Antonio Salgado Borge
14/10/2016 - 12:00 am
Deshojando a Margarita
Es bien sabido que Margarita Zavala se perfila como la más aventajada panista rumbo a 2018. Salvo que su partido decida lo contrario, el nombre de la esposa del ex presidente Felipe Calderón aparecerá en las boletas con las que los mexicanos elegiremos presidente dentro de dos años. Muchos nos preguntamos por qué. Y hay […]
Es bien sabido que Margarita Zavala se perfila como la más aventajada panista rumbo a 2018. Salvo que su partido decida lo contrario, el nombre de la esposa del ex presidente Felipe Calderón aparecerá en las boletas con las que los mexicanos elegiremos presidente dentro de dos años.
Muchos nos preguntamos por qué. Y hay al menos dos sentidos en el que se puede formular esta duda. La primera forma de expresarla se agrupa en las preguntas sobre por qué está ahí Margarita Zavala; es decir, cómo pudo llegar a ser la más probable candidata del PAN a la presidencia. Idealmente alguien en su posición tendría que haber accedido a esta posibilidad con base en una bien sustentada –y de preferencia prolongada- cadena de méritos. Sin embargo, encontrar méritos específicos en la trayectoria de la panista parece casi una misión imposible.
Los cargos políticos más importantes de Zavala han sido una diputación local y una diputación federal, pero Margarita no parece haber aprovechado su paso por estas posiciones para defender banderas que seguramente formarán parte de su campaña, como el combate a la corrupción, los derechos humanos o la seguridad. También fue presidenta del DIF nacional, pero este cargo supervino de la elección de su marido como Presidente en 2006.
Quizás de lo anterior se deriven os intentos de fortalecer, a como dé lugar, la biografía de la precandidata. En su página de internet puede leerse que Zavala “recientemente realizó trabajos de investigación sobre niños y adolescentes migrantes no acompañados, en la facultad de Derecho de la Universidad de Harvard”, aunque no se explica el carácter en que realizó esta investigación, ni dónde pueden consultarse sus resultados. La redacción es tan ambigua que lo mismo podría referirse a que Zavala utilizó espacios de esa universidad –por ejemplo, la biblioteca- para realizar una investigación a título personal que hacer alusión a alguna investigación académica formal que no es mencionada explícitamente.
¿Por qué Margarita Zavala representará al PAN en 2018? Hay panistas con trayectorias más destacables que la suya y con más méritos que una sonrisa amable, una mirada bondadosa o no ser Angélica Rivera o Martha Sahagún; pero ninguno de ellos tiene posibilidades reales de ser candidato a la presidencia. Los genuinos simpatizantes de Zavala son los primeros que deberían hacer buen uso de su capacidad reflexión crítica y percibir lo extraño de esta situación.
Ahora bien, además de preguntarnos por qué está ahí Margarita Zavala, los mexicanos que aún no hemos decidido por quién votaremos en 2018 tendríamos que preguntarnos por qué Margarita podría ser una buena presidenta. Es evidente que, si consideráramos todos los puntos mencionados anteriormente, concluiríamos que un individuo no tiene los méritos para ser candidata de su partido, claramente tampoco los tiene para ser presidente. Sin embargo, podemos intentar poner entre paréntesis lo anterior y, mirando hacia delante, responder a esta pregunta y tratar de entender cómo sería su eventual gobierno.
Sin una trayectoria a sus espaldas, Margarita Zavala ha gozado de una apertura inusitada en diversos medios de comunicación -hace unos días, en este mismo sitio Sanjuana Martínez escribió un interesante texto sobre el tema-. Gracias a esos espacios, que, desde luego, no se abren por casualidad ni a cualquiera, la panista ha aparecido en todas partes y ha hablado mucho. Pero Zavala ha dicho muy poco; rara vez se posiciona con claridad sobre temas de interés nacional y sus respuestas parecen más bien buscar darle la vuelta a las preguntas que se le formulan que mandar un mensaje específico –Ciro Gómez Leyva incluso llegó a insinuar que esta falta de claridad es una virtud-. Lo cierto que Margarita ha hecho prácticamente imposible que los electores tengan una mínima idea de qué pasa por la mente de quien aspira a gobernarnos. Su apuesta, al menos por el momento, es llegar a la presidencia sobre la misma inercia que la tiene como precandidata.
Dado que lo único que podemos hacer es suponer en qué cree y qué defiende, vale la pena revisar cómo ha reaccionado Zavala ante algunos de los temas que han dominado la agenda durante los últimos meses. A Margarita no se le escuchado, más allá de declaraciones genéricas, propuestas o posturas específicas contra la corrupción. Recordemos que durante el gobierno de Felipe Calderón no sólo no se combatió este problema, sino que se presentaron casos francamente escandalosos. Ninguno de éstos ha sido condenado frontalmente por Zavala, quien ni siquiera ha aceptado presentar su 3de3. Si bien es cierto que no está obligada a hacerlo, resulta muy desalentador que no esté dispuesta a cumplir voluntariamente con un trámite que, al menos para cualquier individuo honesto, no debería representar mayor problema.
Zavala, que se anuncia como defensora de la equidad de género, dijo en 2015 al periodista Jorge Ramos no tener “ningún problema” con el matrimonio igualitario; sin embargo, algo ha cambiado después de esa insinuación de apertura, ya que, en pleno debate y cuando más importante sería apoyar la causa en que se cree, Margarita ha sido incapaz de fijar una postura firme. a favor o en contra -tampoco lo ha hecho López Obrador-. Lo que es peor, si nos basamos en las posturas de algunos de sus más destacados aliados dentro del panismo, es posible aventurar que Margarita en Los Pinos implicaría un retroceso para los derechos LGTBI.
Sobre la “guerra contra las drogas” iniciada por su marido, Margarita Zavala parece también tener muy poco que decir. En alguna ocasión –no recuerdo el foro- le escuché afirmar que, sin importar lo que uno pudiera pensar de su gobierno, había que admirar el “valor” exhibido por Felipe Calderón al hacer “frente” a los cárteles de la droga. Lo cierto es que la historia ha registrado el “valor” de Calderón como un acto de irresponsabilidad inaudita y que la estrategia calderonista es, de acuerdo con organizaciones internacionales y con lo que se ve en las calles, un fracaso total. Margarita Zavala es la persona con menos posibilidades de terminar con este desastre. Ciertamente nada en su discurso insinúa lo contrario.
No hay una explicación presentable de cómo Margarita Zavala ha logrado posicionarse dentro de su partido sin méritos aparentes, no le conocemos virtudes y no sabemos en qué cree. Sin embargo, la panista nos pide nuestro voto y no son pocos los que están dispuestos a entregarle las riendas del país en 2018.
Por los motivos que sea –interés personal, pensar que los otros candidatos son peores, o simplemente y espontánea simpatía hacia su persona-, es válido que haya personas que deseen que Margarita sea presidenta de México. Lo que no se puede tapar con un dedo es que si su nombre puede aparecer en las boletas se debe única y exclusivamente a que es la esposa de Felipe Calderón y porque, más allá de un matrimonio, la unión política con su marido la hacen defensora de los mismos intereses representados por el ex presidente. En este sentido sólo se puede querer que Margarita Zavala sea presidenta si se desea que Felipe Calderón, el hombre que abrió de par en par la puerta de Los Pinos al PRI de Peña Nieto, regrese al poder en 2018. Y es que cuando deshojamos a Margarita irremediablemente terminamos llegando a Felipe.
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