Adela Navarro Bello
14/02/2024 - 12:04 am
Perder la vida buscándola
"Como muchas buscadoras de desaparecidos, Angelita contribuía a una labor que desde los gobiernos se niegan a realizar".
Angelita Meraz estaba en su salón de belleza cuando un hombre entró y la mató. Su cuerpo quedó tendido sobre la silla en la que descansaba. Por lo menos un tiro se lo dio en la frente y acabó con la vida de quien desde 2018, se dedicó a buscar personas desaparecidas en el violento municipio de Tecate en Baja California.
Poco antes de las 2 de la tarde del jueves 8 de febrero, Angelita percibió el peligro. Presionó el botón de pánico que las autoridades le dieron en noviembre de 2023 cuando la incluyeron en el mecanismo de protección a activistas, luego que ella denunciara amenazas en su contra en una página de la red social Facebook que está ligada a células del cártel de Sinaloa.
De nada sirvió el botón de pánico. Los policías, que se supone reciben la alerta para acudir de manera inmediata a quien está en un mecanismo de protección, llegaron 30 minutos después que la activista presionó el botón de pánico. La encontraron ya muerta.
Es mentira como dijo el presidente el viernes 9 de febrero, que su asesino ya estaba identificado y que nada tenía que ver con la labor de buscadora de Angelita. Han transcurrido seis días del crimen, y ninguna persona ha sido detenida. De hecho, fuera del análisis balístico, que indica que el arma utilizada para matar a la buscadora, también se accionó en otros homicidios relacionados con el narcotráfico, no haya nada más.
Como muchas buscadoras de desaparecidos, Angelita contribuía a una labor que desde los gobiernos se niegan a realizar. No buscan a los desaparecidos, ni siquiera en las estadísticas les tienen respeto cuando intentan disminuirlos para manipular las cifras parámetro de la inseguridad.
Las buscadoras, madres, hermanas, esposas, hijas, y los buscadores, se enfrentan solos a las inclemencias del clima de violencia que se vive en el País, llevados por el amor de encontrar a los suyos, esperan hacerlo con vida, aunque suelen encontrar cuerpos, restos óseos, en cerros, cañones, laderas, montañas y lotes baldíos. Quienes buscan a sus desaparecidos se adentran en territorios que las células de los cárteles marcan como propios para abandonar a aquellos que matan, y se meten sin seguridad alguna.
El último en vivo que hizo Angelita Meraz a través de sus redes sociales, daba cuenta de ello. Ante la negativa de las autoridades de Baja California para llegar a una zona agreste en las inmediaciones de Tijuana y Tecate, unos trece días antes de que la mataran, anunció el descubrimiento del cuerpo de un hombre. Fue después de su en vivo que elementos de la Fiscalía General de Baja California acudieron a levantar el cuerpo.
Tecate es un municipio que apenas rebasa los 105 mil habitantes, es fronterizo con los Estados Unidos y su zona montañosa es atractiva para los cárteles por dos vertientes: cómo cruce de drogas y personas desde México hacia la Unión Americana, y para el cultivo e instalación de laboratorios clandestinos. Además, es un municipio prácticamente conurbado con Tijuana, lo cual les permite a las mafias huir en cualquier dirección, o cometer delitos en un lado y tirar los cuerpos en otro.
En los últimos dos años y medio se ha recrudecido la violencia en esa zona, donde la población está en medio de una guerra de cárteles: los del cártel Arellano contra los de Sinaloa, y el cártel Jalisco Nueva Generación tomando bando. La semana en que mataron a la activista Meraz, se registraron siete balaceras en cinco días, dejando un total de 6 muertos.
Pero la estrategia de combate a la inseguridad en Tecate no es equiparable al altísimo nivel de violencia. Los policías municipales han sido denunciados por contribuir con alguno de los tres cárteles en la zona, para ayudarles a escapar, detener personas y entregárselas, servirles como informantes. Los estatales y de la secretaría de seguridad están concentrados en municipios más violentos, como Tijuana, por ejemplo, que en el catalogado como Pueblo Mágico de Baja California.
La sociedad queda prácticamente a merced del crimen organizado y el narcotráfico, que lo mismo levanta niñas para asesinarlas, que mata turistas que, por error, entraron a alguna de “sus zonas”.
Con un alcalde morenista, una fiscal marinista (Marina Ávila es la gobernadora de Baja California), un congreso morenista, sin oposición visible, no hay quien denuncie, más allá de medios independientes, la terrible y violenta situación que afecta al estado, y a Tecate en lo particular.
En el colmo del cinismo, un diputado local, de Morena, Juan Manuel Molina, presumió en redes sociales a finales de 2023, que había regalado (con recurso público por supuesto), picos y palas a colectivos de búsqueda de desaparecidos. En lugar de hacer un llamado al gobierno para que active la Comisión Estatal de Búsqueda, o a la FGE para que colabore con la indagación de los desaparecidos, les dio herramientas para que ellos vayan a lugares de riesgo y escarben hasta encontrar restos.
Ese es el nivel de incapacidad que provee impunidad a los miembros de los cárteles que desaparecen personas, que asesinan ciudadanos, y que ahora, matan a los buscadores. Angelita Meraz, sigue sin justicia… No logró encontrar a su hermana y a su cuñado, quienes fueron desaparecidos en junio de 2018. La mataron en su salón de belleza, cuando tomaba un descanso, de tanto buscar desaparecidos.
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