Dónde estamos por dejarnos

14/02/2015 - 12:02 am

Los muchos ejemplos de corrupción gubernamental que han salido a la luz esta semana, y la abundancia de recursos que sus protagonistas han sustraído de la economía del país, son el escándalo de la semana. Esta vez, con nombres y cifras.

En muchos círculos se sospecha que noticias como esta no se difunden con estruendo en atención a los intereses sociales, sino como instrumento de intenciones muy ajenas al bienestar de la población. ¿Cómo cuáles? Sobre lo recién revelado, hay quienes sospechan de un golpe político ejecutado mediante la influencia del diario New York Times. Otros acomodan los hechos asegurando que se trata de un ladrillo más al muro que contiene la voluntad ciudadana de hacer algo para cambiar las cosas; es decir, para dejarnos como salida el mentado “¿Pero qué podemos hacer, si nunca pasa nada?” Otros observadores ven una combinación de ambas opciones.

Mientras tanto, entre noticia y noticia los partidos políticos con fama y trayectoria probada de desprecio por la ciudadanía, difunden “spots” de pre-campaña con pauta machacona ofreciendo castigo para los gobernantes corruptos, educación, empleo, reducción de precios en los servicios públicos, inversión en infraestructura y una economía en crecimiento. ¿Entonces sí saben lo que le urge al país?

En suma, el mismo discurso y los mismos gobernantes de antes, sólo que aprovechándose a lo bestia de la gente para la cual deberían trabajar. La lógica no miente, no tiene corazón ni intereses: si la cúpula se está enriqueciendo de tal manera y la base es cada vez más pobre, sólo hay una explicación: la riqueza de arriba se debe a la miseria de abajo.

Si los gobernantes no son congruentes, seámoslo los ciudadanos. Ya lo dijo el icónico arquitecto brasileño Oscar Niemeyer: “Hay que protestar, siempre hay que protestar.” La protesta es la única vía de cambio, es una voz incómoda para los mandatarios; tienen oídos sordos para la ley, las recomendaciones de los expertos, incluso para sus asesores y para la realidad que reportan los medios de comunicación. Caen en  la soberbia como la del francés Luis XIV cuando dijo “El Estado soy yo”, o la de Luis XV, su sucesor: “Después de mí, el diluvio” (no oyó que el diluvio ya caía, como no lo oyen nuestros políticos nocivos).

“De uno en uno”, reza una consigna para motivar al ciudadano de a pie. ¿Qué puede hacer uno? Mucho, se puede hacer mucho. Un ejemplo es adherirse a las defensorías de derechos que abundan en la red: contra casos de discriminación, contra desapariciones forzadas, asesinatos, corruptelas, el menú de temas que promueven diversas organizaciones es amplio. El esfuerzo necesario para agregar la propia firma a la causa que le guste, es el mínimo posible.

Otra manera de llevar la protesta personal a la acción es votar. No hacerlo es una “protesta” que inevitablemente fortalece al partido contra el que queríamos votar. En números: si 10 votan por el partido “a” y 12 se oponen a él, cada voto opositor que no se emite se convierte en una distancia negativa de un voto: serán 10 del partido “a” y 11 de los opositores. Y si son dos abstenciones, serán dos votos de distancia. Y así, doce menos uno menos uno menos uno, hasta perder.

Urge actuar en el entorno social: darle la espalda al no-voto, expresar la inconformidad, la indignación, invitar a la reflexión y –sobre todo– a la construcción del país que queremos, es hacer mucho. Es lo que nos queda, y –aunque nos quieran convencer de lo contrario– sí sirve. Si lo duda, vea dónde estamos por dejarnos llevar.

en Sinembargo al Aire

Opinión

Opinión en video

más leídas

más leídas