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Sanjuana Martínez

14/05/2012 - 12:01 am

IFE oneroso y vergonzoso

A pesar del multimillonario presupuesto que tiene, el Instituto Federal Electoral (IFE) continúa siendo una institución que no inspira confianza. ¿Por qué no hay certeza en todas sus acciones? ¿Realmente tiene independencia? ¿Hace su trabajo con objetividad e imparcialidad? ¿Respeta los mandatos constitucionales en materia electoral? La misión del IFE esta clara solo en el […]

A pesar del multimillonario presupuesto que tiene, el Instituto Federal Electoral (IFE) continúa siendo una institución que no inspira confianza. ¿Por qué no hay certeza en todas sus acciones? ¿Realmente tiene independencia? ¿Hace su trabajo con objetividad e imparcialidad? ¿Respeta los mandatos constitucionales en materia electoral?

La misión del IFE esta clara solo en el papel: “Contribuir al desarrollo de la vida democrática garantizando el ejercicio de los derechos político-electorales de la sociedad a través de la promoción de la cultura democrática y la organización de comicios federales en un marco de certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad”.

En la práctica, el cumplimiento de su misión deja mucho que desear. Los principios rectores del IFE sencillamente no se están cumpliendo. Y alguien tiene que acotar su poder para someterlo a un verdadero escrutinio sobre sus excesos, desaciertos y llamativos errores.

Número uno. El IFE no está respetando un derecho fundamental de los mexicanos: el derecho a la información, un pueblo mal informado, es un pueblo con un déficit democrático. Así de simple.

Ante la negativa del duopolio televisivo, TV Azteca y Televisa, de transmitir el debate de los candidatos a la Presidencia de la República, el IFE se limitó a ser mero espectador y no una autoridad rectora que vela supuestamente por la administración del tiempo “que corresponda al Estado en radio y televisión destinado a los objetivos propios del Instituto, a los de otras autoridades electorales y a garantizar el ejercicio de los derechos que la Constitución otorga a los partidos políticos en la materia”, según señalan sus estatutos.

Y es que el IFE guarda silencio ante el poder aplastante del duopolio televisivo, en lugar de exigir a la Secretaría de Gobernación la transmisión en cadena nacional del debate. En su lugar, transmitieron “Pequeños Gigantes” y un partido de fútbol.

Las discusiones bizantinas de los consejeros para llegar a la conclusión de que no era necesario solicitar a la Secretaria de Gobernación cadena nacional de las televisoras, fueron un auténtico peligro para la libertad de elección de los ciudadanos en las urnas. Los consejeros parecen olvidar que la información es vital en un proceso electoral y el debate es una forma democrática de ofrecerla.

La subordinación del Consejero Presidente del IFE, Leonardo Valdés, al poder de TV Azteca y Televisa es francamente inaceptable. Si no tiene el valor de enfrentarse a ellos para defender los derechos de los mexicanos, que renuncie.

Número dos. Es muy sospechoso que el IFE no multe a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI a la Presidencia por su campaña llena de excesos financieros. Y más sospechoso que solo apruebe aplicar multas globales por 782 mil 802 pesos a los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano por irregularidades durante las precampañas electorales. Y tremendamente sospechoso que el PRI, PVEM y Nueva Alianza no recibieran observaciones.

Número tres. Los excesos financieros del IFE son terriblemente onerosos para todos los mexicanos. Y digo terriblemente porque es muy desafortunado saber que mientras existen 58 millones de pobres en México, esta institución se gasta más de cuatro millones en un debate electoral.

La producción del primer debate entre Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador, Enrique Peña Nieto y Gabriel Quadri de la Torre, estuvo a cargo de la empresa “El mundo es tuyo” propiedad de Jesús Tapia, un hombre que trabaja para TV Azteca. El costo de sus servicios fue de  309 mil 24 pesos. El IFE pagó al productor 80 mil pesos de honorarios, y 14 mil pesos por dos edecanes, por lo que cada una cobró siete mil 500 pesos. ¿Para que querían dos edecanes, si solo salió la playmate Julia Orayen? Por si surgía una eventualidad, contesta el IFE.

El desglose de los gastos no tiene desperdicio: al maquillista que tuvo el desacierto de chapear en exceso a Vázquez Mota (estilo Eruviel) y maquillar a los otros candidatos, le pagaron nada menos que 51 mil 504 pesos. La moderadora, Guadalupe Juárez Hernández, cobró 73 mil pesos. Y la escenografía del set de televisión que se montó ascendió a 564 mil 384 pesos.

Es verdaderamente vergonzoso que en un país con tantos millones de pobres, el IFE ostente semejantes presupuestos.

Número cuatro. Ante el error garrafal de contratar a una playmate vestida inapropiadamente para un debate electoral, no dimitió ningún funcionario del IFE. En cualquier democracia real hubiera habido consecuencias inmediatas. La única consecuencia que conocemos hasta ahora es que la responsabilidad recayó en el productor Jesús Tapia quien presentó su carta de renuncia. ¿Y la responsabilidad del Consejero Presidente Leonardo Valdés? ¿Y la responsabilidad de los demás Consejeros? ¿Por qué se lavan las manos?… Vivimos en el país del “no pasa nada”.

Número cinco. Los sueldos de los señores Consejeros siguen siendo obscenos, inadmisibles. ¿Cuánto nos cuesta a los mexicanos cada Consejero del IFE? Nada más y nada menos que 3 millones 733 mil 958 pesos anuales. Es decir: cada funcionario gana un sueldo compactado de más de medio millón de pesos al mes.

Los Consejeros del IFE son ciudadanos de primera, mientras el resto de nosotros, somos de segunda, tercera, cuarta… ¿Cómo no les ruboriza recibir casi 400 mil pesos como gratificación de fin de año cuando tenemos un país hundido en la pobreza? ¿Cómo no les da vergüenza tener seguros por casi 315 mil pesos? ¿De qué privilegios gozan estos señores para percibir semejantes salarios?

Número seis. Y la última pregunta: ¿Qué diferencia hay con el IFE de Luis Carlos Ugalde al de Leopoldo Valdés? ¿Por qué no se ha realizado una auditoria para excluir la posibilidad de que se repita un fraude cibernético al estilo de Hildebrando? ¿Será nuevamente la compañía de Diego Hildebrando Zavala, el cuñado de Felipe Calderón, la que hará el conteo amañado de los votos?

Son tantas las sospechas, demasiados los errores, hartos los excesos, que me temo que el IFE está faltando ostentosamente a su misión. Será necesario un rediseño de todo el sistema para conseguir un nuevo organismo público que sea autónomo, transparente e independiente.

Este IFE ni siquiera nos proporciona la certeza de unas elecciones limpias, justas y equitativas.

Sanjuana Martínez
Es periodista especializada en cobertura de crimen organizado.

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