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Jorge Alberto Gudiño Hernández

14/03/2020 - 12:05 am

Narrativa y miedo

Me queda claro que lo peor es la incertidumbre. No saber bien a bien qué pasará con el Covid-19.

Como siempre lo ha hecho la humanidad, ante ese profundo desconocimiento, inventamos historias.Foto: Victoria Valtierra, Cuartoscuro

Se antoja para planteamiento o desarrollo de una novela postapocalíptica. Una pandemia obliga a los ciudadanos de todo el mundo a recluirse en sus casas. Aunque muchos se han preparado bien, gracias a compras de pánico de último minuto, lo cierto es que no hay reservas suficientes en las casas. Mucho menos, conforme avanzan los días y la información en los diferentes medios apuntala la idea de la mortandad del virus en cuestión. Pronto los servicios dejarán de funcionar, toda vez que, en muy buena medida, requieren de la injerencia humana para seguir siendo operativos. Pero los humanos, ya se ha dicho, se encuentran resguardados, atentos apenas para dar el salto hacia el exterior. Éste llega pronto, cuando la comida ya no alcanza, las medicinas se agotan, el suministro de agua potable deja de fluir a través de las tuberías. Entonces llegará la desesperación y, con ella, la violencia. Veremos luchas tremendas en las que sólo sobrevivirán los fuertes. Los humanos enfrentándose unos contra otros son mucho más letales que cualquier virus que, sobra decirlo, los espera en el exterior.

Cada quien continúe la novela como mejor le plazca.

El tema que me ocupa no es plantear un escenario apocalíptico dado que, ahora, vivimos con la amenaza del Covid-19. Me interesa, en cambio, reflexionar en torno a las narrativas que consumimos. Soy miembro de varios grupos de chats. Desde los familiares hasta los de padres de familia y vecinos. En cada uno se esparcen noticias cada vez más alarmantes. Mientras algunos comparten los titulares de los principales medios europeos, que vienen acompañados de recomendaciones muy puntuales, otros prefieren enviar videos donde presuntos expertos aseguran que, dentro de un par de meses el planeta entero estará infectado; y no habrá nada qué hacer. En respuesta, llegan un par de imágenes en las que se muestra cómo la expansión territorial del virus es mucho menor a la del miedo. Para someter esta idea, alguien más hace una crítica a los italianos porque ellos mismos no se tomaron en serio el asunto hace dos semanas. Entonces se politizan los chats y alguien menciona la incapacidad gubernamental. De ahí sólo hay un paso para la manida perorata en contra de los conservadores. Las teorías de la conspiración hacen su arribo porque es claro que el Covid-19 es una estrategia perversa para desestabilizar la economía global. Eso sí, alguno cierra con una preocupación legítima: ¿van a mandar a sus hijos a la escuela mañana?

La mayoría de nosotros no somos expertos en pandemias, en enfermedades contagiosas, en modelos matemáticos en torno a la transmisión de las mismas ni mucho menos. De ahí que no nos quede más remedio que consumir la información que, presuntamente, proviene de expertos, ya sean gubernamentales, ya académicos, ya especialistas. Asumiendo que la calidad de ésta sea real, aún quedan las interpretaciones que les damos. Entre el maremágnum de diversas informaciones y lo que hacemos con ellas, se crea un ruido que es escándalo. El problema es que, justo de ahí, es de donde abrevan las narrativas que generan miedo: ya de la ignorancia, ya de la ambigüedad, ya de nuestro incuestionable derecho de inventar historias. Y eso está muy bien, mientras el apocalipsis, en efecto, no se acerque. Mientras, también, no contribuyamos al crecimiento de un problema.

Me queda claro que lo peor es la incertidumbre. No saber bien a bien qué pasará con el Covid-19, ahora, o con cualquier otra amenaza en otro momento. Como siempre lo ha hecho la humanidad, ante ese profundo desconocimiento, inventamos historias. Pocas cosas hay más naturales que eso. Y, aún así, de pronto no nos queda más remedio que silenciar el chat en turno porque nos parece inconcebible que la explicación alienígena tenga tantos adeptos.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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