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La máscara del rey maya, una novela sobre Alberto Ruz y la arqueología del adiós

14/05/2023 - 12:00 am

La escritora Raquel Martínez-Gómez habló con SinEmbargo sobre su novela La máscara del rey maya, la cual narra la vida del arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier mientras el alterego de la autora deambula por las ruinas de su propia orfandad de la mano de Claudio Ruz, hijo de Alberto, con quien comparte la desolación de haber perdido a su padre.

Ciudad de México, 14 de mayo (SinEmbargo).– Alberto Ruz Lhuillier es conocido como el ​​descubridor de la tumba de Pakal el Grande en Palenque. Sobre él escribe Raquel Martínez-Gómez en su novela La máscara del rey maya (Planeta), un relato a tres tiempos que indaga en la memoria a través de una “arqueología del adiós” que exploran la autora a partir de su orfandad y Claudio Ruz, hijo de Alberto, con quien comparte la pérdida de un padre.

“Esta novela nunca la hubiera escrito si no se acabara de morir mi padre y me encontrara justo en ese momento, eso fue un poco juego de los dioses Mayas, en ese momento en Lisboa (donde conoce a Claudio) se conjuga una persona que ha perdido recientemente a su padre y que lleva un tiempo queriendo escribir una novela para hablar de su padre (la propia Raquel) y Alberto Ruz en el inframundo tomando un trago”, comentó Martínez-Gómez en entrevista con SinEmbargo.

En ese sentido, en La máscara del Rey está latente el tema de la muerte, primero porque surge esta pérdida de Raquel y Claudio, y segundo porque Alberto Ruz Lhuillier es conocido, entre otros aportes, por haber descubierto por primera vez este sepulcro en las pirámides mayas, una tumba, “pero además hizo su tesis sobre costumbres funerarias de los mayas, estudió la costumbre funeraria a lo largo de distintas costumbres del mundo para hacer esta tesis y tener cómo comparar”.

La máscara del Rey, la última novela de Raquel Martínez-Gómez.

Raquel Martínez-Gómez compartió cómo la novela nació cuando tuvo un encuentro con Claudio en el año 2017, en Lisboa: “cruzamos tres palabras y ahí, de pronto, surgió la figura de su padre, me dice ‘mi padre era arqueólogo, Alberto Ruz Lhuillier’. Yo le dije ‘yo estuve en Palenque, yo estudié en la UNAM’, en fin, empezamos a hablar, y de ahí hubo una conexión”.

“Siempre tuve la idea de hacer una novela, una biografía novelada sobre Alberto Ruz Lhuillier, pero se fue complejizando porque hay una tercera persona cuando hago esta historia, pero al mismo tiempo se impuso una voz en primera persona, que venía en un relato que yo escribí justo cuando conozco a Claudio en Lisboa. También me dio mucho juego la ficción para esos vacíos de lo que no se conocía la vida de Alberto Ruz Lhuillier, es decir, a donde yo no podía llegar a través de fuentes escritas ni de fuentes orales, como la de Claudio, se convertía en una forma de decirle a la lectora y al lector ‘mira, aquí no tenemos el dato pero yo luego te lo voy a novelar’, y lo vuelvo ficción”, indicó la autora.

Raquel Martínez-Gómez confesó que en ese manejo de la ficción se confiesa como manchega que es “un poco quijotesca”, pues “en algún momento que juego a la de Cervantes y hago confusión; estoy haciendo ver que todo es real pero en algún momento, y hubo obviamente mucha parte autoficción, no lo niego, pero incluso en esa parte de autoficción ficciono, igual que ficciono en la vida de Alberto Ruz cuando cuento su historia”.

Y luego, añadió, está la otra parte de la metaliteratura “que es un poco el juego que hacemos, queriendo decir esta novela nace de un pacto de alguien que tiene una historia que quiere dar a conocer a sus descendientes y quiere como volver a poner en valor en México, y bueno en el mundo entero si se puede, ya estamos a ver si se puede traducir pronto”.

Como parte de esa “arqueología del adiós” de la que habla Raquel Martínez-Gómez, La máscara del rey maya inicia con una poderosa imagen de Alberto Ruz descendiendo al sepulcro de Pakal el Grande mientras él se encuentra en los últimos instantes de su vida en un hotel en Montreal, Canadá, frente a su hijo Claudio, entonces de 9 años.

“Hay una intencionalidad clara en que el descenso fuera bajar el Templo de las Inscripciones, que cuando ya se va a morir lo que vuelve es el momento que estuvo más cerca de la muerte, de sentir, de bajar a pues eso durante cuatro temporadas bajar la cripta quitando la cal, todo lo que impedía descubrir qué era y claro él estuvo ahí en un momento, y se encontró de frente a frente con la muerte, hacía un milenio que nadie había abierto ese camino, claro, es todo intencional y de hecho la novela arranca entre la habitación de hotel de Montreal se confunde con la cripta de Palenque”, expresó.

—¿Es un texto que reconstruye y se reencuentra constantemente con la memoria?

—Totalmente, hacemos arqueología de la memoria, incluso un primer título de esta novela era Arqueología del adiós, de Claudio niño a su padre, el adiós mío a mi padre, aunque muy sutilmente, el adiós de Alberto a la vida, hay muchos adioses ahí, que se juntan, entonces esa arqueología a la memoria para mí también hay una parte de arqueología del adiós también.

Obed Rosas
Es licenciado en Comunicación y Periodismo por la FES Aragón de la UNAM. Estudió, además, Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras.
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