Las diez apps del infierno

15/02/2013 - 12:03 am

Ya pasaron más de diez años desde que salí de la preparatoria. Facebook se ha encargado de los reencuentros y los acechamientos. El stalking es un hábito casi obligatorio, como se le llama al hecho de revisar una por una las fotos que han subido al muro de los eventos, fiestas y viajes de los tres mil amigos. Los ex novios que te han bloqueado. Los familiares del futuro pretendiente con quien te imaginaste ya una vida entera y ni te conoce. O las consultas con tus colegas del trabajo si tú estás mejor o peor que la nueva novia o novio. Normal.

Se ha vuelto una práctica rutinaria revisar cada cinco o diez minutos estos nuevos celulares inteligentes. De inteligentes no le veo nada. El sonidito del infierno le llamo yo, a pesar de que estoy enganchada y reconozco que últimamente más. La razón es absolutamente secreta. Sólo puedo confesar que se trata de revisar el último momento de conexión a Internet de una persona en especial. Esto se puede checar cuando entras al inbox, que es por donde puedes intercambiar mensajes privados. Sale la hora exacta en la que leyó el último mensaje y cuantos días han pasado desde que no te contesta. Porque se vuelve un tema personal.

Dejas pasar más días y la fecha del maldito mensaje no se mueve ni un nanosegundo. O sea que no te contesta. Y encima de todo sabes que ya lo leyó, porque aparte aparece una palomita.

Comunidades donde los reencuentros virtuales con los viejos amig@s, de esos que sólo se ven en bodas y aniversarios de generación o equivalentes. Las comparaciones odiosas: aquella engordó, esta se operó; el bajito que era objeto de bullying es ahora un dirigente de temazcales; el nerd se piró y la más inmaculada del salón se fue al infierno.

Justo como el otro invento del averno, el Whatsapp. Lo bueno, que es gratis. Compartes fotos al instante y puede ser una buena herramienta de comunicación para las oficinas. Pero de pronto se convierte en una especie de intruso en la conversación real entre dos personas: “espérame, es fulanita, tengo que contestarle”, “es mi hermano, tengo que preguntarle cómo le fue”. Y pausas. Pausas a la vida. El otro espera pacientemente.

Uno que no soporto, el Nike Running. Ahora todo mundo corre. Se puso de moda. Y lo más importante es presumir al universo que “acabas de completar una carrera de 4.2 km con un promedio de 4 minutos”. Dios. Y yo tirada en la cama. Confieso que me dan envidia y quizá por eso empecé a correr, bajé la app, pero creo que algo me falló porque no aparece en mi muro que estoy corriendo tres orgullosos y difíciles kilómetros casi diarios.

Esta el Waze. Un GPS que te indica el volumen vehicular y el tráfico. Calcula las mejores rutas ya que compartes con otros usuarios las distancias reales. La verdad lo tuve un día, no le entendí y después decidí eliminarlo.

El app para dejar de fumar: QuitNow! (¡Pare ahora!). Contabiliza los cigarros, los días, los beneficios, se supone que te provee frases de autoayuda hasta que te avientas el primer cigarro en cuatro semanas y la maldita app ya te está regañando peor que si fuera tu propia madre.

¿O qué me dicen de Twitter? De por sí un fenómeno. Tenerlo en el celular es para escribir en 140 caracteres todos lo que se te ocurra. Fue en el timeline (línea de tiempo), de algún anónimo donde me encontré una frase genial: “No eres un intelectual, ni un artista, tampoco eres filósofo ni poeta. No eres especialmente brillante. Sólo eres un guey con Internet”.

¿Con cuál de todos ellos te identificas? ¿Cuál utilizas? El que más útil me parece es el que sirve para guardar todas las contraseñas, el 1Password. Desde el número de pasaporte, o los passwords de Yahoo, Hotmail, Gmail, la cuenta del casero y un largo etcétera.

Y si, tengo una fascinación personal con Instagram, comunidad donde todo mundo parece modelo gracias a los efectos especiales que ofrece. Fotógrafos en serie. Me gusta también Qbro. Te permite darle efectos de lucecitas a tus fotos, ponerle marcos y hacer tipo polaroid, vintage o ultramodernas.

Están también Blendr y Grindr. Son herramientas sociales donde creas un perfil falso o real y te indica a cuántos metros está tu posible encuentro nocturno o el amor de tu vida. Puede que a 20 metros de distancia. Cada uno está orientada a distintas preferencias sexuales. Puedes chatear, hacer amigos o flirtear. A tu elección.

El día que elimine mi Facebook seré la persona más orgullosa de sí misma. A todo esto, creo que tendría que empezar a hacer ejercicios con las manos. La dependencia a las redes sociales entraña el riesgo de acabar con dedos artríticos a fuerza de teclear obsesivamente.

Ojalá que inventaran una app que contabilizara cuánto tiempo del día perdemos con el Iphone, Ipad y todos los gadgets maravillosos que Steve Jobs nos heredó. Pero, bueno, fue más fácil dejar de fumar que abandonar mi pasión por el shoot que ofrece un alerta cada cinco minutos.

Aquí les dejo una joyita musical de nuestros tiempos. Disfruten.

[youtube OAVwBLwEy2U]

 

@mariagpalacios

en Sinembargo al Aire

Opinión

más leídas

más leídas