Ciudad de México, 14 abr (SinEmbargo).- El escritor argentino Alberto Manguel, una de las figuras que participa junto a la canadiense Margaret Atwood del Festival Literario Gutun Zuria en la Alhóndiga de Bilbao, está convencido de que al menos hay un libro para cada persona y que el reto consiste en encontrarlo.
En entrevista con el periódico vasco Deia, Manguel, quien vive en la región francesa Poitou-Charentes, es un reputado teórico de la literatura, un pensador dedicado al arte de la narrativa, un territorio que tiene para él “algo de verdad y de mentira a la vez”.
“El escritor establece con el lector un pacto: yo te contaré una mentira para hablar de la verdad, y tú harás como si lo que te cuento es verdad para disfrutar de la mentira”, dijo.
Obsesionado con el tema, en 2010 dio a conocer La ciudad de las palabras, un libro que en México editó Almadía y que llevó como subtítulo en la portada: Mentiras políticas, verdades literarias, con el que intentaba demostrar que la sociedad “impone historias falsas”, mientras que la literatura “se empeña en construir una realidad imaginaria”.
Manguel puso como ejemplo a Estados Unidos, “un país que quiso darse la identidad de protector del poder económico, político y militar del mundo -algo falso, aseguró-, como lo demuestran las guerras de Afganistán e Irak que (ese país) ha perdido y frente a las cuales se muestra, no obstante, como ganador”, dijo cuando lo entrevistamos en 2010.
A las historias falsas propuestas por la publicidad, Hollywood, los best sellers, las series de televisión y reality shows, se contraponen las historias de la literatura, señaló el escritor, “que se empeña en construir una realidad imaginaria que tiene raíces en la realidad física”.
Nacido en 1948 en Buenos Aires y autor de más de 40 títulos entre novelas y ensayos, Manguel propone en La ciudad de las palabras una serie de conferencias que propone la relectura de los clásicos y destaca la importancia del lenguaje literario.
“SIEMPRE SUPE QUE ERA LECTOR”
“Siempre supe que era lector, es mi forma de conocer el mundo. Todo lector se deja tentar por inventar como aquellos que inventan mejor. Cuando empecé a escribir de adolescente, me percaté de que lo que yo estaba escribiendo no estaba a la altura de los textos que a mí me gustaban y dejé de hacerlo.
Entonces decidí consolarme con la lectura. Los primeros libros que escribí fueron consecuencia de esas lecturas. Mi primera novela nació de la voluntad de poner en palabras algo que no entendía”, contó a Deia.
A propósito del monte que le ha puesto George Steiner llamándolo el “Donjuán de los libros”, agradece el elogio aunque cree que el personaje referido “es alguien para quien la conquista, no la relación, es importante. No me veo como un lector de conquistas, me veo como un lector de relaciones. Eso es una de las ventajas de la literatura, que permite perfectamente la poligamia”, concluye.