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Alejandro Páez Varela

15/01/2024 - 12:08 am

Las fronteras de Claudia

Muy pero muy pronto, Claudia Sheinbaum dejará de ser la cabeza de Morena para convertirse en la cabeza de una Nación, según todas las encuestas. Entonces le urge sentar las bases de su movimiento, con fronteras éticas y morales, para que ni una Marina del Pilar ni nadie se atreva a contaminar los espacios. Todo lo que pueda hacer ahora le ayudará en el futuro inmediato a no distraerse con lo que sucede en el movimiento, que es su base social y le ayudará, como le ayudó a AMLO, a mantener apoyo que se traduce en gobernabilidad.

Enrique Peña Nieto estuvo en la Embajada de México en España, me dijo una buena fuente. No fue a declarar por ninguna causa de corrupción, citado por el agregado de la Fiscalía. No. Fue como invitado de Quirino Ordaz, el Embajador, quien llegó a la gubernatura de Sinaloa como priista cuando Peña era el Presidente. No quedó constancia de la visita amistosa, pero independientemente de eso es público que el exmandatario lleva una vida social de jet-set, entre Europa, Estados Unidos y América Latina, con vuelos privados intercontinentales que nadie sabe con qué se paga si toda su vida fue burócrata. Una vida social cada vez más atrevida.

Una vida social maravillosa, la de Peña. En los mejores restaurantes de Madrid recibe a sus amigos y se deja ver con guaruras y trae autos caros, incluso para los más ricos de Europa. Que Quirino mantenga una relación con él es de lo más normal, digamos, dado que los dos vienen de la misma cepa. Pero me parece que el Embajador hace quedar mal al Presidente, aunque él no estuviera enterado. Ya no lidiamos con un político impune; ahora lidiamos con un descarado que cada día estira su suerte: reapareció el fin de año en la República Dominicana con Bill Clinton y Sebastián Piñera, Hillary Clinton y otros. ¿En qué viaja Peña, si nadie nunca lo ha visto en un aeropuerto comercial? Eso, y su bitácora social, hacen ver que toma riesgos y golpea con fuerza las paredes que lo protegen en la impunidad.

Para cualquier líder, los límites de los otros se miden en el ensayo-y-error. En una tienda, en un partido político o en un Gobierno, los cuadros medios siempre estarán probando hasta dónde pueden llegar, hasta dónde les es permitido. Entonces el líder debe decirles: hasta aquí, no te pases. Quirino habrá estirado sus límites al invitar a Peña a la Embajada, si es que lo hizo, como lo hace Peña con sus viajes: hasta donde pueda, hasta donde lo dejen, seguirá ampliando su círculo, dejándose ver, mostrándose con dinero y con poder, y exhibiendo su certificado que dice, con letras mayúsculas: IMPUNIDAD. En apariencia, el expresidente ha probado no tener límites; parece haber conseguido un buen acuerdo para no preocuparse. Y ya sin recato ni prudencia va ampliando su círculo. México se asombró con aquellas fotos del expresidente con peluca en un restaurante de Nueva York; ahora no nos asombraría que apareciera en el mismo restaurante sin peluca, porque amplió su círculo de impunidad. Mañana aterrizará en Toluca y pasado mañana dará entrevistas para hablar, incluso, contra Morena, contra Delfina Gómez, contra Claudia Sheinbaum y contra Andrés Manuel López Obrador.

Ahora que tiene el mando, Claudia verá cómo su entorno querrá medirla y para medirla, tendrá que probarla. ¿Qué si incorporo a Jorge Hank Rohn a la 4T?, habrá pensado la Gobernadora Marina del Pilar, quien escucha más a su esposo y a sus cercanos –venidos del PRIAN– que a la prudencia. Entonces, sin más, le extiende un pase a Hank para que se disfrace de izquierda en la fiesta de la izquierda, aunque sea la antítesis de lo que la izquierda ha proclamado. Marina del Pilar busca probar que puede hacer lo que se le pegue la gana. Y hasta ahora, lo ha logrado.

Para Claudia, ese y otros retos similares ponen a prueba –por una parte– sus propias convicciones y, por otra parte, son exámenes para su liderazgo. Si Marina del Pilar puede brincarse todo límite ético y moral e incorporar a un símbolo de lo que no está bien en México (Jorge Hank), cualquiera otro puede hacerlo. Y así, el Gobernador Ricardo Gallardo se ufana de que –como parece que lo hizo– entregó todas las candidaturas a diputados federales de la izquierda a un partido que no es verde ni es ecologista, pasando por encima de los morenistas en esa entidad, a pesar de que es Morena el que sale arriba en las encuestas. Y así, el peñista Carlos Ramírez Marín puede hacer amarres locales y colarse a la izquierda disfrazado de izquierda. ¿Cuál es el límite para que Roberto Palazuelos tenga una candidatura de Morena, a estas alturas? Ninguno. Hasta Movimiento Ciudadano lo vetó pero acá podría incorporarse, como Rommel Pacheco, porque todavía no hemos bajado las cejas por la llegada de Carlos Hank, Eruviel Ávila y Adrián Rubalcava.

