Cero en conducta

15/02/2015 - 8:23 am

Conducta es la película cubana que el año pasado generó sensación y largas filas en la isla y en los foros donde se ha presentado. Fue seleccionada por su país para aspirar al premio Óscar, nominada a los Goya y arribará a las carteleras mexicanas investida por galardones otorgados por crítica y público en festivales de España, Brasil y Perú. La han catalogado como un filme crítico sobre los fundamentos éticos y logros sociales de la Revolución Cubana y se ha celebrado la permisión de su realización y exhibición pública.

El director y guionista del filme Ernesto Daranas ha declarado: “Luego de un cuarto de siglo de crisis, los cambios que finalmente están teniendo lugar en Cuba no han logrado el impacto esperado en los sectores más humildes del país. Lo que sí, es que a todos los niveles se habla de crisis de valores, sin que se aborden a fondo sus causas. Los niños son el gran blanco de esos problemas.”

La trama se enfoca en la relación filial entre profesora y su alumno, habitantes de uno de los barrios más humildes de La Habana; en el contexto, permean problemáticas omitidas en las declaraciones públicas estatales como la pobreza, los conflictos de migración interna o el tropezón de la burocracia. Sin embargo, la esencia del filme va más allá del discurso crítico, como ha señalado Daranas: “En realidad, Conducta no pretende hablar del sistema de enseñanza cubano. La mirada se centra mucho más en esos riesgos a los que la niñez está expuesta, incluido el modo en que las condiciones sociales y económicas afectan a la familia y a la escuela.”

Como testimonio visual de lo dicho por Daranas, en la primera escena de Conducta, una paloma bate sus alas, intenta volar y liberarse de la mano de Chala, el niño que la sujeta. Ante la vista del ave: el cielo abierto, la posibilidad de surcarlo y percibir desde las alturas la totalidad de una ciudad de singular encanto, sostenida entre ruinas y las huellas de la revolución. Chala es esa misma ave a la que un manojo de circunstancias le truncan el vuelo de la infancia. Hijo de padre desconocido, madre adicta y residente de una zona marginal.

En el horario matutino, Chala asiste a la escuela, protagoniza travesuras, peleas con los compañeros y se rinde enamorado ante Yeni, la alumna “palestina”, como se denomina peyorativamente a los migrantes de la provincia cubana asentados en la capital. Por las tardes, el chico entrena perros de pelea para obtener el único ingreso económico de la casa y llevar a la mesa moros con cristianos, atiende a su madre alcoholizada y es objeto de una ira sin razón.

En este punto, como espectador, se espera una película sobre la infancia sin esperanza inmersa en un ambiente de violencia. Sin embargo, Daranas plantea justamente lo opuesto, un trayecto visual esperanzador a partir de la relación entre Chala y Carmela, su maestra de sexto grado. Cuando ella, por razones de salud, debe retirarse del aula por meses, el cielo se cierne sobre el jovencito. La nueva maestra lo considera ingobernable y tramita su ingreso a la escuela de conducta para niños problema, un estigma en el expediente estudiantil del chico.
La vieja profesora decide a rescatarlo y dará cátedra de la misión de una maestra en el destino de la infancia: “Hay cuatro cosas que hacen a un niño: la casa, la escuela, el rigor y el afecto. Pero cuando cruzan esa puerta, está la calle. Y un maestro necesita saber lo que les espera allá afuera”, sentencia el personaje, interpretado en pantalla por la veterana actriz Alina Rodríguez.

El jovencito Armando Valdés Freire hace su debut como Chala, sorprendente por la naturalidad con la que asume a un Chala duro y tenaz en el ámbito escolar; vulnerable y sensible, en el mundo adulto. Elogiable el desempeño del grupo de niños que, sin experiencia actoral, conforman el alumnado donde destaca Amaly Junco como Yeni. El cuadro actoral incluye a la actriz Yuliet Cruz, como la madre drogadicta; y a los actores Héctor Noa, el padre de Yeni y Armando Miguel Gómez, el peleador de perros para el que trabaja Chala.

Ernesto Daranas, en cuya filmografía destacan: ¿La vida en rosa? (2004) y Los dioses rotos (2008), se formó pedagogo y escribió el guión inspirado en la figura de la maestra Carmela Martínez Hechevarría, educadora de la escuela primaria “Ángela Luanda”, en la Habana Vieja. El hijo mayor del cineasta fue alumno de la profesora hace algunos años y conoció así a la institutriz cuya labor trascendía las fronteras del aula.

El vínculo entre Chala y Carmela mucho nos recuerda al de Dora y Josué de Estación central (Walter Salles,1998), al de los protagonistas de Ni uno menos (Zhang Yimou, 1999) y a otras relaciones en donde los profesores se convierten en maestros de vida como en Al maestro con cariño (James Clavell, 1967) o Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000).

La película reivindica la relevancia y el papel de los maestros en la formación, futuro y destino de los alumnos. Carmela es una educadora dispuesta a hacer lo correcto frente a lo impuesto por una legislación restrictiva, a encarar un sistema burocrático de prohibiciones y a enseñar a sus alumnos lecciones que no se aprenden en pupitres donde se coarta la libertad de pensamiento y criterio. Conducta se estrenará en cartelera comercial el 20 de febrero. Padres, alumnos y maestros, a tomar nota y hacer la tarea.

Rosalina Piñera
Periodista egresada de la UNAM. En su pesquisa sobre el cine ha recorrido radio, televisión y publicaciones como El Universal. Fue titular del programa Música de fondo en Código DF Radio y, actualmente, conduce Cine Congreso en el Canal del Congreso.
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