Coincidencia Blake

14/11/2011 - 12:04 am

Dos secretarios de Gobernación muertos en “accidentes” aéreos es mucha coincidencia y obliga al Estado Mayor Presidencial a revisar sus protocolos de operación y seguridad.

Y aunque la nubosidad hace pensar en “accidente”, como dijo Felipe Calderón sobre el desplome del helicóptero que costó la vida a José Francisco Blake Mora y siete colaboradores, las sospechas se han disparado, precisamente por la coincidencia. La teoría de la conspiración vuelve a aparecer.

Desde hace tres años y una semana, seguimos esperando los dictámenes periciales del “accidente” aéreo en donde murió el secretario de Gobernación Juan Camilio Mouriño, un hecho poco transparente que dejó lleno de dudas, lagunas y sospechas el ámbito político nacional. En ambos casos, según versión oficial, hubo “falta de pericia” de los pilotos. Dos pilotos “responsables” de la muerte de dos secretarios de Gobernación: nueva coincidencia.

Las muertes de ambos funcionarios están ligadas también a las operaciones de seguridad emprendidas por el gobierno calderonista en la lucha contra el narco, concretamente a las detenciones de importantes capos. Unos días antes de que muriera Juan Camilo Mouriño fue capturado Jesús Reynaldo Zambada García, alias “El Rey”, hermano, de Ismael “el Mayo” Zambada, y días antes de la muerte de Blake Mora fue detenido Ovidio Limón Sánchez, operador del “Chapo” Guzmán.

El Ejecutivo, como en el caso de Mouriño, ha prometido que se “actuará con toda transparencia” para esclarecer las circunstancias del nuevo “accidente”. Y repite frase: “las investigaciones serán exhaustivas y contemplarán todas las hipótesis”. No fue así con Mouriño y seguramente no será así en el caso de Blake.

Al tratarse de los dos segundos hombres más importantes de México, funcionarios encargados de la seguridad interna, es obvio que su conocimiento sobre cuestiones trascendentales de la política nacional era absoluto. ¿Qué sabían Mouriño y Blake? ¿Cuántos secretos personales y profesionales de Felipe Calderón se llevaron a la tumba?

Preguntas sin respuesta que nos llevan a más sospechas y más dudas: ¿Por qué un helicóptero de la Fuerza Aérea modelo Súper Puma equipado con alta tecnología y apenas 700 horas de vuelo se cae por la nubosidad? ¿Por qué un helicóptero que sale del hangar presidencial es tripulado por un piloto sin pericia? ¿Qué tipo de mantenimiento reciben los vehículos oficiales utilizados por funcionarios de alto nivel? ¿Por qué el helicóptero cayó en el municipio de Chalco en el paraje Santana Tlacotenco si iba del Distrito Federal a Cuernavaca?

La teoría de la conspiración está nuevamente presente como en el caso de Mouriño. En este caso es peor, porque Calderón iba a viajar en el mismo helicóptero a Baja California. Las preguntas inundan a la opinión pública: ¿El helicóptero se desplomó o fue derribado? ¿Accidente o atentado? ¿Crimen organizado o fuego amigo?

La sensación de vulnerabilidad crece en la ciudadanía. Si esto le pasa a los secretarios de Gobernación, ¿qué pueden esperar el resto de los mortales? Si el gobierno no es capaz de brindar seguridad a su propio gabinete, ¿en qué lugar están los ciudadanos?

Como en el caso de Mouriño, será el secretario de Comunicaciones y Transportes el encargado de hacer la investigación que determine las causas del siniestro, concretamente un comité compuesto por el titular de esa dependencia, Dionisio Pérez-Jácome, gente de la Dirección General de Aeronáutica Civil, el fabricante del helicóptero y autoridades aeronáuticas de Francia, país de origen de la aeronave. Lamentablemente la investigación inicia con una desventaja: el helicóptero siniestrado casualmente no tenía “caja negra” porque no era obligatorio.

Con la muerte de Blake, Calderón pierde al estratega de la guerra contra el narco. El secretario de Gobernación fue el más ferviente defensor de la mano dura contra la delincuencia a pesar del fracaso evidente en la estrategia bélica que ha dejado casi 60 mil muertes. También era el interlocutor del gobierno con las víctimas de la violencia, un hombre que aceptaba el diálogo, pero que al igual que Calderón permanecía sordo al clamor popular de “alto a la guerra”.

Tal vez, nunca sabremos lo que paso a Mouriño y a Blake, pero lo que está claro es que sus muertes llegaron en un momento delicado para el país.   Este último “accidente” sucede en un período preelectoral. Se trata de la muerte del hombre encargado de vigilar el buen ritmo de las próximas elecciones.

La tragedia de México es la tragedia de Felipe Calderón porque se ha quedado sin dos de sus mejores amigos, a los dos los va a extrañar, según dijo, hombres que llegaron a la Secretaría de Gobernación sin tener una trayectoria política sólida, beneficiados por la amistad; hombres con información privilegiada sobre los entresijos que tejen la maraña gubernamental más bélica y sanguinaria de la historia reciente de México.

A diferencia de los hijos de miles de muertos en la guerra defendida a capa y espada por Blake, sus hijos, como los de Mouriño, quedaran protegidos por el Estado en absoluta coincidencia heroica. Antes de morir en un “accidente” por culpa de las nubes, el secretario de Gobernación, había declarado: “me preocupa como a cualquier papá en México, que mis hijos tengan todo para salir adelante”.

Seguramente así será.

Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.
en Sinembargo al Aire

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