Es parte de la naturaleza humana probar nuestros límites: cruzamos una alberca a nado y nos vamos al Canal de Suez; construimos edificios cada vez más altos o competimos en carreras cada vez más veloces; cruzamos el Atlántico en carabela aunque todos digan que la Tierra es plana y subimos al Polo Norte aunque nos podamos congelar. Y, por desgracia, también nos excedemos en el horror si alguien no nos frena: la guerra de exterminio contra Palestina es una prueba.

Ahora mismo Claudia Sheinbaum es sometida a ese estrés. Querrán medirla y es natural. Ella tiene que ver también como una reacción natural marcarles límites. Siempre habrá quien quiera brincarse fronteras bien delimitadas, pero sobre aviso no hay engaño: lo hará con una mano en la mollera, porque entenderá que el castigo es inminente.

De acuerdo con todas las encuestas, las posibilidades de que Claudia Sheinbaum se convierta en la Presidenta de México son muy altas. Ni el PRIAN ni Movimiento Ciudadano prendieron. Xóchitl Gálvez se deslava todos los días y Jorge Álvarez Máynez es básicamente un deslavado (a menos de que demuestre lo contrario): Dante Delgado se decidió por un Salomón Chertorivski para la carrera presidencial. Con esos datos me permito decir que Claudia será también la primera mandataria, desde la posrevolución, que no viene de una vida partidista intensa. Cuando estaban en el PRD no peleó espacios; ya en Morena tampoco fue su obsesión. Ese tiempo, más bien, lo dedicó a su pasión: la ciencia. Se preparó para lo que ni siquiera imaginaba que vendría. Su carrera se hizo en la lucha social, como López Obrador, pero el actual Jefe del Ejecutivo fue forzado muchas veces a la operación partidista como lo es ella ahora, si quiere ganar. Pero no por mucho tiempo.

Muy pero muy pronto, Claudia dejará de ser la cabeza de Morena para convertirse en la cabeza de una Nación. Entonces le urge sentar las bases de su movimiento, con fronteras éticas y morales, para que ni una Marina del Pilar ni nadie se atreva a contaminar los espacios. Todo lo que pueda hacer ahora le ayudará en el futuro inmediato a no distraerse con lo que sucede en el movimiento, que es su base social y le ayudará, como le ayudó a AMLO, a mantener apoyo que se traduce en gobernabilidad. Tiene poco tiempo para dejar su impronta en el movimiento y luego tendrá que voltear a otra parte, porque el país así se lo demandará.

Y además, desde que esté en el periodo de transición, deberá decidirse con casos como el de Peña y otros que son herencia de una Fiscalía General inútil y, consecuentemente, desprestigiada. Aquí se impone decir que la izquierda gobierna desde 1997 la capital y en la capital han mejorado muchas cosas, pero queda pendiente el tema de la justicia. Los tribunales locales no son distintos a los nacionales. Algo se avanzó, y el mejor ejemplo es que Ernestina Godoy representa el único caso poderoso de cacería de corrupción política en este sexenio y pagó el precio. Cualquiera podría preguntarse por qué a ella la bloqueó el PRIAN, pero a Alejandro Gertz Manero nunca lo cuestiona. La respuesta es que los clubes de abogados mafiosos del tipo Diego Fernández de Ceballos, Fernando Gómez Mont o Roberto Gil Zuarth están muy a gusto con él.

Claudia debe aprovechar su paso por la vida partidista, que será breve, para dejar estándares morales y éticos porque pronto tendrá que hacer lo mismo, pero con una Nación. Establecer fronteras y luego evitar que las violen le dará gobernabilidad en el futuro inmediato. De ahora en adelante, incluso por el ofensivo machismo –tan arraigado en algunos sectores–, la estarán poniendo a prueba. Ahora mismo la están poniendo a prueba. Debe aprovechar que tiene el mando, que tiene buenos niveles de aceptación y que su propia formación se lo reclama. ¿Se imaginan si ella dice, con todas sus letras, que Jorge Hank no es bienvenido en un movimiento que ofreció muchas cosas menos lavarle la cara a alguien como él? Ni siquiera es bien visto dentro de su familia –y eso lo conozco de primera mano– por todo lo que representa.

La autoridad moral será el combustible de Claudia para los siguientes años, como lo ha sido para López Obrador. La gente que la odia y que la quiere no le va a perdonar que se distraiga, como dice Silvio: necesita acumular tanto como le sea posible ahora, porque el ejercicio del poder desgasta –salvo en casos muy excepcionales–. Entiendo que busca un movimiento amplio para garantizar un eventual Plan C, pero de qué le sirve un Plan C sin la autoridad para aterrizarlo. Porque ahorita la retan, digamos, los de casa; mañana serán los lobos que aúllan en el cerro oscuro. Ahorita es cortar yerba mala; mañana serán ahuehuetes de cien años de antigüedad.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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