Parcial y subjetivo | Esos extraños seres

15/02/2013 - 12:00 am

El pretexto resulta obvio. Aunque no soy un entusiasta de las celebraciones en torno al amor y la amistad, lo cierto es que una gran cantidad de personas sienten atracción por este tipo de festejos. Además, tampoco tengo problemas con la cursilería que impera en el ambiente. Respeto tanto a quienes sostienen que es un día creado por la mercadotecnia y el consumismo como a quienes creen que es una buena oportunidad para hacerlo especial. Así que aprovecho las fechas para hacer este listado. Sin embargo, sólo trataré a la amistad: intentar una lista de novelas en torno al amor es una tarea abrumadora en su simple concepción.

Es difícil definir qué elemento saca a una persona determinada del conjunto de los conocidos para convertirlo en amigo. Es de suponer que depende de coincidencias, ya sean éstas espaciales, culturales, ideológicas, emocionales o de cualquier tipo. Tampoco es sencillo establecer los momentos en los que la simple camaradería deviene en amistad, porque los lazos se van reforzando al tiempo en que se desgastan. De ahí que existan amistades prolongadas que es mejor mantener en una sana distancia para no correr el riesgo de su desaparición.

Sea como fuere, el tema de la amistad es poderoso. Atrae la fuerza con la que se relacionan las personas y, por supuesto, los personajes. De ahí que algunas amistades literarias tengan altos grados de recordación; tanto como algunos amores. Elaboro un listado como todos, parcial y subjetivo, en el que incluyo mis preferencias (claro está) pero con el que, también, intento abarcar diferentes tipos de amistad. Sobre todo porque, dentro de estos ejemplos, existen amigos que se antojan para uno mismo y otros de los que sería mejor mantenerse alejado.

El último encuentro

Dos amigos están a punto de reencontrarse tras cuatro décadas de ausencia. En el pasado, cuando eran jóvenes, los unía una amistad a toda prueba, de ésas que permiten definir con precisión el estereotipo. Sin embargo, un buen día uno de ellos parte. Las razones no son claras. Quizá se debiera a que necesitaba ya no vivir bajo el aparente mecenazgo del amigo rico, tal vez necesitara ver la vida desde nuevas perspectivas. Lo cierto es que, entre ambos, existe un secreto tan grande que es mejor no verbalizarlo, poner tierra de por medio. Al menos, es el sacrificio que se le exige al que parte. Cuando vuelve las cosas ya son muy diferentes. El contexto ha cambiado y también la fortuna. Por eso es hora de desvelar el misterio, de decirse con claridad las cosas. Estará involucrada una mujer y un deseo reprimido. Sándor Márai lleva al límite a sus personajes. También al lector que no puede separar la vista de la lectura pese a una imperante necesidad de interponer distancia. Sé de muchos que han llorado con esta novela y no se me ocurre mejor forma para recomendar su lectura.

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Todo lo que muere

El dolor produce empatía y ésta, a su vez, puede ser el detonador de muchas amistades. Tal es el caso de la que se suscita entre Charlie Parker y un par de amantes asaz peculiares: uno es un asesino profesional, el otro un vulgar ladrón. Entre ellos podrían no existir otras razones más allá de las profesionales. Sin embargo, tras la dolorosa pérdida de Parker y gracias a que éste ayudó a uno de ellos en un difícil momento en su vida, la amistad entre los tres se convierte en un lazo incuestionable. Tanto, que unos y otro están dispuestos a poner en juego sus vidas con tal de rescatar al amigo. John Connolly ofrece el retrato de una amistad difícil pero cargada de intensidades que se va acrecentando y refundando a lo largo de toda la saga.

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La elegancia del erizo

En este libro de Muriel Barbery, la amistad puede florecer entre dos personajes por más disímiles que parezcan. Tal es el caso de Paloma y Renée. La primera es una niña de 11 años, sobredotada y rica. La segunda es la portera del edificio en el que vive la pequeña. Es huraña y se mantiene al margen de casi cualquier relación personal. Nada parecería favorecer la intimidad entre ellas dos. Sin embargo, las amistades no siempre obedecen a la lógica. Además, existen algunos puntos de encuentro entre ambas. De entrada, un nuevo inquilino: Kakuro Ozu, quien pronto descubre el secreto de la portera. El mismo que le resultará atractivo a Paloma: Renée es una mujer muy culta. A partir de ese descubrimiento tendrán ocasión de desarrollar una intensa amistad basada en las pequeñas cosas, en sus sutilezas. Una amistad que, por sus propias características, está condenada a ser breve.

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El niño con el pijama de rayas

Existen amistades imposibles, que cargan consigo una maldición o una nueva forma de justicia; a saber cuál es peor. Bruno es un pequeño de nueve años, hijo de un oficial nazi al que acaban de comisionar como el director de un campo de concentración. Es por eso que se muda, junto con toda su familia, a un lugar tan sombrío (incluso para los alemanes). Desde la ventana de su cuarto Bruno observa a los presos, vestidos con el uniforme a rayas. Poco a poco se va adentrando en la vida del lugar hasta establecer una suerte de amistad con Shmuel, un niño judío de su edad. Los separan, como puede colegirse, todas las barreras de la época. Incluso la física: platican y juegan con una reja de por medio. Pese a ello, la amistad se acrecienta a grado tal que Shmuel le pide que le ayude a encontrar a su padre. Entonces llegará la tragedia. Si bien esta novela de John Boyne es un best seller y se ha puesto en duda su calidad literaria, lo cierto es que retrata una amistad muy peculiar, casi única en su género.

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Los reflejos y la escarcha

Es un lugar común decir que los amigos son como los hermanos por elección; tal es el grado de importancia que se le da a estas relaciones. Ignacio Padilla se ocupa, en el tercer volumen de su Micropedia, de dar cuenta de muchas de estas relaciones. Es cierto, el pretexto son los hermanos, los doce cuentos que conforman el libro tratan de ellos. Sin embargo, son hermanos en el amplio sentido de la palabra. Así, es posible encontrar cofrades, compañeros de armas y, por supuesto, amigos. Unidos por las circunstancias, por un destino funesto o por el sacrificio, estas parejas de personajes se adentran a parajes oscuros y laberínticos donde afloran las pasiones. Si en verdad la amistad suele tener momentos felices, también es probable que los tenga aciagos con la misma intensidad. Ignacio Padilla retrata, gracias a una prosa envolvente, la amistad desde el sentido más fraterno: el que tiene cabida para traiciones y deslealtades.

A veces la amistad es más complicada que el mismo amor. Tal vez por eso sea tan difícil de narrar. No parte del arrebato ni del arrobo, tampoco del enamoramiento. Hacerla verosímil no es tarea fácil. Al contrario, es sencillo desbalagarla, sacarla de sus cauces naturales, llevarla al terreno de lo cursi, de lo meloso al extremo. Intenté, en el listado anterior, mostrar algunos ejemplos. Me queda claro que existen muchos más (desde el Quijote hasta Sherlock Holmes). Como ya lo he dicho varias veces: me es imposible abarcarlo todo. Dejo, entonces, sólo cinco ejemplos. Aunque, a diferencia del amor, somos amigos de formas muy diferentes a las que ofrece la literatura.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.
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