El bumerán de los perdedores, las marchas de la dolencia, la superficialidad con que se toman las declaraciones de López Obrador, los gritos histéricos de los grupos de globalizadores del huarache (muy similares a las campañas anticomunistas de los años 50 y 60), las tendencias corruptas de algunos morenos y la inmadurez de otros en funciones públicas me produjeron cierta desazón, así que me propuse consultar a un viejo amigo que me ha acompañado desde la juventud.

Le pregunté: ¿por qué hay tanta reacción contra el nuevo Presidente de la República? ¿Qué puede uno decirles? Esto me respondió:

“Hay una falta de generosidad en quienes creyeron que el régimen de compadres globalizados y corruptos era invencible, y a ellos ofrezco la experiencia como espejo”.

“Nosotros los de izquierda nos condujimos igual, o más rabiosos contra Salinas, Zedillo, Calderón y Peña Nieto en su primer año, y nos ganamos el mote de chairos; yo he lidiado con los chairos por años porque siempre simplifican la realidad para facilitar el análisis, y no han entendido que el presidente es el que gobierna y que los ciudadanos deben exigir respeto a sus derechos y construir un Estado de derecho, sin renunciar a sus principios e ideas”.

“La vida es una y es mejor buscar el bien común con el ejemplo. Colaboré con el Presidente Municipal de mi ciudad sin hacerme panista, con el Gobernador sin hacerme priista, con Duarte sin corromperme y luego, cuando tuve evidencias y fuerza, participé en la guerra abierta contra él”.

“Gané con AMLO un buen puesto administrativo, pero cuando vi a mis electores sin atención y sin organización pedí licencia y hago el esfuerzo de lograrlo, exigiendo siempre respeto al Estado de derecho. Me opuse seriamente a la dirección militar de la Guardia Nacional, exijo seguridad en mi ciudad, trato de colaborar con el Gobernador y el Presidente Municipal actuales hasta donde se dejen, sin necesidad de renunciar a mis sueños. Y en estos esfuerzos se va la vida”.

“Amigos chairos y dolientes, hagamos cosas que se acerquen a nuestros ideales, no sólo construyamos monstruos imaginarios porque se pueden convertir en realidad si no actuamos a favor de lo mejor”.

Gustavo De la Rosa

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Es director del Despacho Obrero y Derechos Humanos desde 1974 y profesor investigador en educacion, de la UACJ en Ciudad Juárez.

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