Juan N. Guerra: el hombre que creó el Cártel del Golfo traficando alcohol a Estados Unidos

14/09/2012 - 12:33 am
Foto: Zócalo Saltillo

Ciudad de México, (dpa)– Los hermanos del fundador del Cártel del Golfo, Juan Nepomuceno Guerra, encontraron un buen negocio en la época de la Ley Seca con el contrabando de licor a Estados Unidos, el preludio de uno de los cárteles más antiguos de México.

Corrían los años 1930 y empezaba a construirse la historia de la organización, que en la década de los ochenta floreció gracias al negocio de las drogas desde el estado de Tamaulipas, que limita con Texas.Guerra se puso al frente de las actividades familiares a finales de la década de 1960. Agregó vertientes al negocio.

En los ochenta el tráfico de drogas pasó a ser el mayor negocio del Cártel del Golfo, ya bajo el liderazgo de Juan García Ábrego, a quien su tío Guerra le cedió el mando. García Ábrego cayó en 1996 y fue extraditado a Estados Unidos.

Así empezó la era de la familia Cárdenas Guillén. Osiel Cárdenas se puso al frente de la organización. Durante su liderazgo reclutó al grupo de Los Zetas, formado por desertores del Ejército, como brazo armado y para cuidar cargamentos de droga.

En 2003 también Osiel fue capturado, pero siguió manejando los negocios desde la cárcel hasta que las autoridades mexicanas lo pusieron en un avión rumbo a Estados Unidos en 2007.

Con la captura de Osiel, en la cúpula del cártel quedó Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén, alias “Tony” Tormenta, junto con Jorge Eduardo Costilla, “El Coss”. El sucesor fue abatido por fuerzas federales mexicanas en 2010 y Costilla asumió las riendas.

Recelos entre facciones, que se sumaron a los embates de grupos rivales como los propios Zetas ya independizados, provocaron que a partir de 2011 el Cártel del Golfo quedara dividido entre un grupo comandado por “El Coss” y otro encabezado por Mario Cárdenas Guillén.

Ahora la cúpula quedó descabezada. “El Coss” fue arrestado el miércoles en Tampico. Nueve días antes había caído Mario Cárdenas Guillén.

La detención de los dos jefes abre un interrogante sobre el futuro de la organización. A la desaparición de líderes siempre le siguen períodos de violencia por luchas de poder entre quienes quieren el control y embates de cárteles rivales para quitarles territorio.

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