luego su triunfo será irrefutable.

Cinco minutitos. Unidad especial de medida del tiempo. La magnitud física de los cinco minutitos es más bien de orden simbólico y cabalístico. Similar a la cifra cuarenta reiteradamente utilizada en la Biblia para referirse a las pruebas transformadoras – los cuarenta días de Jesús en ayuno, los cuarenta años del pueblo de Israel en el desierto- o el sagrado número siete para renovar ciclos y acercarnos a lo divino; los cinco minutitos simbolizan la eternidad pues en ellos caben todos los tiempos. Al escuchar a un mexicano comprometer algo en cinco minutitos, sepa que usted podría esperar quince minutos, dos horas, una década o la vida entera.

Lo que viene siendo. El eterno devenir del ser: no somos, no fuimos, venimos siendo. El cambio incesante del que hablaba el filósofo Heráclito. La realidad inasible pero presente. En este entendido resulta lógico decir lo que viene siendo la última versión del sistema operativo X, porque pronto vendrá siendo otra. Hablamos de lo que viene siendo la realidad traslapada en todos sus tiempos, una suerte de nuevo orden metafísico de la existencia.

Al chile, al chile. Nos referimos a la palabra chile que viene de la voz náhuatl “chilli” y con la que nombramos a esa baya tan picante que acelera las pulsaciones, hace sudar, moquear y ver lucecitas blancas cuando se consume de forma directa. Es un pequeño tormento, un pequeño placer y una breve demostración de valentía. Si un mexicano jura amor o lealtad al chile, al chile; quiere decir que está dispuesto a la taquicardia, la sudoración, el escurrimiento nasal y las alucinaciones para cumplirlo. De manera que si usted quiere garantizar la efectividad de un contrato, agregue una cláusula final que diga: “Fulano de tal se compromete al cumplimiento de lo aquí firmado al chile, al chile”. Y ahórrese la consulta con los abogados.

Nostés chingando. La economía lingüística mexicana es bien conocida, ¿para qué gastar saliva diciendo no me estés chingando si nostés chingando puede comunicar el mismo mensaje? Otros ejemplos de tal cualidad los hallamos en los vocablos “Ahitá” (Ahí está), “Ora” (Ahora) y “Paqué” (Para qué). Nostés chingando denota la definición de un límite, equivale a decir “Por favor ya no me molestes” o “¿Y yo por qué?”, frase célebre de aquel vergonzante ex presidente que se preguntaba qué injusta responsabilidad se le implicaba en el país al que presidía. Nostés chingando también revela hartazgo, poca paciencia, peligrosa cercanía con el límite. Es recomendable no insistir cuando se recibe tal respuesta a un requerimiento. (Sugiero especialmente a las mujeres tomar nota de esta recomendación).

Dese, deste/ Desa, desta/  Desos, destos. Se trata de la figura retórica conocida como Alusión; aquí los mexicanos nos referimos al hecho, al objeto, sujeto, emoción, suceso, ente, animal o cosa sin nombrarlo. “Dame el dese”, “No encuentro la desta”, “Te lo juro por mis destos”. Y usted, se lo garantizo, comprenderá a qué nos referimos aún cuando el sustantivo se encuentre ausente.

On tá. Nuevamente un magistral ahorro de recursos. No despilfarramos energía preguntando “¿Dónde está?” si no es necesario. On tá es una pregunta para solicitar información del paradero de algo o alguien. ¿On tá el coche?, ¿On tá bebé?, ¿On tá el muerto? Sí, usted debe saber que en México hay muertos que se pierden, sobre todo cuando están vivos; como el conocido y rabiosamente actual caso del narcotraficante Nazario Moreno, alias “El Chayo”; que registra dos fechas de muerte y parece que la segunda es la definitiva aunque nadie apostaría por ello.

Y aquí voy a parar porque peligra mi equilibrio mental. Me quedo con dos conclusiones. La primera es ésta, urge legislar: además de las academias reales que propongo necesitamos redefinir legalmente qué es un muerto y el alcance de un plazo de cinco minutitos.

La segunda es que quiero reiterar mi admiración a Cantinflas. Ese señor, créanlo, no sabía lo que hacía, pero sabía con una precisión demoníaca lo que decía.

Y ahí nomás, yastuvo.

@AlmaDeliaMC

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